50 🍃 Hope

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Los dias comenzaron a pasar hasta convertise en semanas, semanas en las que Taeyong sentia que estaba avanzando, aunque sea, un pequeño pasito a la vez.

Llevaba ya varios jueves asistiendo a sus citas con la doctora Anh y a pesar de que su ansiedad por la llegada de aquel dia aún continuaba allí. Debía admitir que ya no le aterraba tanto. La señorita Anh era muy simpática y dulce, siempre intentaba hacerlo hablar de cosas buenas, que le gustaban y le hacían sonreír, le ofrecía dulces y le regalaba aquellas sonrisas maternales que a Taeyong tanto le hacían falta por la constante ausencia de su madre. Él le habia hablado de ella también y la doctora Anh calmó un poco la culpa en su corazón, diciéndole que las cosas estarían mejor pronto, que tuviese fe.

Y Taeyong tenía mucha fe.

¿Como no tenerla cuando los seres que te rodean te la incentivan todos los dias? Desde Taeyeon y Jeomi que lo alentaban dia tras dia hasta sus amigos que no dejaban de mandarle mensajes de ánimo desde sus teléfonos. Pequeñas acciones como esas, lograban hacer a Taeyong levantarse cada día con esperanza, la cual no hacia mas que crecer cuando recordaba quién estaba a su lado.

Lo que comenzó como un pequeño favor para Taeyeon y su madre, se convirtió en una rutina. Cada jueves Jaehyun iba a su casa y lo acompañaba a sus citas con la doctora Anh. Tanto en el trayecto como en la espera por ser atendido, Jaehyun se dedicaba a destensarlo, contándole cosas que sabía que le interesarían, sacandole pequeñas sonrisas tímidas y dándole palabras de aliento, diciendole que lo estaba haciendo muy bien. Taeyong realmente adoraba pasar tiempo con Jaehyun, escuchar su suave tono de voz, ver sus bonitas sonrisas y esos ojos que brillaban sólo para él. Acostumbraba a perderse en todo ello a tal punto de que el reloj avanzaba tan rápido que no había tiempo para la ansiedad y todo parecía más fácil.

Era como si Jaehyun le diera fuerzas a traves de sus acciones y de ese trocito de tela que los unía, del cual Taeyong nunca se quería soltar.

A veces sentía que estaba exagerando un poquito en cuanto al verdadero efecto que tenía Jaehyun sobre él, pero descubrio que no cuando un jueves en particular, el menor no pudo acompañarlo a una nueva sesión.

La doctora Anh había llamado a casa un miércoles para consultar si podían cambiar el horario de la cita, debido a que hubo un problema en su agenda y las citas no le cuadraban. En ese entonces Taeyong no tuvo inconvenientes en aceptar cambiar su sesión para la mañana, después de todo, él gozaba de demasiado tiempo libre, pero olvidó que alguien no lo tenía. Fue entonces como terminó yendo a su cita acompañado de Taeyeon, quien a pesar de continuar siendo alguien que amaba y adoraba su compañía, el trayecto y la espera con ella no fue ni remotamente igual que con Jaehyun.

Creyó que un día sin él no sería tan malo, pero se dio cuenta de su error cuando la ansiedad no tuvo quien la acalle y eso empeoró con la sesión que le esperaba aquel día.

Una vez más, la doctora Anh lo hizo narrar su historia.

En cada intervalo, luego de que ya hablarán de várias cosas, ella le tendía una libreta y le pedía que escribiera su experiencia para verificar las diferencias que tenía un escrito de otro, cuanto de su perspectiva cambiaba con el paso del tiempo y los ligeros cambios de palabras y expresiones trágicas que llegaba a utilizar. A decir verdad, Taeyong aún no conseguia entender del todo para que serviría eso, pero estaba seguro de que a pesar de que la doctora Anh se lo explicara de la manera más razonable del mundo, él continuaria odiando ese método de la misma manera en la que lo hacia en ese momento.

Para variar un poco, la doctora se ofreció a escribir mientras que Taeyong se dedicaba a relatar una vez más lo que había vivido. Apenas unos segundos después de comenzar, Taeyong se encontró prefiriendo escribirlo que decirlo en voz alta. Parecia que cada palabra que formulaba raspaba su garganta despues de dar un duro golpe en su corazón. Ni siquiera podía detener las lágrimas, estas solo comenzaron a deslizarse por sus mejillas y su garganta se cerraba cada vez más. Era tan frustrante y sobretodo, doloroso. Creyó que después de contar su historia tantas veces en el papel, ya no dolería tanto, pero la realidad de las cosas lo golpeó duro al darse cuenta de que seguía doliendo igual que la primera vez.

El fruto de nuestro amor 🍃 JaeyongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora