Capítulo 11: Conversación nocturna

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Anne se acomodó con los pies en la cama de Nick y el cuerpo en el colchón improvisado. La joven escuchaba atentamente ya que él estaba a punto de decirle algo importante.

―La verdad tía es que he estado pensando las cosas y voy a hablar con mi prima. Así que puedes decirle lo que quieras a Hugo, que no sé ni cómo te has enterado, pero haz lo que quieras. Si has venido a seguir intentando convencerme, pues lo siento...

Anne se subió de un salto a la cama de Nick y le abrazó con fuerza.

―¡Eso es lo que quería! ―Dijo sujetándole de la cabeza y dándole besos en el pelo.

―¿Qué? ―Nick la miró desorientado.

―Es que Eva solo te va a hacer caso a ti, y creí que la mejor manera era ponerte a prueba...

―Esta te la guardo, que lo sepas, Anne ―le advirtió medio en broma y medio en serio.

―A ver, entiéndelo Nick. En situaciones normales te lo hubiera pedido pero esto requiere rapidez...

―¡Y lo hubiera hecho rápidamente si me lo hubieras pedido, tía! Pero en fin, mañana por la mañana hablo con ella...

―Mañana viene Hugo a desayunar.

―No me jodas... Bueno, pues cuando el chico se vaya.

―Bueno, por lo que veo no has negado que lleves el club de fans...

―De eso quería hablar. ¿Cómo leches has descubierto que lo llevo yo? ―Preguntó el muchacho intrigado.

―Bueno, aparte de que me lo acabas de confirmar ahora, tampoco fue difícil de descubrir. Para empezar el otro día tu reacción cuando hablaron del club de fans era evidente. Y luego está el hecho de que tú y yo ya sabíamos de su existencia mucho antes de que Eva le conociera.

Nick asintió afirmando las palabras de su amiga. Era verdad. Hacía alrededor de un año que el joven se había topado de casualidad con un vídeo de Hugo en Youtube donde salía cantando. A Anne había sido a una de las primeras personas a la que se lo había mostrado. Incluso le había comentado su indignación al comprobar que el chico no tenía ningún club de fans.

―Si hasta cuando apareció el club me enviaste una notificación por Facebook y era de las primeras que siguió el grupo de ahí. Tampoco era tan difícil de adivinar ―rió la joven.

―Vale, vale. Ya he pillado que me has descubierto, tampoco me tienes que enumerar todo ―dijo algo avergonzado.

―¿No te acuerdas cuando te dije un día que te llevarías una sorpresa con el nuevo novio de tu prima?

―Pero nunca te has dignado a contármelo.

―Porque entonces no sería una sorpresa. Lo que no creí era que fueras a tardar tanto en visitarnos.

―Bueno, ahora no es ninguna visita, ahora estoy aquí para quedarme una temporada. Oye, una cosa, ¿no les dirás nada, verdad?

―¡Claro...que no, tonto! ―rió la joven mientras le daba, de forma amistosa, con el dedo índice en la mejilla―. Oye, tengo que contarte algo...

―¿Más cosas?

―Me he liado con Rafa ―y tras decir esto se tapó la cara con las manos.

―¿En serio? ¿Hoy? ¿No crees que no era precisamente el día?

―Lo sé, si solo nos hemos dado unos cuantos besos por eso mismo... Además, creo que sí que siente algo por tu prima.


Mientras tanto Eva se encontraba en la habitación contigua sin poder dormir. Tenía los casos puestos y escuchaba música al azar, aunque a mitad de canción cambiaba a otra nueva, y así una y otra vez. Su mente era un remolino de emociones. Notó como las lágrimas le recorrían los ojos pero no las secó, tenía la cabeza ocupada en otro lugar.


Nick y Anne continuaban su charla pese a ser más de las cinco de la mañana. Hacía mucho tiempo que no habían compartido un momento así y necesitaban ponerse al día de sus aventuras y desventuras más allá que por teléfono o internet.

―¿Y sabes? A veces pienso que es como si todo lo que pase por las manos de Eva acabase gustándome. Ya sea de una manera u otra. Me siento horrible. Sé que es una coincidencia, pero es un poquito espeluznante, ¿no crees?

―Creo que le das muchas vueltas a la cabeza. Si así fuera a Eva le gustaría también el compañero ese tuyo de tu carrera.

―¿Hola, Nick? ¿Tú también? ―La joven se incorporó sentándose en la cama con las piernas cruzadas―. No me gusta Geràrd, ¿queda claro?

―Ya claro...

―Que por cierto, tengo que escribirle un mensaje de buenas noches. ¡Casi se me olvida! Aunque es raro que él no me haya escrito... Todas las noches nos damos las buenas noches.

―Pero no te gusta, claro...

―No, no me gusta Geràrd, es mi amigo ―la chica tecleó con el móvil y después envió también un breve audio―. Qué raro... no le llega, le voy a dar un toque ―pero antes de que Nick le advirtiera de que no era hora de hacerlo, Anne se encontraba con el móvil en la oreja―. Pues anda, lo tiene apagado, normal que no le llegue ni me haya dicho nada.

―Pero no te gusta... ―repitió el joven entre risas, recibiendo así un cojinazo.

―Anda y calla. Vamos a dormir que mañana toca desayuno familiar.

―Hablando de eso, ¿cómo es que llevas dos noches seguidas durmiendo aquí? Casi que parece que vivas más aquí que en tu casa ―bromeó el muchacho.

―Bueno, la verdad es que esta noche ha sido por mi padre. Su novio iba a cenar a casa y quería dejarles intimidad.

―¿El bueno de Cesc ha asentado la cabeza? Interesante...

―Ya te digo. Aún no conozco al novio, pero he oído que tiene un hijo.

―Vaya, ¿vas a tener un hermanito? ¿Y le cambiarás los pañales?

―¡No! A ver a mí nadie me ha dicho nada, solo les pillé hablando. Escuché algo de cinco años. Pero también algo de que el hijo no sabía que era su padre.

―Madre mía, ¡qué culebrón! Tenemos que enterarnos mejor.

―Pues la verdad es que sí, me apetece mucho saber más―. Anne miró la hora en su móvil y resopló―. Son casi las seis, vamos a dormir, ¿vale?

La teoría del IvoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora