"Te lo he dicho de mil miradas."
Aún no podía creer por qué esa loca mujer le estaba haciendo algo así. Por un momento, pensó morir cuando la vio acostada junto a él en aquella cama, tan pegado a su cuerpo y provocándolo de aquella forma. De igual manera como lo hizo antes de esa siesta que necesitaba con urgencia. Se le había hecho casi imposible rechazarla, pero tuvo la fuerza suficiente para salir de esa habitación antes de que sucediera algo más entre los dos.
Era innegable que existía atracción entre ellos. ¡Cómo no iba a existir! Si esa castaña además de inteligente y talentosa era extremadamente hermosa y enloquecedoramente sexy.
—¿Ya estás listo? —Entró en la habitación interrumpiéndolo justo en el momento en que anudaba su corbata, pero la escuchó chasquear la lengua al verlo en el reflejo del espejo.
—¿Qué pasa? ¿No voy bien vestido?
—Alonso, vas a conocer a mis padres, no a una de tus reuniones de la agencia —le recordó acercándose a él y deshaciéndose de la corbata que se había puesto—. Espera un segundo.
La vio caminar hasta el vestidor donde había colocado su ropa y supo que algo estaba rebuscando ahí cuando la vio regresar con una camiseta negra entre sus manos.
—Quítate esa camisa y ponte esto, te verás mucho más guapo e informal —Sin decir nada aceptó su sugerencia y rápidamente se deshizo de la camisa que llevaba para colocarse la que ella le había escogido en conjunto con el pantalón y la americana también negros—. Ahora mucho mejor, amorcito —Le sonrió y puso ambas manos sobre su pecho para unir sus labios por varios segundos—. ¿Y yo cómo me veo?
Dio un paso atrás y girando sobre sus talones colocó una de sus manos sobre su cadera dispuesta a escuchar su opinión. Era innegable que se veía realmente hermosa siendo su ropa lo más sencilla e informal posible.
Unos altos tacones estilizaban sus preciosas piernas enfundadas en unos jeans con rotos en sus rodillas y que le llegaban hasta la cintura donde una preciosa y delicada blusa blanca cubría su torso, pero dejando al descubierto parte de su abdomen. Completando su atuendo con una americana negra muy parecida a la que él había escogido.
—Te ves preciosa, tesoro —Besó sus labios con intensidad y pronto sintió una corriente de calor recorriendo su cuerpo, recordando el momento vivido un par de horas antes, aunque en esta ocasión fue el timbre quien los interrumpió.
—Esos son mis papás —anunció sonriente, limpiándole los labios con su pulgar—. Vamos que no podemos hacerles esperar.
Lo tomó de la mano luego de limpiar también sus labios y casi tuvo que arrastrarlo hasta la puerta. Se detuvo a unos cuantos pasos de esta, dejándole espacio a la castaña para que fuese ella quien los recibiera.
—¡Mamá! —gritó emocionada al ver a una mujer rubia esperando para ser atendida.
—Al fin, hija, no tienes una idea de cuánto te he echado de menos —No esperaron más para fundirse en un abrazo que podría enternecer a cualquiera. Ni siquiera conocía a la mujer, pero ya pudo sentir que su amor hacia su hija era incalculable—. Estás preciosa, mi amor, ¿qué te has hecho en el cabello?
—Nada, mamá. Solo lo dejé crecer un poco y cambié de peinado —aclaró. Él la había conocido así, aunque le daba curiosidad saber cómo la recordaba su madre.
—Estos meses separadas han sido una eternidad, pero te han sentado de maravilla, cariño —La mujer volvió a abrazarla con nostalgia y la castaña no pudo negarse a aquel gesto. Cuando deshicieron aquel abrazo, la mujer rubia lo miró con curiosidad para después mirar a su hija—. ¿Y no me vas a presentar, cariño?
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Pequeña Tentación #BilogíaTentación
RomanceTras unas merecidas vacaciones con su mejor amiga, Regina regresará a los escenarios sin imaginar lo que la vida le tenía preparado. Regalos y notas sin firma la obligaron a buscarlo... Él. Alonso Dávila, la cabeza de una de las mejores agencias de...