Capítulo 12: Segundo primer beso

1.1K 40 15
                                    

El sueño duró poco en la casa de Vicky, empezando por la propia dueña, que se tuvo que marchar temprano enfrascada en los preparativos de varios eventos de baile que tenía con su grupo.

Eva había dormido poco, y cuando llevaba una hora haciéndolo, su móvil le había despertado con una llamada de su novio informándole de que en poco rato llegaba con el desayuno. Por otra parte, fue Anne la primera en levantarse, aunque no por gusto. Las horas que había dormido había tenido el sueño entrecortado, mirando su móvil cada vez que despertaba y comprobando si su amigo le había respondido. Nick fue el último en despertarse, y esto ocurrió cuando escuchó trasteo en la cocina. El joven se levantó para comprobar de quién se trataba y se encontró de bruces con el novio de su prima. Aún no se había quitado la ropa con la que había dormido: llevaba un pantalón de pijama y una camiseta negra de sisas anchas.

―Ah, tú ―tras decir aquello carraspeó al darse cuenta de que aquellas palabras podrían malinterpretarse―. Quiero decir, hola. ¿Y mi prima?

―En la ducha me ha dicho Vicky cuando llegaba. Ella se iba en ese momento.

―¿Y Anne?

―Pues creo que intentaba llamar a alguien ―se encogió de hombros―. Oye, me dijo tu prima que estabas mal, que te fuiste por eso...

―¿Yo? Ah, sí, me dolía la cabeza pero ya estoy mejor...

―¿La cabeza? Creía que decía que era que básicamente te ibas por el váter...

Nick se puso las manos en la frente al escuchar aquellas palabras. ¿Cómo se le había ocurrido a su prima utilizar esa escusa? ¿No era más fácil la del dolor de cabeza?

―Eh... bueno sí, un poco de todo, pero ya estoy perfecto.

―Entonces genial, ¡puedes comer churros que he traído! Solo he traído tres chocolates porque como me dijo eso ayer tu prima no creí que tomases pero si ya estás bien lo repartimos entre los cuatro. ¡Está que te cagas! Bueno, ese no es el mejor ejemplo.

Hugo abrió la tapa de uno de los vasos de chocolate que llevaba, sacó un churro y lo empapó para darle un buen mordisco.

―Es que de verdad, la cafetería "La chincheta" es la que mejores chocolates tiene. Prueba, prueba ―Hugo volvió a embadurnarlo en el vaso de chocolate y se lo tendió a Nick para que le diera un bocado.

―Sí, si ya los había probado otras veces, muy rico como siempre ―afirmó Nick tras probarlo.

El novio de Eva volvió a remojarlo para darle un nuevo bocado.

―Uy, ¡churros! Yo también quiero ―dijo Anne acercándose a los dos chicos.

―Sí, si lo he traído para que comamos, ¡sírvete!

―Que contentilla te veo, ¿con quién dicen por aquí que intentabas hablar? ¿A que empieza por...?

―Pues no. Era con mi amigo Flavio ―se adelantó Anne a la pregunta de Nick.

Eva llegó a la cocina acercándose a su novio para darle un casto beso en la frente, algo que le chocó al joven, aunque no dijo nada, prefirió no darle importancia.

―¡Qué bien, churros! ―Dijo acomodándose en una silla―. ¿No os sentáis?

Nick asintió mientras cogía cuatro servilletas y se sentaba enfrente de su prima. El ambiente en la cocina se había puesto de repente tenso. El único que no se había percatado era Hugo, aunque sí había notado la extraña rareza de que nadie hablase.

―Anda, ahora que me doy cuenta, Anne, ¿tu camiseta es del mismo pijama que Nick? ―Preguntó señalándoles―. ¿Estáis liados?

―¿Qué? ―Anne comenzó a reír a carcajadas ante aquella ocurrencia―. ¡Claro que no! O sea, la camiseta es de Nick pero no hay nada entre nosotros. ¿Cómo se te ha ocurrido pensar algo así?

―Yo que sé, tía. Si me ha dicho Vicky que habías dormido en su habitación y apareces con esa camiseta...

―Porque he dormido en la habitación de mi amigo. ¡Qué cosas tienes!

―Ya... Y me parecía raro porque luego Eva y yo nunca... Bueno, que sí, que no estáis liados, vaya.

―No, no. Ni mucho menos. Nick y yo siempre hemos tenido una preciosa amistad y nos conocemos por Eva. Lo más cerca de tener una relación con él es que fue mi primer beso.

Eva se encontraba bebiendo de su vaso de chocolate y se quedó mirando a su amiga con los ojos bien abiertos pero sin soltar el vaso de su boca.

―¡Pensé que yo había sido tu primer beso! ―Comentó indignada cuando por fin lo soltó en la mesa.

―Bueno, tú fuiste mi segundo primer beso ―afirmó Anne­―. Antes de dártelo probé con él ―señaló a Nick quien afirmaba con la cabeza mientras seguía desayunando.

―Primera noticia que tengo ―dijo Eva fingiendo seriedad y después le sacó la lengua.

―La primera noticia la tengo yo ―afirmó Hugo mirando a ambas chicas y después a Nick.

―Eso fue hace mucho, éramos pequeñas. Salimos una semana, después Eva me dejó porque le gustaba un chico de otra clase al que le escribió una carta que él nunca leyó. Un dramote que teníamos en aquellas épocas...

―Pero eso es pasado ―rio Eva. Después se quedó mirando a su primo―. Nick, ¿es cosa mía o estás hoy bastante serio? Si tú eres todo lo contrario...

―No es cosa tuya ―el joven se levantó­­―. No he dormido bien, si me disculpáis, me voy a mi habitación. ¡Muy rico el desayuno, Hugo!

―Bueno chicos, yo voy a aprovechar para cambiarme e irme, que es tarde ―informó Anne―. Hablamos luego Evita.

Y el silencio volvió a reinar hasta que nuevamente Hugo lo rompió.

―Están liados ―afirmó mientras comenzaba a recoger la mesa―. Primero se ha ido tu primo y luego Anne. Ahí hay algo... ¡Y yo que creía que le gustaba su compañero de clase!

―No están liados ―negó la joven quien terminó de quitar lo que quedaba.

―Si tú lo dices... Oye, una cosa, ¿a tu primo le caigo mal o algo?

―¡Claro que no! ¿Por qué dices algo así?

―No, nada, será mi imaginación. Oye, me parece que yo también me voy a ir, que he quedado con mi amigo Rafa.

―¿Qué? ―Se sobresaltó―. No, o sea, digo... Creía que no solo venías a desayunar...

―Ya, pero lo noté ayer raro y quiero saber qué le pasa. Además, me parece que pasó algo entre él y Anne.

―No digas tonterías ―le advirtió seria―. Llevas hoy ya varias seguidas...

―Tampoco he dicho nada raro. Ella está soltera, él también...

―Tonterías... ―negó Eva.

―Hoy estás rara, te lo digo de verdad. ¡Todo el mundo está raro!

―Hemos dormido poco, supongo...

―Será eso ―se encogió de hombros―. Bueno, luego hablamos, amor ―se despidió con un pequeño roce en los labios antes de marcharse.

La teoría del IvoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora