XLIII

492 67 13
                                    

Buitres sobrevolaron la bruma negra, llevando en sus patas esferas traslucidas, con su interior agitado en colores, como pequeñas explosiones que refulgian como un magnifico juego pirotécnico. El ser alado tomo impulso, estirando sus grandes alas en todo su esplendor, para juntarlas a su torso en un movimiento constante y sin doblarlas, la elegante acción lo elevaba a una velocidad considerable.

En un último impulso, se permitió dar una vuelta de 360 grados, moviendo su cuerpo de forma fluida, como una brisa ligera. Efectuó una voltereta en el aire, solo que quedo de cabeza, plegando sus poderosas alas completamente para una picada limpia y rápida, donde la gravedad lo atraía con todo su poder. Desafiándola en un instante, cuando sus alas volvieron a desplegarse, sintiendo el viento disminuir de inmediato la velocidad y por el contrario, darle de nuevo altura.

Pero mientras el volvía a las nubes, su preciada carga seguía su trayecto. Atravesó la pared de humo, estrellándose de inmediato con un proyectil de su misma naturaleza, estallando sobre los edificios sin ningún daño, solo aumentando el volumen de la negrura del entorno. El autor del perfecto lanzamiento, bramo su victoria, en un sonido grave y profundo que nacía y se acrecentaba en la garganta del cambia-forma, sin la necesidad de abrir la boca para que suene con fuerza.

Cada bomba, sin que los seres alados se dieran cuenta, fue interceptada de forma impecable. El Buitre a cargo del ataque lo notifico como un éxito, sobrevolando la zona, llamo de nuevo a las águilas para despejar por fin la zona. Estos comenzaron, esta vez nadie recibió un ataque y el humo se arremolinó, desapareciendo con lentitud. La aglomeración en el espacio aéreo de ese sector estaba bastante poblada, con todos listos para atacar apenas estuviera libre.

Tan concentrados que no se dieron cuenta que en la montaña cercana a ellos, se encontraba una roca inmensa y deforme que ayer no estaba en el lugar. La distancia era considerable, tomando desde la ciudad hasta el lugar, 6 horas caminando y un minuto volando. La rocosidad parecía temblar, removiéndose cuidadosamente, revelando de a poco el metal de una catapulta.

Un Búfalo salió detrás del escondite y activo la gran catapulta, que libero tres bombas, una de fuego, otra de sonido y la ultima de somníferos. La esfera traslucida dio de lleno al Buitre al que se le apunto, quien murió al instante, cayendo en picada. La onda de calor se vio amplificada por las ondas de sonido, la cual exploto por el cambio de temperatura. Lo que provoco que como aros, el fuego llegara a cada ser alado alrededor.

Entonces la tercera sorpresa los alcanzo, esta dándole justo al encargado del ataque. Adormeciendo instantáneamente a las aves que ya tenían el principio de un incendio en su plumaje. Los cuerpos pesados de sus atacantes llenaron la ciudad, siendo atravesados por lanzas justo en el pecho, para asegurarse por si sobrevivieron a la caída mortal.

Todos celebraron el éxito del plan, en aullidos, rugidos, mugidos y berreos de trompa, mientras el Búfalo en la montaña alzaba su palma para chocar los 5 con sus camaradas, tres camaleones, quienes adquirieron el color de su piel morena y lo miraron sin expresión alguna, con ambos ojos mirando en direcciones opuestas. Aquellos cambia-formas eran mudos por naturaleza, como los topos eran ciegos. Por lo que se comunicaban de forma diferente, una que solo entre ellos entendían. En pocas palabras, fue un esfuerzo que colaborara con aquella estrategia, que resultó ser un éxito.

Pero el festejo fue corto, y los principales coordinadores de batalla, ya estaban sobre Mingi, informando sobre todos los detalles, esperando a las nuevas indicaciones. El Tigre se concentró sin importar que doliera, solo tenía que decir lo que veía, los demás se encargaban de planear y gestionar, lo que no evitaba que quisiera ya deshacerse de la asfixiante atención de todos

-Hoy es el último día, mañana se retiraran para luchar en el duelo...pero mandaran equipos terrestres otra vez, muy numerosos- una inyección de esperanza, solo tenían que resistir un último ataque, y tal vez si mermaban los números de las aves, darían ventaja en la lucha abierta. -No contamos con los números necesarios para vencer, seremos masacrados. El silencio duro unos segundos antes de que todos comenzaran a discutir entre sí.

¡No soy un corderito! {Sanwoo} [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora