XII

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Haciendo un recuento de los últimos días, Wooyoung podía notar que había estado de muy mal humor, no solo porque en ese momento las Leonas estuvieran sentadas al otro extremo de la mesa, mirándolo con cautela, sino también porque sus padres le preguntaban todos los días si ya podían recoger el desorden, o seguiría arañando y arrojando los destrozados muebles de su habitación.

–¿Cómo te sientes hoy respetado Lider? - hablo en un tono firme pero cariñoso Yeji, mientras las demás se refugiaban a sus espaldas. El Leoncito rugió aunque se esforzó por hablar, crispando de nuevo a sus primas. La cafetería estaba en un silencio sepulcral, con las mesas prácticamente vacías de no ser por algunos Alfas de otras especies, ósea solo aquellos que no se sentían intimidados por la mala vibra del Líder Omega 

–Sé que estas furioso pero los profesores ya se están quejando, a donde vamos los demás huyen. Somos problemáticos y a veces abusivas, pero no vándalos u homicidas, no queremos una expulsión porque vuelvas a lanzarte a la yugular de una Omega- intervino esta vez Lia. Wooyoung gruñó mientras recordaba a esa Coyote, se había acercado a platicar con otra chica pero se recostó en la mesa de San, dejando su muslo muy cerca del codo del Alfa, que en ese momento se encontraba hablando con un compañero de Manada, absorto en la plática.

–¿Creen que lo hago a propósito, que puedo controlarlo? – las Leonas negaron efusivas. 

-Tranquilo, te entendemos, sabemos que no, solo queremos ayudar- no era común que Ryujin tratara de conciliar, cuando su naturaleza estaba más enfocada en alentar las disputas. Eso solo demostraba que tan mal estaban las osas. 

-No quiero seguir así, he tratado de todo para calmarme, pero lo miro y veo rojo ¡Estoy enloqueciendo! – se lamentó el Leoncito, mirando exactamente la mesa donde se encontraba San. Al menos el Lobo tenía buenos instintos, porque buscaba quedarse a la vista de Wooyoung y alejado de cualquier contacto con Omegas, eso de alguna forma había mantenido al León a raya. 

-En los territorios salvajes el Omega solo secuestraba a su pareja y se apareaba con este así estuviera de acuerdo o no- Chaeryeong era siempre la menos habladora, todas creían que era porque nunca parecía tener una buena idea. 

-No voy hacerle eso a San- suspiro exasperado Wooyoung. -Es joven, demasiado lejano a su madurez sexual. Mi animal interno lo sabe, no quiere aparearse solo...- los Leones no estaban acostumbrados a ser suaves en nada, por lo que el Leoncito no estaba seguro de revelar que solo quería mimos y halagos para sentirse querido por el Alfa, que este le confirmara que eran pareja destinada, que también lo sintiera, que lo quisiera sinceramente ¿por qué era tan difícil? 

La mirada de Yuna brillo en entendimiento, sonriendo en grande.

– ¿Acaso quieres todo lo de una relación convencional? ¿Cortejo con regalos y halago, citas vergonzosas y primeros besos tímidos? 

Ryujin miro a su media-hermana con el ceño fruncido.

-No me voy a burlar de eso y luego golpearte, porque creo que tienes razón. Wooyoung debe ser más suave, porque cuando volvió a clases ayer pude percibir cierto temor en el Lobo, y asustado no van a progresar, y si no avanzan Woo va a seguir destrozando muebles y amenazando Omegas en los baños, y eso es ilegal; bueno lo de golpear cosas creo que es solo si es propiedad pública o algo así ¿pero se entienden el punto, no? 

-Si Ryujin, deja de tratar de ser razonable, parece que cada palabra provoca que se te funda una neurona. Debemos arreglar las cosas con el Lobo o no vamos a volver a la normalidad, quiero dejar de frenar a Wooyoung y por ende que Ryujin tenga que cambiar para equilibrar el frágil balance de agresividad en nuestro grupo, es mucho esfuerzo- dramatizo Lia, llevándose una palma al pecho, sobre actuando su aflicción. 

¡No soy un corderito! {Sanwoo} [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora