Capítulo 59: Lluvia de pullas

568 34 68
                                    

La espera mientras Roberto comenzó a traer los platos, fue bastante corta en comparación a otros bares. Pero también era verdad que el hecho de que el lugar no fuera grande y hubiera un par de mesas más ocupadas, influyó bastante.

―Esto está riquísimo ―dijo Anne cuando probó el primer plato―. ¿Cómo es que nunca había venido aquí? ¡Joder, me estaba perdiendo una delicia!

―¿Y cómo es que habéis acabado aquí? ―Quiso saber Nick.

―Pues la verdad es que íbamos al de enfrente, pero esta loquilla os vio y dijo de venir a comer con vosotros. De pronto le entró una prisa... ―explicó Gèrard, recibiendo una pequeña patada de Anne.

―Interesante ―murmuró Nick.

―Así que Anne os ha hablado de mí... ―dijo de pronto Gèrard con media sonrisa.

―Sí, nos habla mucho ―dijo Hugo.

―¿Otra vez con el mismo tema? Ya he dicho que es normal, eres mi compañero de clase y mi mejor amigo después de Eva... ¿O no te hablo a ti de Eva?

―Y de todos, por lo que parece ―dijo Hugo sin olvidar lo que momentos atrás había dicho.

―Somos buenos amigos, entre nosotros no hay secretos ―sentenció Anne.

―¿Estás segura? ―Le picó Nick―. ¿Sabe incluso quién te gusta?

Nick recibió una patada por parte de Anne y una mala mirada.

―¿Y cómo te ha ido hoy en el trabajo, Nick? ―Contraataco la joven.

―Bien ―fue su única respuesta del joven, mientras se echaba más Sapoconcho.

Hugo observó como Anne le daba con el codo a Gèrard.

―Ah, sí, Anne me ha hablado de tu trabajo. Me parece interesante ―soltó el muchacho.

―¿Te ha hablado de mi trabajo? ¿Pero qué...?

La joven se encogió de hombros sin mediar palabra.

―Tampoco se lo he dicho a nadie más ―aclaró la joven al darse cuenta que de pronto había tensión en el ambiente.

―¿Pero es verdad? ―Volvió a preguntar el joven―. Tía...

―Lo siento Nick, yo... ―se disculpó ella. Luego dirigió su mirada de forma disimulada hacia Hugo.

―Sí, él lo sabe. Pero no creía que alguien más supiera. A mi prima no le vayas a decir nada, ¿eh?

―Ya sabes que no, que eso eres tú quien debe decirle.

La comida continúo guardando un poco de silencio por parte de los cuatro. Hugo quitó algunas setas de su Sapoconcho echándolas en el plato de Nick.

―Toma, que sé que a ti te gustan ―dijo echándoselas―. Bueno, ¿y cómo es Anne en la universidad? Cuéntanos alguna anécdota graciosa, Gèrard ―sugirió Hugo.

Roberto llegó con una buena fuente de Bikina con patatas, haciendo la boca agua de los comensales.

―El Y no lloré está a punto de salir. Me ha dicho el cocinero Vicente que está para chuparse hasta los dedos de los pies ―tras aquellas palabras, se fue a atender a otra mesa.

Los cuatro se echaron en sus platos y comenzaron a probar lo segundo que habían pedido.

―¡Está riquísimo! ―Exclamó Nick.

Anne y Gèrard le dieron la razón tras probarlo.

―¿De qué estábamos hablando? ―Preguntó Gèrard―. Ah, sí, me preguntabas por como es esta loquilla en clase. Pues eso mismo. Aunque siempre parece muy formal es un torbellino. Sin ir más lejos, hoy ha llegado tarde a clase y vino cuando ya había empezado. El profesor tuvo que pararla y todo ―dijo riendo.

La teoría del IvoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora