Capítulo 7: Una muy larga noche.

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        Pasaron varios días en los que Jane y Shane no se miraron como siempre, sólo unas cuantas palabras cruzaron por teléfono y algunos mensajes de texto bastante cortos. Shane estaba arreglando sus negocios, ya no iba a clases, y Jane no estaba participando en sus cosas, esta vez se había quedado en casa sin nada qué hacer, solamente salía con sus aburridas amigas.

Finalmente la noche de un espectacular sábado llegó. Shane había invitado a una fiesta a Jane con anticipación para que estuviera perfecta para ese día, y así era. Ella y sus tres amigas se habían juntado en casa de Kenya para maquillarse y todo lo que fuera necesario.

—¿Ey Jane, también irá Lamb? —preguntó Elena.

Ella estaba interesada en Lamb desde siempre, desde que eran niños pero él jamás le había hecho caso. Era el mejor amigo de Shane desde niño también y llegó a vivir al pueblo cuando salió de la primaria. Era un chico delgaducho y alto, sin solvencia económica y al instante se deslumbró por el dinero de Shane. Sus padres vivían a unos kilómetros del pueblo y jamás se preocuparon por lo que él hacía, al contrario lo dejaron a sus anchas e iban por él de vez en cuando para que pasara tiempo en casa. La segunda casa, la del pueblo, estaba junto a la de Elena y a pesar de todos los intentos, ella no había conseguido en todo este tiempo que el chico la mirara con otros ojos, más que como la amiga de la novia de Shane.

Jane dejó de pasarse el lápiz negro por los ojos y miró a su amiga con cierta expresión de fastidio.

—Sí —respondió con tono obvio. Lamb era el mejor amigo de Shane, cómo iba a faltar.

—¿Y llevaran…? —inquirió Kenya sin concluir la pregunta.

Todas las ahí presentes comprendieron a que se refería.

—No sé si llevaran esa porquería —replicó Jane—. ¿Quieres drogarte y terminar como la otra noche? —cuestionó con irritación.

Kenya con cada día que pasaba se interesaba más en las porquerías que Shane vendía y siempre iba a por más. Aunque hasta Jane las consumía de vez en cuando, no le gustaba que sus amigas lo hicieran porque sabía las consecuencias que esas sustancias tenían en una persona. La última vez, Kenya había terminado teniendo sexo con un hombre de más de cincuenta años y ni siquiera lo recordaba.

—Es necesaria para divertirme —replicó Kenya con fastidio.

—Si tú lo dices —murmuró Elena encogiendo los hombros.

—Es hora de irnos —anunció Jane, poniéndose de pie cansada de estar hablando del tema.

Tomó su bolso y las demás chicas la imitaron, era hora de ir a la gran fiesta.

.   .   .

—Te ves hermosa —dijo Shane a su novia cuando esta llegó hasta donde estaba estacionado su auto, con él recargado en el cofre junto a sus demás amigos a su alrededor. Estaban a la entrada de la casa donde se realizaría la fiesta.

Jane sonrió y lo abrazó por el cuello ante la mirada atenta de todos los demás. Muchos envidiaban aquella escena, y no por él sino por ella. Muchas deseaban a la hermosa rubia.

—¿Verdad que si? —susurró provocativamente en el cuello de Shane.

—Por supuesto, amor —dijo a los pies de la chica.

Juntó sus labios con los de ella desesperadamente, besándola con intensidad desmedida y hasta sucia. Shane realmente estaba enamorado, enloquecido, por Jane. Y eso era desde que ella tenía uso de razón, desde entonces nadie podía ver a su chica siquiera de reojo, al menos no sin su permiso.

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