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El Clan de Tigres se encontraba apoyando en su dura perdida, a varios de las Manadas del sector. Mingi, macho Omega de su familia, había escuchado las noticias. Un presunto grupo extremista, había estado amenazando y hostigando durante 6 meses, a diversos cambia-formas, solo por una razón en común: que eran hijos de un depredador y "una presa". A Mingi le asqueaba pensar cuan intolerantes eran los de la supremacía de especie. Y lo que lo frustraba era la poca acción de la justicia, quienes minimizaron los mensajes amenazantes e intimidaciones físicas. 

Ahora, después de un ataque masivo en las competencias de invierno; familiares, amigos y simpatizantes, se veían en la triste labor de enterrar a más de 30 jóvenes entre 13 y 18 años. Por ellos las mayores manadas de depredadores, se encontraban allí, dando su apoyo, cuando ya era demasiado tarde, cuando ya inocentes habían muerto. Era una suerte que Mingi no conociera a ninguno de los difuntos, porque tenía muchos compañeros de dos naturalezas, grandes amigos que hubiera lamentado mucho perder. No podía decir lo mismo de algunos presentes, que se encontraban devastados. Debieron ser chicos muy queridos, porque el Tigre podía ver elaborados arreglos de difunto en cada pequeño altar, eran objetos representantes de la personalidad de cada implicado, juntos a retratos hechos por sus seres más queridos, apilados de forma prodiga como un collage tridimensional. 

Al final de la vigilia, los muertos eran cremados y sus cenizas se esparcirían por la tierra, volviendo a ser parte del poderoso núcleo. Uno en especial llamo la atención de Mingi, no porque todos los artilugios estuvieran pintado de dorado y los retratos fueran en carbón, que en si era un detalle artístico magnifico. Lo que llevo al Tigre a esa lapida en particular, fue cierto Leoncito hecho bola a sus pies, emitiendo un lloro desgarrador. El sonido de su lamento seguramente apretaba los propios corazones de quienes estaban a su alrededor. 

-Hey ¿Qué tanto miras rayado? – una leona pequeña pero de contextura poderosa le hizo frente, con los colmillos desenfundados y los párpados hinchados en lágrimas. – ¿Te parece entretenido el dolor de mi Líder? – rugió fuera de sí, abalanzándose con las garras en su máximo esplendor, tomando el esbelto cuello del Tigre. Mingi se retorció, impresionado por la fuerza en el que aquel agarre letal, obstruía su respiración con eficacia. Cuando la bruma de la oscuridad se cernió como un guante en todo su ser, fue cuando su cuerpo reacciono, levantándolo con un grito ahogado del suave colchón en donde dormitaba. 

¡Estaba fuera de peligro!

Todo había sido un sueño. 

Alivio y frustración lo embargaron a la par que frotaba su frente perlada en sudor. Aun sensible por aquel escenario tan realista, Mingi se fijó en su calendario, cayendo en cuenta de que era exactamente 6 meses atrás del día que había soñado ¿Aquello significaría algo? Justo hoy que era trasferido a un nuevo instituto, uno donde únicamente los depredadores asistían. 

•••

Wooyoung estaba realmente molesto, no solo era una pequeña incomodidad o preocupación, para nada, esto que sentía en su pecho, corroyendo sus intestinos de una energía nerviosa que le había impedido dormir todo el fin de semana. Como resultado apenas probó bocado, le dolía la cabeza y sentía sus ojos hinchados, dificultándole ver más allá de su nariz. Su lamentable estado empezó cuando patéticamente se preocupó por San, y solo terminaría cuando con sus propios ojos comprobara que estaba bien. No debería estar alterado por esto, no era de su incumbencia, él no era así. 

Si tan solo lo hubieran dejado entrar al territorio canino, se hubiera ahorrado dos días de angustia. Pero los molestos orejas largas habían prohibido la entrada y salida del lugar, para que la evidencia y sospechosos no se esparciera. A Wooyoung solo le quedaba flagelarse mentalmente por sus fastidiosas emociones. Era un idiota por sentirse de esa forma por un "conocido" que aparentemente repelía con su personalidad y creencias. 

¡No soy un corderito! {Sanwoo} [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora