Capítulo 13: Capítulo cerrado.

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Estaba acostado observando el techo color blanco ostión y las manchas que se formaban gracias a las rendijas de luz que entraban por las persianas de la ventana. Se encontraba tan sumergido en sus pensamientos que ni siquiera se había dado cuenta que estaba amanecido.

Repasó en su memoria el sueño que había tenido esa noche, aunque no estaba seguro si llamarlo sueño, había sido una repetición de aquella noche donde se encontró a Jane rompiendo los vidrios del establecimiento de las motos de los York’s, donde después ella le había confesado que deseaba besarlo y donde lo besó.

Cuando Jane se fue a dormir no pudo sacarse de la cabeza ese agradable abrazo que le había dado y por lo tanto estaba convencido que esa era la única razón de haber tenido ese sueño. Suspiró sacudiendo la cabeza e intentó reincorporarse y en ese momento se dio cuenta de lo adolorido que estaba. Le dolía todo, absolutamente todo. Las piernas, el estomago, los brazos, el rostro, a cabeza… se levantó con mucho esfuerzo y se dirigió la puerta que estaba al fondo de la habitación, necesitaba mirarse en un espejo.

Entró al baño y lo primero que hizo fue abrir la llave del lavado, juntó agua entre sus manos y se la echó en el rostro para refrescarse. Se miró en el espejo mientras se secaba la cara, tenía un ojo morado y los cachetes rojos y un aspecto bastante deplorable. Sintió fastidio de que Jane tuviera que verlo así pero no había remedio, no podía borrarse las marcas por arte de magia así que trató de no tomarle mucha importancia.

Volvió a la habitación y se encontró con Jane sentada al borde de la cama.

-Buenos días —Dijo con una sonrisa, Tom intentó devolvérsela pero le era complicado salir del trance cada vez que le sonreía de esa manera —Toqué pero no escuché nada, así que entré…

-Estaba auto convenciéndome de que no me veía tan mal —Admitió. Jane reprimió una sonrisa negando, no se veía mal a pesar de los golpes que tenía en la cara, de hecho sus ojos cafés brillaban hoy más intensamente que otras veces y eso opacaba todo lo demás.

-En unos días estarás igual de guapo que siempre —Dijo Jane sin pensarlo y después de haber soltado aquellas palabras se sintió un poco avergonzada. Ahora él sabía que lo consideraba guapo. — ¿Quieres desayunar? —Preguntó antes de que Tom dijera algo.

-No, no hay problema yo debo irme

-¿Tan pronto? —Dijo de nuevo sin pensar —Quiero decir… que va a pensar tu madre cuando te vea, cuando vea que esos estuvieron a punto de matarte —Tom dio unos cuantos pasos, tratando de acostumbrarse al dolor punzante en su cuerpo y tratando de pensar en que inventarle a su madre.

-Ella no sabe…

-¿No sabe? —Tom asintió volviendo la mirada a su rostro. — ¿Y cómo le vas hacer? ¿Qué le vas decir?

-No sé —Respondió Tom.

Jane invitó a Tom a tomar el desayuno con ella en el jardín de la casa, al aire libre para que así ambos pudieran relajarse y pensar con más claridad.

Entre risas, relatos, anécdotas, temas serios y bromas tontas pasó el desayuno, idearon un plan bastante sencillo para que la madre de Tom no viera los golpes: Tom debía llegar a casa cuando fuera de noche así lograría pasar desapercibido más fácilmente.

Ese día paso más rápido que cualquier otro, la compañía que se hacía el uno al otro era magnifica, se complementaban, se complementaban tanto que el tiempo pasaba volando.

Tom volvió a casa, su madre no notó el verdadero estado en que estaba su hijo gracias a que cuando este llegó se encontraba mirando su programa favorito en la televisión mientras hablaba por teléfono.

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