Después de "Battle Brawlers" #13

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Tras un largo rato paseándose por el parque de ciudad Wardington, las 7:00 pm se acercaban y Shun recordó que su novio le había pedido que lo llevara a la torre Wardington para poder admirar el fin del atardecer a través de los visores. Dan comenzaba a caminar con dirección a dicho lugar, pero el de ojos ámbar lo detuvo poniendo su mano sobre el hombro de Dan...
-Espera, Dan -dijo Shun cargando en sus poderosos brazos al chico- ¡déjame llevarte por mi cuenta!
Dan no se resistió ni en un instante a ser dominado por la fuerza física de Shun. Él se sentía muy confortado.
Shun llevó a Dan a la torre Wardington en un mágico viaje saltando de copa en copa de los hidratados árboles que había en el camino. Dan miraba hacia el cielo y sentía como el tiempo no pasaba, y se olvidaba de todo y de todos, sólo pensaba en lo feliz y cómodo que se sentía por haberle dicho a los peleadores quien era en realidad, sobretodo a Runo; Dan temía mucho que ella ya no quisiera mantener con ella una relación ni siquiera de amistad.
Por su parte, Shun sentía en sus brazos el cuerpo de su amado, y sabía que lo tenía por completo en su poder, enteramente a su merced. El ninja sentía en aquel instante, una intensa pasión, y pasaban por su mente tantos pensamientos de poseer por completo la anatomía de Dan.
Después de 17 minutos arribaron a la torre Wardington, donde el chico de pelo negro activó el mecanismo de uno de los visores disponibles. Al concluir el tiempo de funcionamiento del aparato, Shun llamó a uno de los dependientes del lugar:
-Disculpe, joven... quisiera rentar el piso más alto de la torre Wardington por una hora -dijo Shun muy convencido.
-¡Pero, Shun!.. -cuestionó Dan.
-Enseguida los llevo, solo esperen un minuto -respondió el empleado abandonando la escena.
-Shun ¡eso es muy costoso! -exclamó Dan.
-Dan ¿crees que el dinero me interesa mucho? -preguntóle Shun a su amado mientras sonreía- todo es muy poco mientras estoy contigo.
Dan instantáneamente abrazó cariñosamente a su novio, mientras éste procedía a pagar la cuenta por el servicio.
Al llegar arriba, ambos adolescente decidieron disfrutar de la comida que del buffet que incluía el servicio; Dan se atacaba de comida, pero lucía muy feliz:
-¡Vaya Dan! No me explico como estás tan delgado... y guapo.
-Mm, Shun. Parece que compartimos la misma opinión uno del otro -dijo Dan mientras terminaba de masticar- ¡Wow! Me siento extraño.
-No necesitas sentir nada que no sea amor; no sabes como deseo que este momento jamás terminé, mi pequeño Dan.
-¡Siento... lo mismo, Shun! -expresó Dan mientras se acercaba al rostro Shun.
-¡Oh Dan! ¡No sabes cuánto te amo! -dijo Shun tomando de los hombros a Dan y levantándose de la silla.
-¡Yo te amo mucho más de lo que tú piensas! -dijo Dan tomando de la cintura a Shun- por favor, nunca me abandones, Shun Kazami.
-¡Jamás lo haré, Dan Kuso!
Ambos adolescentes encendieron el fuego que los hacía sentir el otro, fundiéndose en un tierno beso que iba acompañado de pequeñas frases llenas de amor y deseo que se decían uno al otro al oído. Sin darse cuenta, Dan comenzaba a quitarse su chaqueta roja quedando solo con su delgada playera desmangada amarilla. Eso producía en Shun un sentimiento de mariposas en el estómago y sentía la necesidad de sentirlo por completo.
Shun levantó a Dan pegándolo a uno de los muros de la habitación mientras seguían besándose de una forma cada vez más salvaje. De pronto una voz interrumpió el momento...
-¿Em, disculpen jovencitos? Su tiempo terminó, les rogaré que abandonen el cuarto.
-¿Ah? Claro, muchas gracias -respondió Dan.
Ambos jóvenes abandonaron la Torre Wardington y se disponían a ir a la casa de Dan para que Shun pudiera encomendar ahí a su amado antes de retirarse a la casa de Marucho. En el trayecto, ambos chicos estaban callados; ninguno podía dejar de imaginar lo que hubiesen hecho si el empleado no hubiera entrado en ese momento.
Shun dejó a Dan en su hogar, y procedió a irse a la casa de Marucho.
-Buenas noches, amor -dijo Shun.
Al oír eso, Dan no pudo evitar sonrojarse...
-Buenas noches -respondió Dan con una sonrisa tímida y con las mejillas rojas.

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