XI

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Mingi decidió quedarse en su casa por el momento, como hijo mayor sentía el deber de proteger a su padre Omega y a sus dos hermanitos cachorros. Después de todo, fue por su culpa que la policía estaba rondando el perímetro cercano. No tenían nada que ocultar, iba a dejar entrar a esas orejas largas, pero el Líder del grupo se lo había prohibido "No pueden venir a darnos ordenes sin el debido procedimiento" fue la justificación del Alfa. 

Era tan frustrante, luego de que su padre Alfa muriera en una batalla por el liderazgo del grupo, el vencedor, un tigre avaricioso y desagradable, había intentado forzar un apareamiento con su devastado padre Omega, que en ese momento estaba cercano a dar a luz, por lo que esos bebes serían asesinados para que ninguno pudiera crecer como Alfa y por consecuencia, como próximo Líder. Mingi no podía permitirlo, por lo que cargo con su deprimido progenitor, alentándolo en todo el recorrido hasta que llegaron al nuevo grupo de Tigres, que creyó más civilizado y seguro por ser de la gran capital y no de un territorio salvaje. 

¿Quién diría que los problemas volverían a tocar a su puerta? Literalmente. 

Mingi fue bastante estúpido e ingenuo, creer que podría ayudar a alguien, cuando no podía ni ponerse seguro a sí mismo. Debía dejar atrás su complejo de protector y centrarse en su padre, que apenas estaba saliendo de la etapa de lactancia. Estaba enojado por estresar a su devastada familia, por lo que fue él quien recibió a los oficiales, guiándolos por toda su casa, contándoles toda la situación a un Alfa Lobo, quien desempeñaba el rol del detective tranquilo, el bueno; y al ayudante neurótico que no dejaba de insistir en revisar el sótano, siendo el malo que no dejaba de acusarlo. 

Mingi tuvo que explicarles que la casa no era de ellos, y que toda la parte subterránea pertenecía a los túneles de abastecimientos del grupo, por consiguiente, la puerta estaba cerrada pues no estaban autorizados a bajar. 

-Conozco a varios cambia-formas con dos naturalezas, por ello se lo pregunté a Yunho, sé que él fue quien hizo la denuncia aunque no me lo quieran decir-Mingi trataba de hablar con el Detective Hoseok, quien parecía comprensivo, por lo que tenía esperanzas de aclarar el malentendido si se mostraba sincero. 

-Lo entendemos, según su historial no creo que sea correcto tomarlos como posibles sospechosos. Pero el trabajo demuestra que las denuncias de los jóvenes están en los dos extremos, o son exageradas o muy serias, no hay punto intermedio, por ello es mejor comprobarlas cuanto antes-ya estaba terminando la inspección y la entrevista, siendo que tanto él como su padre tenían solidas cuartadas que los dejaba fuera de cualquier ataque o acto de vandalismo. 

-Señor, no debemos irnos sin antes revisar el sótano- Seonghwa se tragó el gruñido que raspaba su garganta, esa Liebre policía de ojos tan grandes que parecía que se le salían de las cuencas y cabello canosos maltratado, parecía empeñado en encontrar algo para incriminar a un Omega que aún se encontraba en reposo. 

-Tendrían que pedirle la llave al Lider, nosotros no la tenemos- con su tono bajo y educado, siguió tratando la situación con cortesía, aunque ayer le había costado cada gota de autocontrol, no ir a gritarle a Yunho por ser un jodido paranoico, casi, solo casi, pensó que el Lobo-Oso se merecía ese futuro dramático. 

-Ya que es tu idea, ve a pedirle la llave al Líder, Bill. Yo te espero mientras termino de hablar con el joven Mingi- el ayudante refunfuño, dándole una mirada dura al joven Omega antes de irse del lugar. 

-Si encuentran algo en el sótano, inculparían a todo el grupo pues es una red y no podríamos hacer nada sin que los demás lo supieran- Mingi tal vez parecía un paranoico, pero en su sueño él se lamentaba por algo en específico, probablemente relacionado al clan donde estaba. 

¡No soy un corderito! {Sanwoo} [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora