Capítulo 23: Te acompaño

900 30 24
                                    

Nada más despertarse, Nick sintió como unos brazos le aprisionaban por detrás, en una mezcla de abrazo fuerte y al mismo tiempo cariñoso.

―Buenos días... ―escuchó un susurro adormilado―. Pero qué... ¿Nick? ¿Y Eva? Si estaba aquí hace un momento.

Hugo se separó rápidamente de él y se frotó los ojos para aclarar su mente. Acababa de tener un sueño con Eva, uno donde no había pasado nada y eran felices.

―Ojalá seguir durmiendo... ―dijo con voz apagada.

Nick cogió su móvil y apagó definitivamente la alarma. Pocos minutos antes había sonado por primera vez.

―¿Cómo estás? ―Preguntó sentándose en la cama.

―Echo polvo, lo normal en estos casos.

―Sigue durmiendo si no tienes nada que hacer, tienes que descansar, Hugo.

―¿Y tú te vas a levantar ya? Si por mi culpa seguro que has dormido na y menos.

―Es que ya mismo entro a mi trabajo. No son muchas horas pero no es cuestión de llegar tarde. Así que me voy a casa a ducharme y eso.

―Si quieres puedes ducharte aquí, por mí no hay problema.

―Gracias, Hugo, pero no te preocupes. Además, no tengo ropa limpia aquí y ya desayuno en casa.

―Ah, pues si quieres te acompaño, y desayunamos por el camino ―Hugo se sentó también―. Es que no creo que vuelva a dormir más. Me ducho y enseguida estoy.

―Hugo, si es por ver a Eva, hoy tenía clases ―comentó Nick.

―Esto no tiene nada que ver con Eva ―sentenció, y dicho esto, se fue de la habitación al cuarto de baño.

Finalmente acabaron desayunando algo rápido en casa de Hugo, para después este acompañarle hasta la puerta del bloque de pisos donde Nick vivía.

―Bueno, gracias por acompañarme. Si necesitas algo, me dices ―dijo Nick despidiéndose.

―Ah, no, de eso nada. Yo te acompaño. A lo de tu trabajo. Pero te espero aquí abajo.

―¿Pero qué...?

Tira pa arriba, illo.

Nick se encogió de hombros y subió a prepararse rápidamente. Cuando ya se hubo terminado bajó de nuevo.

―Oye, Hugo, no sabía que tuvieras coche. ¿Vamos otra vez entonces a tu casa o cómo...?

―No, no, si coche tengo, bueno, el de mi madre. Lo que no tengo es carnet.

―¿Entonces cómo me vas acompañar? ¿En bici, a cuestas? ―Bromeó.

―Qué gracioso ―ironizó―. Eso da igual.

―No da igual, además, ¿para qué me vas a acompañar?

―Pues porque tengo unas cosas que hacer por allí y me pilla de camino ―dijo comenzando a andar.

―¿Algo por allí? ¡Si está en las afueras de la ciudad y no hay nada cerca! Sin mencionar que ni sabías dónde era. Y no pienso ir andando.

Hugo se paró en seco y lo miró seriamente.

―Vale, está bien. No tengo ni puñetera idea de dónde es, pero quería acompañarte para agradecerte. Y lo quiero hacer aunque sea en autobús urbano. ¿Es así como te vas?

―Pero es que no hace falta... No te preocupes.

―No si no me preocupo, además así de paso desconecto la mente.

Nick se encogió de hombros.

―Bueno, haz lo que quieras, es tu tiempo. Pero es una tontería ir hasta allí y luego volverte.

―Ah, no, si puedo esperar mientras. Tengo la batería del móvil a tope así que me quedo escuchando música.

―Vale, como quieras.

Ambos se dirigieron a la parada más cercana. Pronto vino el autobús y se adentraron en él. Cuando llegaron, Hugo pudo comprobar que era cierto lo que el otro le había dicho: aquel lugar estaba bastante alejado y no había nada que ver alrededor.

―¿Qué vas a hacer entonces? ―Preguntó Nick cuando se bajaron.

―Supongo que me quedaré aquí en la parada escuchando música.

Tras despedirse, Nick acudió al único edificio que había en la zona y se adentró en él. Unas horas después salió por la misma puerta, topándose con Hugo en esta misma, sobresaltándole.

―¿Qué haces aquí? Creí que te habrías aburrido de esperar y te habrías ido ya.

―¡Qué va! Te hubiera avisado. Me había acercado a ver el lugar. ¿Me enseñas el sitio dónde trabajas?

―Es tarde ya, es hora de comer, tío. Mejor otro día... ¡Oh, mierda! Va a pasar enseguida el autobús, ¡vamos, corre! ―Seguidamente empezó a correr hacia la parada haciendo que el otro le siguiera.

―Oye, ¿ese número es el siguiente? ―Preguntó Hugo y Nick asintió con la cabeza―. Pero illo, ¿por qué tanta prisa? Si pone que aún le queda media hora para llegar...

La espera fue rápida y pronto se encontraban bajándose en una parada ubicada cerca del lugar donde vivía Nick.

―Oye, ¿no te venía mejor la otra parada? ―Preguntó Nick antes de comenzar a caminar.

―Sí, y me viene, pero es que tu prima me ha escrito... Quiere hablar conmigo. Así que vamos al mismo sitio ―se encogió de hombros.

Nick asintió con la cabeza, y tras un momento en el que ninguno dijo nada, miró su móvil y se llevó las manos a la cabeza.

―¡Ala! ¡Se me había olvidado! Había quedado para comer con Anne, me voy pitando para su casa.

―Bueno, pues nos vemos otro día.

―Sí, eso, otro día. Y que vaya bien la cosa con Eva, ¿eh?

―Gracias.

Y tras despedirse, cada uno tomó un rumbo diferente.

La teoría del IvoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora