"Sonríes tú y el feliz soy yo."
Apagó finalmente la cocina cuando tuvo todo listo y el aroma de la deliciosa cena inundaba todo el lugar. Repasó nuevamente que todo estuviese conforme a las indicaciones que la doctora le había dado a Regina y fue cuando ya servía los dos platos sobre la gran isla de la cocina que ella apareció.
—Si pudiera sentir a tu hijo moverse, seguro estaría dando volteretas —dijo entrando en la cocina y haciéndolo sonreír—. ¿Qué cocinaste? Huele delicioso.
—Ensalada de pollo con nueces y piñones, rollitos de jamón cocido con queso y tu infusión de manzanilla para las náuseas —Le mostró todo ya dispuesto sobre la encimera y ella sonrío acortando la distancia entre los dos.
—Si me consientes así durante todo este embarazo al final no me vas a reconocer —Pudo sentir que sus hormonas de nuevo jugaban en su contra y la abrazó por la cintura para pegarla a su cuerpo.
—Me encargaré de consentirte siempre, tesoro —aseguró retirando un mechón rebelde de su rostro—. A ti y a nuestro hijo aun cuando no estés embarazada.
—Por qué tienes que decirme estas cosas, ¿eh? —Hizo un puchero y sonrió dejando un casto beso en sus labios—. Odio estar así.
—Y apenas comenzamos —se lamentó y rió al escucharla soltar un bufido y separarse rodeando los ojos. <<Perfecto. Ahora estaba enfadada>>, pensó—. Regina...
—Cenemos, ¿sí? —sugirió olvidando el tema y regresando a su estado de humor normal, por lo que él sonrió y asintió—. Muero de hambre.
Antes de que él pudiese sentarse en su lugar, ella ya había tomado el suyo y comenzado a devorar la ensalada que había preparado como primero.
La sintió pensativa y más callada de lo normal mientras cenaban y eso lo tenía preocupado. Sabía que aún estaba haciéndose a la idea de la noticia, igual que él, pero para ella era un poco más complicado porque los síntomas de ese embarazo, que apenas comenzaba, se estaban haciendo muy presentes en.
—Alonso...
—¿Sí, tesoro?
—Estuve toda la tarde pensando en algo y quería contarte. Bueno, más bien proponerte —Esbozó una sonrisa y enseguida supo que con aquello pretendía obtener una respuesta afirmativa.
—¿Qué quieres proponerme?
—Bueno, amorcito, estuve pensando que sería una excelente idea escaparnos unos días, nosotros solos, a tu casa de la playa sin decirle a nadie —La miró con los ojos muy abiertos y tosiendo al sentir que uno de los piñones que contenía la ensalada se atravesaba en su garganta—. ¿Estás bien?
—Sí, ya pasó —Tomó su sorbo de vino y respiró hondo—. ¿Lo estás diciendo en serio?
—¿Que viajemos a tu casa de la playa? —Asintió—. Claro, amorcito, ¿no te gustaría que nos tomáramos unas vacaciones nosotros solos?
—Regina... —Suspiró y con dos dedos apretó el puente de su nariz.
—¿Qué? ¿No te apetece estar a solas conmigo en la playa?
—Claro que me apetece, tesoro —respondió enseguida viendo que su enojo era inminente—, pero sabes que no puedo irme así como así y dejar la agencia. Soy el dueño y debo ir regularmente, porque una cosa es trabajar desde aquí y otra es irme a otra ciudad por quién sabe cuántos días.
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Pequeña Tentación #BilogíaTentación
RomansaTras unas merecidas vacaciones con su mejor amiga, Regina regresará a los escenarios sin imaginar lo que la vida le tenía preparado. Regalos y notas sin firma la obligaron a buscarlo... Él. Alonso Dávila, la cabeza de una de las mejores agencias de...