Capítulo 5:¿No recuerdas nada, Jane?

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El sol brillaba intensamente en el infinito cielo, tratando de traspasar su calor por las nubes grises. El día había comenzado esplendido, el frio no calaba como otras veces, solamente había una helada pero agradable brisa los acompañaba.

Jane se removió entre las sabanas hasta que finalmente abrió los ojos. Su corazón se aceleró al darse cuenta donde estaba, o mejor dicho, al ver que no estaba donde debería. Quitó las sabanas de su cuerpo observando a la persona que estaba a un lado de ella, acto seguido se miró a sí misma y se sintió más tranquila al verse con la ropa puesta, la misma de anoche.

Salió la cama despacio, mirando para todos lados, tratando de hacer memoria y reconocer donde estaba. Escuchó un bostezo proveniente de la cama, volteó hacia allá instantáneamente y miró al chico que se removía entre las sabanas. Vio con intriga como se descubría el rostro y entonces pudo recordar todo.

—Hola —murmuró Tom al verla ya de pie.

—Hola... —dijo Jane con la voz entrecortada.

Tom salió la cama ante la atenta mirada de Jane.

—¿Ya estas mejor? —le preguntó mientras se colocaba los zapatos. Ella no respondió sólo hizo de nuevo el recuento de lo que había pasado la noche anterior—. ¿No recuerdas lo que pasó anoche? —volvió a preguntar, sólo que ahora con mucha más seriedad. Jane jadeó disimuladamente cuando a su mente llegaron las imágenes del beso que ella comenzó. Joder, sólo de recordarlo se encendía su piel.

—No recuerdo mucho —mintió con voz débil y nerviosa.

Se sintió estúpida como pocas veces se había sentido en su vida. Jane jamás perdía el control de sus sentimientos, pero para todos hay una primera vez y parecía que esta era la suya.

—¿Lo de la tienda de motos?

Jane negó lentamente tratando de que Tom no reconociera que no decía la verdad. Claro que recordaba, recordaba absolutamente todo hasta volvía revivir los sentimientos que tenía en ese momento y lo relajada que se había sentido al romper los cristales. También recordaba el motivo que la había llevado hacer todo eso…

—Debo irme —dijo antes de que el chico la atormentara con más preguntas.

—Gracias por todo —agradeció Jane con una sincera sonrisa mientras miraba a su alrededor.

—¿Segura no quieres que te acompañe? —volvió a preguntar Tom por tercera vez desde que habían salido de su casa.

—No es necesario, mi casa no queda lejos además tengo algunas cosas que hacer —respondió volviendo a sonreír.

La realidad era que no quería seguir cerca de ese chico. Si sus amigos o Shane lo veían, o se enteraban que había pasado la noche con él, seguramente los cortarían en cachitos. Claro, primero a él y luego a ella. Con lo celoso y desconfiado que era Shane jamás le iba a creer que sólo había dormido en su cama sin que pasara nada más y que Tom la había salvado de ir a la cárcel o ser arrestada por el arranque impulsivo que habia tenido.

Emprendió camino rumbo a su casa después de despedirse de Tom. Con cada paso que daba se trasformaba en la Jane que era siempre, la fuerte, ruda e individualista chica que todos conocían, pero con ese chico, con Tom, había sido diferente por un instante. Estaba convencida que nadie, ni siquiera los que se llamaban sus amigos, la hubieran ayudado como lo hizo él.

Jane jadeó de nuevo al ver en sus recuerdos las imágenes del beso, de cómo sus labios chocaban con los de él, como sus alientos se mezclaban y como las sensaciones había aumentado de intensidad con el momento. Tenía que reconocerlo, le había gustado mucho, demasiado, ese beso. Se llevó la mano a la frente y suspiró una y otra vez mientras se acomodaba el cabello hacia atrás. Sacudió la cabeza para dejar de pensar en eso, sólo le hacía perder la realidad de las cosas.

—¡Ey preciosa! —escuchó no muy lejos.

Se detuvo al instante y miró a un costado. Estaba un chico del otro lado de la calle. Era Charlie, un conocido.

—¿Qué haces por estos rumbos, amor? —preguntó con un tono de voz que a Jane no le gustó pero que conocía bastante bien, mientras cruzaba la calle a paso rápido, casi trotando.

Llegó hasta ella y le estampó un efusivo beso en la parte baja de la mejilla, Jane se apartó casi con asco. Ese chico no le caía muy bien que digamos.

—Pues ya ves, conociendo otros rumbos —dijo Jane restándole importancia.

Estaba claro jamás diría las verdaderas razones por las que estaba ahí y mucho menos con lo chismoso que era Charlie. Seguramente todos se enterarían y pensarían que andaba de puta con ese chico, con Tom. Aunque claro eso ya lo pensaba todo el mundo. Sin embargo él no tenía por qué pagar con su mala fama.

—No en realidad visitaba a una amiga —dijo finalmente.

—Oh, que bien —sonrió—. Ey, ayer supe que Shane te andaba buscando.

Jane bufó disimuladamente al escuchar el nombre de su novio.

—Mmm —dijo Jane con una mueca.

Seguramente su novio estaba furioso.

—¿Y supiste lo del local de motos de los York’s?

Jane abrió los ojos y casi se muerde la lengua.

—No, ¿qué pasó? —preguntó fingiendo sorpresa.

—Pues no se sabe bien, según que alguien trató de hacer daños pero no se sabe quién, ni por qué —le contó entusiamado de tener alguien a quien contarle la noticia de primera mano.

Jane desvió la mirada hacia un lugar lejano. Era estupendo que nadie la hubiera visto y todo gracias a Tom.

—¿De verdad?

—Supe que Lina York anda investigando por todos lados quién fue el culpable.

Sí, Lina era hermana de Edgar, el dueño del negocio pero esa no era la razón porque Jane había cometido ese daño. La razón iba mucho más allá.

—Bueno, luego me cuentas, ahora me tengo que ir —dijo rápidamente, se negaba a seguir hablando tan vacíamente con ese chico.

Si darle oportunidad de hablar Jane comenzó andar de nuevo, pensando en la lista de problemas que tenia por resolver. Ninguno de ellos tenía una solución posible al menos no de momento.

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