0 9 6 | Lync Volan [6]

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— ¡Hola (T/N)!. — exclamó alguien apareciendo en tu habitación, causando una sonrisa en tí. — ¡ya llegué!.

— Gracias por venir, Lync. — pronunciaste con alegría, mientras que él solamente se sentó a tu lado tomandote ambas manos.

— Sabes que nunca te fallaría. — espeto con una mirada sincera, aprovechando la pequeña distancia lo habías tomado en un gran abrazo.

  Lync Volan era uno de tus mejores amigos, cuando se enteró que te había sucedido un accidente fue rápidamente al hospital en donde te encontrabas, cosa que habías agradecido internamente, ya que nadie más se había preocupado, a excepción de tus padres. Aunque su trabajo en los Vexos complicaba mucho las visitas, el nunca fallaba visitandote cada viernes, justamente este día.

— Te traje chocolates. — alzó una caja de aquel dulce, causando más alegría en ti.

— Muchas gracias, de verdad. — formulaste mientras tomabas aquellos dulces, bajo la atenta mirada del de cabellos rosados. — ¿quieres comerlos conmigo?.

— Esta bien. — el nde orbes azules sonrió.

  Ambos habían pasado todo el día completo, cosa que agradeciste. Él te había contado a cerca de los Vexos, de las batallas que habían tenido en el torneo a lo que solo te dedicabas a sonreír en cada momento. Podrías comprobar que era una de tus personas favoritas en el mundo.

— Bueno, ya me tengo que ir. — este se levantó de su asiento, mientras besaba tu frente. — espero que la próxima vez que venga, ya puedas caminar. — observó tu pierna de reojo.

  Imitaste su acto, habías sido la víctima de un conductor que bebió de más, estabas al menos alegre de haber sobrevivido ese trago amargo.

— Eso espero. — agregaste. — nos vemos Lync. — este asintió para retirarse de la habitación.

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— Disculpa. — llamaste a la enfermera, quienes staba apuntó de irse.

— ¿Si? ¿Que necesitas?. — cuestiono en un tono amable.

— ¿De casualidad no ha venido nadie a preguntar por mi?. — tu tono esperanzado provocó que la enfermera tragar en seco.

— No. — respondió con tristeza, para después irse de tu habitación.

  Ya era de noche, un viernes. Lync no había venido a visitarte, cosa que te preocupó y hasta quizás llegó a entristecerte. El nunca faltaba, y justamente ese día ibas a confesarle tus sentimientos al de cabellos rosados.

— Espero que este bien. — murmuraste observando las estrellas desde la ventana de tu habitación.

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