Capítulo 83: Como se besan los gnomos

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Hugo se había tumbado encima de Nick cuando este soltó el móvil dejando el juego a un lado. El primero sonreía mientras movía su nariz sobre la del otro lentamente.

―¿Sabes? Así es como se besan los gnomos ―susurró Hugo sin dejar de hacerlo.

―Eso no es verdad, de toda la vida los besos de gnomo son rápidos ―protestó Nick.

―¿Y qué más da? Eso son matices sin importancia. Es como los humanos que se...

―A ver, Hugo, como los humanos no, que de los besos de gnomo no es que sea de verdad... Sabes que no existen.

―No digas mentiras, claro que existen, y se besan así ―dijo sin dejar de rozar su nariz suavemente en la de él.

―Aja...

―Te he dejado sin argumentos ―sonrió un Hugo victorioso.

―No es eso, es que no voy a discutir por tonterías.

―En fin, como te decía, igual que las personas, podemos dar besos así ―dijo comenzando a darle rápidos besos en la cara ―o así―. Esta vez los besos por el rostro de Nick eran lentos, recorriéndole entero salvo los labios―. ¿Lo has entendido? Si quieres lo puedo repetir de nuevo...

―No, no te preocupes, lo he pillado a la primera.

De repente, ambos habían guardado silencio, sin embargo, se encontraban en la misma posición que antes: Hugo encima y Nick debajo. Sus frentes se rozaban levemente lo que hacía que sus narices se chocasen de forma ligera. Nick notaba cada vez más cerca la respiración del otro, lo que provocaba que la suya se acelerase más. Cerró los ojos momentáneamente en el instante en el que vio que Hugo acercaba los labios a los suyos.

―Oye, ¿has pensado en hablar con Anajú? ―Preguntó de pronto.

―¿Qué... qué? ―Hugo parpadeó un par de veces.

―De eso de la mentira, deberíais hablar y arreglar las cosas.

Hugo suspiró y apoyó su cabeza en la almohada, en el lado izquierdo de esta, aún sin quitarse de encima Nick. Lentamente se fue acomodando en el hueco libre de la cama donde había posado la cabeza, retirando por último el brazo que aún se encontraba posado en el hombro de él.

―Yo que sé...

―Bueno, al menos piénsatelo, ¿vale?

―Aja... Voy a ducharme ―dicho esto se levantó de la cama encaminándose hacia el baño.


Noemí no se atrevía a entrar a la habitación de su hija. No sabía qué hacer ni qué decir. Miles de ideas le rondaban la cabeza y una pregunta no pasaba desapercibida en su mente: ¿Cómo se habría tomado lo que había dicho Bruno de ella? Sabía que ambos tenían una gran relación, pero no creía que su hija sintiera lo mismo. Tenía miedo de que la familia que habían construido con tanto amor y cariño se destruyese de pronto con todo lo acontecido en los últimos días.

Ya en la cama siguió dándole vueltas a todo, haciendo que su cabeza decidiera navegar libremente por ideas que no hubiera tenido si todo en aquella familia hubiera seguido normal. Entre ellas estaba una en la que se preguntaba el qué hubiera pasado si Manu y ella nunca se hubieran casado. Llegó a imaginarse esa idea por un instante. Quizás ambos hubieran aceptado trabajar en aquel programa musical que rechazaron y tan solo hubieran sido compañeros de trabajo. ¿Habrían sido capaces de hacerlo brillar? Quizás...

Pero entonces miró a Manu, que dormía plácidamente a su lado y negó con la cabeza. No servía de nada centrar su mente en un: ¿qué hubiera pasado sí? Lo mejor era seguir adelante y enfrentar en familia las cosas que estarían por venir. Se secó unas lágrimas y cerró los ojos, durmiéndose así recordando los primeros días de su hija Maialen.


Nick apagó la luz de la mesita de noche justo en el momento en el que Hugo se tumbó a su lado.

―Buenas noches ―murmuró Nick.

―Buenas noches ―le respondió Hugo tras su espalda.

Tras sus últimas palabras, el joven rodeó la cintura de Nick desde atrás, abrazándole así mientras cerraba los ojos.

―¿Qué... qué haces? ―Preguntó Nick algo nervioso.

―Te abrazo, como otras noches... Pero no te preocupes, si no quieres no pasa nada―. Hugo separó sus manos de la cintura de Nick―. Perdona.

―No, no es eso... O sea, lo que quiero decir es que las otras veces fue porque soñabas con Eva y me confundiste con ella.

―No, eso fue solo una vez. Pensé que tú sabías que... Vale, olvida todo y durmamos. Es lo mejor ―sentenció Hugo con el rostro enrojecido.

―Anda ven. ―Nick cogió las manos del otro y rodeó así su propia cintura, enlazando seguidamente sus manos con las de él―. Buenas noches.

―Bu... buenas noches.


Maialen salió a correr a la mañana siguiente. Sentía la felicidad es cada poro de su piel y no podía evitar sonreír abiertamente al mundo, pese a no estar haciendo su deporte favorito. El único impedimento que encontraba era que no era el momento para hablar con Bruno, al menos así lo consideraba la joven. Él ni si quiera se había enterado de que estaba escuchando, o eso intuía, ya que no lo había vuelto a ver. Pero llegaría el momento, de eso estaba segura. Y cuando este se diera, le haría ver que ella también sentía lo mismo por él.

El camino de regreso a casa, lo hizo saltando felizmente, mientras disfrutaba y canturreaba la música que escuchaba en los cascos.

Había pasado un rato desde que Nick y Hugo despertaron a la siguiente mañana, sin embargo, parecía que ninguno estuviese por la labor de levantarse, aunque aquello pudiese implicar quedarse sin el desayuno del hotel. Ambos acabaron en la misma posición que la noche anterior: Nick se encontraba tumbado boca arriba bajo el cuerpo de Hugo, quien volvía a jugar a darle pequeños besos de gnomo con su nariz para después pasar a darle besitos en la cara.

―Oye, lo de las narices, ¿no eran besos de esquimal? ―Preguntó Nick.

―Y de gnomos ―dijo el otro encogiéndose de hombros mientras le miraba a los ojos atentamente.


Hugo posó sus manos por encima de la cabeza de Nick, apoyándolas encima de la almohada. Volvió a medio juntar sus frentes y a pegar su nariz con la del otro. Tras un rato así, acercó lentamente los labios hacia los de Nick., quien dio un breve suspiro cuando el otro estaba cada vez más cerca.

―Oye, ¿has pensado eso entonces? ―Susurró la pregunta.

―¿El, el qué?

―Lo de aclarar las cosas con Anajú.

Hugo suspiró fuertemente y se tumbó al lado.

―Me piro a cagar ―soltó cuando se puso en aquella posición.

Y dichas estas palabras, el chico se levantó marchándose al baño.

―Qué romántico... ―ironizó Nick en un murmuro, ante las palabras dichas por Hugo, cuando este se marchó al baño.

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¡Hola! Estoy de vuelta con un nuevo capítulo, siento la demora.

Este es un 90% Hunick y un poco sobre Brunalen.

¿Qué os ha parecido?

Espero vuestros comentarios, si lo deseáis.

¡Nos leemos en el siguiente capítulo!

La teoría del IvoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora