Capítulo 44: Su suerte ha terminado.

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-¿A dónde van? —Cuestionó Miguel. Jane no advirtió su presencia hasta que habló. Estaba a unos cuantos metros, había salido de la clínica y tenía el rostro desencajado.

-A buscar a Shane —Respondió la rubia. Volvió a ver a Tom y a Jaime, en esos momentos ninguno llevaba una expresión amistosa.

-No pensaran enfrentarse a él ¿verdad? —Dijo Miguel.

-Claro que sí —Dijo Tom.

Jane supo, por la expresión que puso su primo, que no tenía opción de replicar.

-Bien, voy con ustedes entonces.

Jane vio a Any salir de la clínica en ese mismo momento y acercarse a ellos con paso lento y tranquilo.

-¿Qué sucede? ¿Por qué esas caras? — cuestionó ella.

Nadie contestó.

Cuando Jaime se llevó a Jane y Miguel en dirección a su camioneta Tom comenzó a decirle qué era lo que iban a hacer.

-Mira Any, vamos a ir a buscar a Shane.

-¿Qué?

-Sé que suena descabellado pero es algo que debemos hacer.

-No estarás hablando en serio ¿verdad?

-Claro que sí. Tenemos que hacerlo y ya está decidido. Sólo quiero decirte que me esperes, que cuides de Faber y que vendré por ti más tarde, para llevarte algún lado.

-Quiero irme a casa.

-Bien, te llevaré a casa.

-Tom ¿estás seguro que quieres continuar con esto? —Cuestionó tan seriamente que él sintió pánico al comprender que rumbo tomaba esa pregunta.

Con sus ojos fijos en ella se acercó y quiso entregarle su corazón, explicarle que lo que sentía era puro y fuerte; que tal vez no se parecía al amor que experimentó por Jane, pero que se estaba haciendo interminable.

-Any —Susurró. La dulce pelirroja le miró con ansias y deseo, reprimiendo las ganas de tirarse en ese mismo instante sobre sus brazos —Te juro que quiero estar contigo.

-No me lo digas si quieres que te crea, mejor demuéstralo.

Any se acercó a sus labios y le plantó un beso por demás intenso. Tom no pudo más que sujetarla de la cintura, aferrándose con lo que podía a esos sentimientos,  deseando que se volvieran infinitos.

-¡Tom, venga ya! ¡Que me largo sin ti! —Gritó Jaime desde la camioneta. Abrió la puerta y se bajó, al instante comenzó hacer señas para que se apresurara. Sin embargo, él no le prestó atención, estaba atrapado en la danza cadenciosa que tenían sus labios.

El beso se alargó unos segundos más hasta que finalmente Any tuvo el valor de separar sus bocas y, cuando lo hizo, refunfuñó enojada, pues lo que menos deseaba era romper ese contacto. Y fue exactamente lo que Tom sintió.

-Cuídate, y por favor, piensen antes de hacer alguna locura —Tom asintió mirándola de cerca, con los ojos embobados en sus labios ahora rojos.

Un segundo después comenzó a andar hacia la camioneta, donde lo esperaban los demás. Volvió hacía Any y vio que ella le dedicaba una dulce sonrisa, Tom le respondió sonriendo ampliamente para después retomar su camino.

Jane volvió la vista hacia el frente con el corazón arrugado y sintiéndose repentinamente sin fuerzas. La imagen de Tom y Any besándose se clavó como una espada afilada en su pecho y comprendió cómo se había sentido él aquella vez que la vio en el bar.

Mi Mejor AmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora