Esta historia en un principio iba a ser un simple One-shoot, pero ... la historia me gustó tanto que decidí hacer una historia completa.
En ésta historia seguiremos la historia de amor de un dragón y una bruja blanca.
Pero también habrá un objetivo...
La rubia comenzó a sollozar sin control. El hecho de haber revelado uno de sus secreto y que algunos de esos recuerdos que tanto le dolían volvieran a su mente. El extraño. Todo. Todo la hizo llorar con desesperación.
No podía tapar sus ojos con sus manos. Ya que estaban siendo apresadas por una las manos de Natsu Dragneel. El dragon de fuego el cual la hizo recordar, y la hizo llorar desesperadamente.
— Mesedez isildu — dijo en un extraño lenguaje.
La bruja habló en ese lenguaje para que el Dragneel no fuera capaz de entenderla. Ya se veía muy miserable llorando frente a alguien que no era de su confianza. Pocas veces ella mostraba su verdaderos sentimientos.
— Mina egiten dit. Zure hitzak mina egiten didate — sollozó.
El peli rosa se sentía horriblemente mal y arrepentido. La había hecho llorar, además él también se encontraba en shock. Acababa de revelarle que sucedió con su familia y no era algo precisamente suave
Todo aquello...
Era su culpa.
Se sentía mortificado. Tenía ganas de golpearse por ser un idiota. Había metido sus narices en el aparentemente doloroso pasado de la rubia. Se sentía tan culpay sentí tanta compasión hacia la bruja.
Soltó sus manos. Natsu se sentó de rodillas entre las piernas de Lucy la cual rápidamente colocó sus manos sobre su rostro para tapar sus lágrimas y sollozos los cuales trataba ocultar de manera inútil.
— Luce — susurró el Dragneel.
El peli rosa miró con sus ojos entre cerrados a la rubia. Entendió sus brazos y sujetó de los hombros a la bruja la cual no le prestaba atención.
El dragón la cogió de los hombro y lentamente hizo que la rubia se sentara en el suelo. Después, con un rápido movimiento el la abrazó. Colocó su mano derecha en su espalda, y la otra sobre la cabeza de ella.
El peli rosa acercó aún más a la chica de ojos achocolatados juntando aún más sus cuerpos. Él la sentía temblar en sus brazos. Por otro lado la rubia trató de ocultar su rostro en la bufanda de él y apretando con fuerza la tela se su ropa.
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