Después de "Battle Brawlers" #35

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—¿¡Qué!? Pe... pero... -tartamudeaba Shun- abuelo yo...
—No intentes negármelo; tú crees que soy tonto, pero no te das cuenta de que he vivido 60 años más que tú, muchacho estúpido -le respondió con bravura el anciano- ¿cuánto creíste que me ibas a poder ver la cara?
—Abuelo, sólo intentaba...
—¡Ya sé que intentabas! ¡Me doy cuenta de que conocías más a mi propia hija que yo... tu madre siempre insistió!
—¿Pero a qué te refieres con que insistió? -Shun cuestionaba manteniendo la firmeza en su rostro.
—Te lo voy a decir de manera directa, como a ti te gusta: sólo regresarás a buscar el resto de tus cosas, yo no quiero maricas en mi casa -decía el hombre conteniendo las lágrimas- No sabes cómo me has decepcionado, Shun.
El abuelo del chico terminó la videoconferencia, apretando sus puños, y preguntándose cómo había sido que su abuelo se enteró, pero no podía concentrarse mucho, pues la noticia de que su abuelo lo echaría de la quinta, le nublaba la vista, no por temor a no tener un techo; más bien acongojaba al chico bajo la percepción que podría tener su madre ante tal suceso.
No dejó pasar ni un segundo de su tiempo cuando empezó a armar sus maletas; esto resultó sorpresivo para el resto de los peleadores: lo más lógico era Shun quisiera quedarse en la casa de Marucho para alojarse.
—Shun, ¿pero a dónde irás? Puedes quedarte aquí todo el tiempo que quieras -le comentó Marucho- sabes que mi casa...
—Te lo agradezco, amigo. Pero me acabo de dar cuenta de algo: parece que no puedo dejar a la deriva lo que pase en mi vida, -dijo Shun mirando al techo- alguien malvado fue a decirle a mi abuelo lo mío con Dan. Y juro que lo averiguaré.
Shun procedió al gran salón ya con su equipaje armado. Su mirada, lejos de lucir triste como todos lo esperaban, lucía muy llena de rencor e ira. Es como si Shun tuviera que ponerse en los zapatos de las mujeres más maltratadas; no dejaban de rondar su mente las teorías acerca de quién le había dicho a su abuelo acerca de su orientación sexual. Jamás empezó por impartirles a sus compañeros la teoría y práctica del control de su subconsciente, Shun no era perito en la materia, ni mucho menos quería aprender, pero los comentarios de los peleadores no se hicieron esperar.
—Shun, ¿qué se supone que harás? -preguntó Runo.
—Eso es algo que no les incumbe. Saben que puedo cuidarme solo -les dijo cortante-. No saben como les agradezco por todo lo que brindaron a mi estadía en la ciudad. Pero debo empezar a construir mi propio camino; sin mi mamá aquí, no quiero tener a nadie más cerca.
Ese discurso había dejado perplejos a los demás peleadores; parecían haber visto un fantasma.
Shun no comprendía qué era lo que les impresionaba tanto. Él siempre se conoció como el más terco pero más preparado para la emancipación de todo el grupo; pese a tener muchos sentimientos encontrados, pensó que lo mejor sería estar solo por un buen rato.
—Me iré, amigos. Es mi única opción ante lo que, parece ser, mi corto tiempo de vida. Jamás esperé que mi abuelo reaccionara así. Por eso decidí que debo alejarme por completo de las personas. No quiero tener a nadie en mi vida... ni siquiera a... Dan.
El rostro de los peleadores rebotó a un nivel más alto de desconcierto.
—No quiero hacerte dudar, Shun. Pero ¿por cuánto tiempo? -Julie se puso de pie mientras entonaba sus palabras- ¿Que no la lección que tuviste que afrontar para que tu amada Skyress pudiera evolucionar fue asimilar que nadie es autosuficiente? Ni siquiera tú. Déjate de inmadureces y mejor empieza a creer que...
—¡Cállate! -le gritó el de pelo negro a la chica- No quiero sermones. Todos sabemos que las personas no pueden cambiar de la noche a la mañana. Durante el tiempo que estuve en Wardington, me topé con muchas personas que no respetaron mi relación ni mi forma de ser. Todos tenían exactamente el mismo discurso: "tan rudo y le gustan los chicos". Parece que esta vez... no pude con el reto -bajando la cabeza.
Shun abandonó la casa inmediatamente después de eso y se dirigió a la residencia de Dan para comunicarle acerca de su partida; pero en el camino nublado por las nubes de tormenta en el cielo, se topó con el antes mencionado. Y no perdió tiempo para decirle lo que se disponía a contarle.
—Dan, qué bueno que te encuentro. Yo...
—¡Yo lo hice! -exclamó triste
—¿Hiciste qué?
—Yo fui quien le dijo a tu abuelo acerca de ti y de mí. Sé que fue un error pero me fue bastante fácil imaginar que podría aceptarlo tan bien como mis padres.
—¡Pues te equivocaste! -le dijo enojado- ¿crees que ha sido fácil?
—Shun, te juro que mi intención...
—Ahorrémonos los sentimentalismos. Te lo pongo de esta forma: estaré bien -conteniendo las ganas de golpear a su "novio".
—¿A qué te refieres? ¿Y por qué llevas tus maletas? -los ojos de Dan se inundaban.
—Creo que por el momento... habrá que dejarlo en "sólo amigos" -le dijo conteniendo su llanto.
—Shun -comenzando a llorar- me entregué por completo a ti -intentó abrazarlo- ¡No puedes dejarme!
—Es suficiente Dan -quitándoselo de encima- está hecho. Te deseo la mejor de las suertes.
Dan notaba a la distancia la marcha de su amado en medio la lluvia que se cernía sobre aquella ciudad, que ahora lucía más oscura para Dan. Empapado y con lágrimas en los ojos, volvió a su casa con el ánimo acariciando el suelo.
Por su parte, Shun tardó en llegar a ciudad bahía a la quinta de su abuelo en Shinobi, con el único afán de recoger sus posesiones. Simplemente entró sin si quiera mirar al anciano. Pero éste procedió a decir palabra.
—¡Tú te lo buscaste! -entrando al cuarto que le pertenecía a Shun.
—Ahórrate el discurso, vejete -le respondió.
—¡Es suficiente! Toma toda tu basura y lárgate de mi casa.
—Por favor guarda silencio mientras terminó. Mejor anda a tomar té.
—Escucha, niño tonto -lo tomó de su kimono- me debes respeto, soy tu abuelo.
—Guardaré mi respeto para quien se lo merezca -deslindándose violentamente del agarre de su abuelo- y no me llames niño tonto.
—Son los únicos adjetivos que ahora puedo usar para describirte, maricón.
—Parece que has usado otro -volteando su mirada al anciano- ódiame todo lo que quieras, pero te conviene escucharlo de mi boca: amo a Dan -afirmó el chico con una dicción sumamente clara y muy cerca del rostro de su abuelo.
—¡Lárgate de una vez! -le gritó al tiempo que lo cacheteó- ¡Esta ya no es tu casa!
El adolescente tomó su equipaje y salió de inmediato del lugar, y desapareció entre la niebla espesa de las montañas mientras se alejaba caminando de la aldea Shinobi.

FIN

¿Y si no cambiamos nada? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora