Capítulo 19: Charla familiar

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Una enorme tarrina de helado de chocolate, un gran bol de palomitas y chocolatinas era lo que inundaba la pequeña mesita que había frente al sofá del salón.

Eva cogió la gran tarrina de helado, que ya estaba mediada, y metió la cuchara sopera en su interior, para después llevársela a la boca. Su tía Vicky hizo el mismo proceso. Con la boca aún llena de helado, y sin que Eva pudiera evitar mostrar diversas expresiones en su rostro a causa del frío que provocaba mantener el helado en la boca, ambas cogieron un puñado de palomitas y se lo metieron entero en la boca.

―Para que luego la gente le llame manjar a esos platillos de restaurantes pijos ―dijo Eva con la boca medio llena aún, mientras masticaba―. A cualquier cosa llaman manjar. Quienes no han probado las palomitas con helado y tomadas así, a cualquier santo le rezan.

Vicky asintió y le acarició el pelo a su sobrina.

―Creo que ha llegado el momento de que me cuentes qué ha pasado con Hugo, ¿quieres? ―Le animó Vicky a hablar, mostrándole una sonrisa relajante, para transmitirle confianza y tranquilidad.

―Supongo... ―resopló ella.

―¿Qué os ha pasado, mi niña?

―No sé...Nada. Bueno, todo... ―dijo cabizbaja.

―Uhm, ¿cuernos? ―Quiso saber aunque quería guardar precaución en su pregunta y temía haberla liado con su pregunta. Su rostro decía que hacer aquella pregunta era arriesgado. Se mordió el labio inferior mientras esperaba la respuesta.

Vicky observó cómo su sobrina asentía mientras jugaba con un hilo de sus vaqueros.

―Así que se ha liado con otra persona... ―murmuró su tía.

La respuesta de Eva fue en un susurro tan bajo, que Victoria no entendió lo que había dicho.

―Digo que no fue él... fui yo ―repitió ella alzando mínimamente la voz para ser escuchada.

Eva temía recibir un regañón de su tía, que le diera una reprimenda y una charla sobre los valores en aquella familia. Sin embargo, lo único que recibió fue un abrazo, así que la joven no pudo evitar derrumbarse y llorar desconsoladamente.

―Te juro tía que no quería hacerle daño, lo juro... Pero sucedió... ―Decía entre sollozos mientras ella le acariciaba el pelo para tranquilizarla.

―Estoy segura de eso, te conozco demasiado bien para saberlo.

Cuando Eva se calmó, ambas comenzaron a tener una conversación seria de lo que había sucedido.

―Yo sé que está mal lo que hice. En su momento se lo conté Hugo, y al principio nos costó retomar la relación pero pudimos. Pero hace cosa de una semana descubrí que aquel chico con el que me líe se trataba de Rafa, el mejor amigo de Hugo. Así que la he cagado mucho.

―No te voy a negar que no. Me parece que de eso ya eres consciente.

―Claro. Soy la primera que dice que antes de hacer algo así hay que dejar a la otra persona. Pero yo misma me traicioné a mí y mis palabras, y con eso, a Hugo.

Vicky asintió dándole la razón. Tras un momento de silencio, su tía decidió hacerle la pregunta que llevaba rondándole la cabeza desde que se había enterado de lo sucedido.

―Quiero saber algo, Eva. Y quiero que me seas sincera al cien por cien.

Eva asintió, dispuesta a escuchar la pregunta de su tía. Temía cual pudiera ser. También temía no saber darle respuesta o darle vergüenza dársela. Pero le había prometido que le sería sincera, y aunque le costase, es lo que haría.

Se le pasó por la cabeza preguntas sobre sexo, o haber llegado a algo allí en la casa. Sabía que sería incómodo una pregunta así, pero cuando ella empezaba a sincerarse, era imparable. Si tenía que confesar que su primo les había pillado en una situación subida de tono en el sofá, lo haría, aunque significase una reprimenda por parte de su tía. Si le preguntaba si había habido algo más con Rafa a parte de unos besos, tenía la tranquilidad de que no habían mantenido relaciones más allá de eso. Pero sabía que existía la posibilidad de otra pregunta, una que aún no sabía responder. Una que llevaba demasiado tiempo planteándose, incluso antes de descubrir que Rafa era amigo de Hugo. Y tenía el mal presentimiento de que su tía se la iba a formular. Y, sobre todo, temía que no creyese su respuesta. Pero en ese momento era la única que tenía, no había otra, por mucho que eso le doliera y carcomiera por dentro. Mejor que le preguntasen por sexo, sería más fácil.

―Tú dirás... ―dijo bastante nerviosa.

―¿Qué sientes por Hugo y por Rafa?

Y ahí estaba. La maldita pregunta saliendo de los labios de su tía. La que no quería escuchar pero que presentía que surgiría.

Primero guardó silencio mientras miraba al sofá. Asintió y dirigió su mirada fija a Vicky, dispuesta a responder.

―Puede que no me creas, pero aún no lo sé ―sentenció con claridad y total seguridad.

La teoría del IvoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora