XV

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El padre de Wooyoung se encontraba arreglando lo que parecía una pila de expedientes, no era inusual ese tipo de material, pues los Leones, aunque fueran orgullosos depredadores, también eran muy perezosos, por lo que se encargaban de la administración y las finanzas, contratando a otros cambia-formas para el trabajo pesado.

-¿Cambio de personal? - entro el Leoncito a la oficina de su progenitor Alfa, esperando preparar el terreno poco a poco para darles a conocer a San de la forma menos traumática para todos los implicados.

-Mi pequeña bestia, ¿quiere pasar tiempo con su padre acaso? – pregunto el amable Alfa con su sonrisa suave, donde sus facciones maduras y delineadas trasmitían confianza y tranquilidad.

-No es tanto como eso papá, solo quería hacer algunas preguntas- Wooyoung se balanceo en su lugar, esperando a que se le permitiera entrar.

-De acuerdo, ya estás en esa edad. Con la llegada de tu celo y el abrupto arranque de ira ya me imaginaba que habías conocido a tu pareja destinada- el Leoncito palideció, era demasiado pronto para hablarlo directamente ¿Por qué el Alfa tenía que ser tan intuitivo?

-¿Podemos ignorar ese tema, por favor? - el Omega inflo sus suaves mejillas, para luego soltar el aire lentamente.

-Está bien mi pequeña bestia, cuando te sientas seguro al respecto- concedió el Alfa, riendo de esa forma ronca y baja, como un ronroneo constante.

-Quería hablar sobre los cambia-formas solitarios que trabajan y viven en el territorio de nuestra manada, ¿Qué medidas de seguridad se tomaron despuésdel ataque que sufrió la familia de conejos? – como era de esperarse, el padre vio extrañado a su hijo, pues era por lejos, lo que esperaba oír.

-Bueno, que estén en nuestro territorio no los hace responsabilidad de la Manada, solo dimos el testimonio y es cosa de la policía el patrullaje en esos sectores. Nosotros facilitamos obviamente, aunque ahora que lo mencionas, tus primas hicieron algo al respecto- la charla estaba llena de sorpresa para ambos lados. -Convocaron a todas las hembras de la Manada y establecieron rondas de vigilancia nocturna, según lo que me ha contado tu padre han encontrado a más de 10 tigres merodeando los alrededores. Estamos preocupados por una posible confrontación de territorios si esto sigue así.

Bueno, Wooyoung podía entender que sus primas lo hicieran para no ser burladas, nadie entraba a su territorio y hacía lo que quisiera.

-Me hubiera gustado que me avisaran al respecto, nunca me hablan de las cosas importantes.

-Creo que se la razón por la que no lo hicieron- lo dejo así, guardando silencio y retomando su labor antes de que apareciera su pequeña bestia, dando a entender que no se la iba a decir.

-Ok papá, entendí el mensaje, supongo que las confrontare por mi cuenta- refunfuño tomando su camino fuera de la oficina.

-Despídete apropiadamente Wooyoung- una reprimenda serena pero eficaz, que avergonzó al maleducado Leoncito.

-Lo siento papá, últimamente no estoy muy...concentrado- el mayor le sonrió, entendía por lo que estaba pasando su hijo menor, como también lo habían sabido las Leonas, quienes el día que vieron el ataque junto a Wooyoung, percibieron su angustia y malestar. El Leoncito no era consiente que su familia había convencido a toda la Manada para proteger a los cambia-formas de dos naturaleza de su sector, llamando a más de aquella clase, que buscaban protección y una vida estable, por ello la cantidad de expedientes que llegaban diariamente.

-Tratando de convencer a papá sobre tus nuevos muebles, pequeña bestia-ataco Hyo, el chamán de los hermanos y quien lo había apodado de esa forma después de su arranque de ira.

¡No soy un corderito! {Sanwoo} [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora