Capítulo 10: Los amores de Flavio

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Geràrd y Flavio se encontraban en la habitación del segundo. El primero se había ido el sábado a dormir a casa de su amigo, tradición que solían tener de vez en cuando, ya fuera en la casa de uno o del otro.

―Buah, tío, menos mal que hoy mi hermana y su amiga han salido. La chica es maja, pero me satura mucho ―dijo Flavio tumbado en la cama.

―¿Y por qué no se lo dices? Al fin y al cabo va a vivir aquí un tiempo, lo mejor es que tengáis buena convivencia ―le propuso Geràrd tumbado al lado en la amplia cama.

―No sé cómo hacerlo por eso mismo. No quiero que haya mal ambiente en casa... Es buena niña, pero ya sabes, bastante tengo yo con mis problemas de amores... ―resopló.

―La verdad es que no sé mucho, como nunca cuentas nada, mamón... ―le dio un codazo.

―Jo, es que ya sabes que me da un poco de corte... Pero bueno, sí que hay dos personas que me hacen tilín.

―Espera, ¿dos? ¡Yo creía que era una!

―¿Quién crees que es esa una? ―Preguntó Flavio mirando hacia su amigo.

―La otra amiga de tu hermana, la chica que te encontraste en la cafetería de la uni. ¿O me equivoco?

Flavio se tapó la cara un poco sonrojado mientras reía bajito.

―Sí, ella misma, se llama Eva. Pero tiene novio así que...

―¿Pero estás seguro de que tiene novio, o es tu imaginación?

―Estoy seguro, si les he visto en algunas fotos en el insta de mi hermana y se les ve muy unidos. Él se llama Rafa.

―Pero quizás solo sea un amigo ―comentó Geràrd―. Deberías de preguntarle a tu hermana.

―No, no, no quiero que se entere. Y si le pregunto sospecharía.

―Hazlo como quien no quiere la cosa. Y bueno, ¿quién es la otra persona? ¿Le conozco?

―Sí... Ala, vamos a dormir que ya te he contado mucho.

―¿Flavio? ¿Qué me has contado mucho? ¡Solo sé que es alguien a quien conozco!

―Y no te lo tenía que haber dicho. Anda, si tu amiga no hubiera tenido ese asunto familiar hubieras quedado para hacer con ella lo del trabajo de lo de tu carrera y no estarías aquí intentando sonsacarme.

―No me cambies de tema ―Geràrd empezó a hacerle cosquillas mientras Flavio reía a carcajadas.

―Para, Geràrd, ¡por favor! ―suplicaba entre risas mientras el aludido se acomodaba encima para continuar haciéndole cosquillas.

Flavio cogió el móvil y empezó a trastear mientras el otro aún le hacía cosquillas.

―Tengo algo con lo que pararás de hacerme cosquillas ―dijo levantando el móvil pero sin mostrárselo.

―¿Una foto de tu otro amor?

―No, una foto de Eva donde está súper mona... ―dijo sonriendo volviéndola a mirar.

―Bah, eso no interesa, salvo que en la foto también salga quien también te ha robado el corazón.

―Que va, Eva sale con mi hermana y otra gente y... ―de pronto Flavio guardó silencio y se puso serio. Geràrd dejó de hacerle cosquillas para prestarle atención.

―¿Qué pasa? ¿Qué has visto? ―Geràrd se acomodó tumbado encima de Flavio para intentar cogerle el teléfono pero este no se lo dejaba―. ¿Al final está también en la foto?

―No, es otra persona. Oye creo que deberíamos irnos a dormir, es muy tarde ―intentó apartar el móvil.

Lo que no esperaba Flavio es que su amigo hiciera caso ante su propuesta. Era raro que no insistiera más, pero mientras lo pensaba se descuidó, momento que aprovechó Geràrd para entrar en acción. El joven acercó una mano a la lamparita de la mesita de noche para fingir que iba a apagar la luz. Sin embargo, y aún tumbado sobre él, alargó la otra mano y le quitó rápidamente el móvil. Sonrió victorioso cuando estuvo en su poder. Sentándose sobre él, se quedó mirando la foto que minutos atrás observaba su amigo. Entonces su sonrisa se desvaneció por completo.

―Así que algo familiar... ―suspiró devolviéndole el móvil a su amigo.

En la foto aparecía Anne junto a Eva, Sam y Anajú con otras amistades.

―Soy un idiota... ―Geràrd se tumbó en el lado vacío de la cama y cogió su propio móvil para apagarlo. Después hizo lo mismo con la lamparita.

―Geràrd... Yo... Lo siento, de verdad ―murmuró tocándole el hombro.

―No tengo ganas de hablar, Flav. No entiendo por qué Anne me ha mentido...

―Está bien. Si mañana lo prefieres, hablamos ―depositó un beso en el pelo de su amigo y se giró hacia el otro lado.

Cuando pasó un rato, escuchó como su amigo daba algún que otro pequeño ronquido. Flavio suspiró levemente, mientras en su mente solo pensaba una cosa: <<Eres tú ese otro alguien, tontín>>.


Anne y Eva entraron a la casa de la segunda en plena madrugada. Ambas se quitaron los zapatos para no despertar ni a Vicky ni a Nick, caminando con sigilo.

Cuando Eva fue a la cocina, Anne se encontró al primo de esta saliendo del baño. Al principio casi se llevó un sobresalto, pero lo controló a tiempo.

―Hola ―susurró acercándose a él, sin embargo, no obtuvo respuesta―. Nick, es a ti ―volvió a repetir.

―Buenas noches ―respondió el muchacho de forma fría dirigiéndose a su habitación.

Al salir de la cocina, Eva se encontró a su amiga de brazos cruzados frente a la puerta del baño.

―¿Qué te pasa?

―Oye, Eva, hoy duermo con tu primo, ¿vale? ―informó su amiga a lo que la aludida respondió con un asentamiento de la cabeza antes de irse hacia su habitación.

Anne se dirigió a la habitación de Nick metiéndose en esta, haciendo que el joven se llevase un pequeño susto.

―¿Qué haces aquí, tía?

―Tenemos que hablar, Nick.

―Mañana. No he dormido aún nada por las locuras de mi prima. No estoy para hablar...

―Por eso, mejor hablar.

Anne abrió el armario de Nick y rebuscó hasta encontrar una camiseta de manga corta que vio que le podía quedar bien para dormir. Después sacó varias mantas y unas sábanas y las colocó en el suelo.

―Esta noche duermo aquí, me cambio en el baño y ahora hablamos, ¿vale? ―Y dicho esto, la joven salió del cuarto con paso decidido.

La teoría del IvoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora