Capítulo 3: ¿Kaulitz, en problemas otra vez?

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Lina iba caminando apoyada en Tom. Llevaba un aspecto fatal, a pesar de que se había saltado las clases quedándose detrás de los salones esperando que la hinchazón de su labio y mejilla disminuyeran, pero para la hora de la salida eso no había sucedido ni siquiera un poco, incluso se veía peor que antes.

—Le quiero sacar los ojos —murmuraba Lina realmente furiosa. Tom ya estaba fastidiado de escuchar esa frase durante las últimas cinco cuadras que habían caminado, por suerte su casa ya estaba muy cerca—. Ojala la expulsen —añadió más furiosa que antes.

—Emm… —dijo Tom finalmente, casado de oír las repetidas quejas. Aun no le decía a su amiga que había ayudado a Jane—. No creo que la expulsen —trató de medir sus palabras pero salieron más drásticas de lo que hubiera querido.

—¿Qué? —cuestionó atónita. Se separó de golpe de él—. ¿Cómo que no? ¿No le dijiste al director lo que pasó?

—No... bueno… —intentó de explicarse pero no encontró palabras para justificarse, puesto que ni él sabía por qué había hecho eso.

—No dijiste nada, ¿verdad? ¿¡Ayudaste a la zorra esa!? —preguntó realmente indignada—. ¿Sabes de quien es novia? —Tom no respondió. Lo sabía, era novia de su peor pesadilla. ¡Y la había ayudado! ¡Había ayudado a Jane, la loca novia del loco chico!—. ¡Bah! ¡Me voy yo sola! —Gritó muy enojada.

—Perdón Lina, pero tú tampoco hiciste nada.

—Esto te va costar muy, muy caro Thomas —volvió a gritar ignorando las palabras del chico.

Tom reprimió una carcajada al ver como el cuerpo diminuto de su amiga se movía. Lina no era muy alta, era de estatura baja y de peso normal y en las condiciones que estaba, era divertido. Lina intentaba caminar a paso rápido pero estaba lastimada de una pierna por la pelea, así que eso le era prácticamente imposible. Le parecían muy graciosos sus intentos por desaparecer, su comportamiento era un poco infantil y caprichoso, a veces lo era, pero sabía que más tarde se le iba a pasar.

Pasaron dos días en los que Tom pudo sentirse tranquilo, ni Shane ni sus amigos había aparecido para molestarlo. Se sentía ansioso pero a la vez aliviado que eso no hubiera ocurrido, pero por las noches su mente pensaba en que quizás su querido enemigo estaba planeando algo en contra de él. Se había cruzado con Jane un montón de veces, veces en la que ella no lo hacía en su mundo, donde ni siquiera notaba la presencia de Tom.

Aquella noche iba de regreso a casa, eran más de las once de la noche y todas las calles lucían desiertas pero a la vez tenebrosas. Tenía todos sus sentidos alerta para cualquier cosa que pudiera ocurrir. En su mente llevaba estructurado lo que tenía que hacer si se encontraba con Shane y sus amigos. Correría como siempre, aunque sabía que siempre lograban alcanzarlo él seguía intentándolo.

Había estado toda la tarde en casa de Lina, con ella las horas se le iban volando.

Lina era una persona con la que nadie se aburriría, siempre tenía algo de qué hablar y eso a Tom le encantaba, no había la necesidad de esforzarse demasiado con ella como con otras chicas. Además que el perdón se lo había ganado muy fácilmente, llevándole una rosa amarilla, las favoritas de su amiga.

...Caminaba tranquilamente cuando de pronto escuchó unos gritos no muy cerca no muy lejos. Se detuvo de golpe tratando de comprender un poco y sólo pudo entender una o dos groserías. Su corazón comenzó a palpitar, la idea de que pudiera ser Shane y sus amigos le aterraba. Comenzó a caminar a paso rápido con esa idea martillándole los pensamientos. Se detuvo al llegar a la esquina para tratar de escuchar algo más, o para comprobar que ya se habían marchado.

—¡Jajajajajaja! ¡Jodanse todos! —escuchó un grito, era la voz de una chica.

Entonces la vio. Vio a una chica rubia, alta y bastante delgada, vestida con poca ropa, que se encontraba a unos cuantos metros de él, recargada en un poste de la luz tambaleándose de un lado a otro. Estaba borracha, eso era seguro. Vio como recogió un bate de béisbol que estaba tirado en la banqueta y comenzó a caminar hacia el establecimiento que tenía enfrente. Dio unos cuantos pasos y levantó el objeto con una sola intención, romper los vidrios de ese local.

—¡Ey! —gritó Tom para evitar que la chica hiciera lo que pensaba. La chica se detuvo, movió su cabeza y lo miró. Tom abrió los ojos a darse cuenta de quién era—. ¡Ey, qué haces! —le gritó y comenzó a caminar hacia ella—. ¿Jane, que vas hacer?

Jane soltó una sonora carcajada. Llegó hasta ella.

—¿Quii-ién ere-es t-tú? —cuestionó mirándolo de arriba abajo. Los ojos de la chica estaban un tanto desorbitados por el alcohol—. Ah te acuerdo... Me acuerdo de ti… —corrigió con ese tono de voz de borracho.

Alzó de nuevo al bate y miró a la ventana. Era un establecimiento de motos lujosas.

—¿Qué vas hacer? —preguntó Tom interponiéndose en su camino. Jane se tambaleó y se echó el cabello hacia atrás con un gesto de arrogancia según ella, pero dejó todo despeinado su cabello.

—¿No ves? —dijo con tono histérico—. Haaazteeea uuun laaadoo —chilló. Lo empujó y aunque Tom trató de evitar que consumara el hecho, Jane estrelló el bate contra los grandes ventanales.

—¡Noo! —exclamó Tom tomándola por los hombros pero Jane se volvió a zafar y lanzó otro golpe el cual dio contra el otro cristal. Los pedazos de vidrio los salpicaban—. Jane, no hagas esto —suplicó Tom.

—Que te quites —dijo furiosa. La alarma del lugar comenzó a sonar. Y a lo lejos escuchó el sonido de una patrulla.

—¡Déjalo ya! —gritó Tom. La agarró de un brazo y tiró de ella con fuerza—. ¡Tenemos que irnos!

—No. No me voy…

—¡La policía viene, Jane! —le gritó sacado de quicio.

Jane se paralizó y comenzó a respirar entrecortada.

—La-a po-olicía —dijo sin aire en la voz. Tom la tomó de la mano y comenzó a correr. Jane apenas podía seguirle el paso, con lo borracha que estaba su coordinación no era la mejor.

—¡Joder! ¿¡Estás loca!? —Gritaba Tom tirando de ella, sabiendo que si se detenían iban a acabar los dos en muy grandes problemas. Y sabía que ella tendría muchísimos más que él y por alguna razón no quería que eso sucediera.

Llegaron a un callejón donde no había mucha luz. Tom se detuvo, estaba exhausto y aún podía escuchar las sirenas de las patrullas que habían llegado al lugar de los hechos.

—Creo que ya no nos verán —dijo Tom suspirando con mucho alivio. En cuanto soltó la mano de Jane, esta se sentó en el suelo con la obscuridad abrazándola. Cerró los ojos, estaba a punto de quedarse dormida, ahí mismo—. Te llevaré a tu casa —dijo el muchacho viendo el estado deplorable en que estaba.

—No a mi ca-asa no —suplicó—. Por favor —agregó con voz rota.

Levantó la cabeza para ubicar con su mirada en el rostro de Tom que a pesar de la obscuridad lograba distinguirlo. A Kaulitz se le encogió el corazón al ver sus bonitos ojos tan llenos de tristeza y por primera vez en toda su vida pudo ver un lado que nadie conocía de Jane, la otra cara de esa hermosa chica, la Jane que estaba totalmente sola.

—Dame tu mano —le ofreció caballerosamente.

Jane alzó la mano hasta lograr estrecharla con la de él. Kaulitz tiró de ella hasta que consiguió ponerla de pie, vio como se tambaleó y la sostuvo de la cintura para evitar que se callera.

Comenzaron a caminar por el callejón obscuro, Jane se apoyaba en Tom para no derrumbarse. Él pensaba en qué podía hacer, sabia donde vivía y de hecho no estaba tan lejos pero se cuestionaba en si era una buena idea llevarla en ese estado a su casa, con sus padres. Frunció el ceño pensando en la única solución que tenía era llevarla con él. La casa donde vivía con su madre estaba más cerca que la de ella.

PD.- Foto de Tom *.*

 

 

 

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