Corazón de bruja

Kishi to majo

— Bueno — tartamudeo nerviosa la albina colocando su mano sobre la parte de atrás de su cabeza.

Era totalmente conciente de que ahora mismo estaba jugando con fuego, curioso teniendo en cuenta de que hablaba con el rey dragón de fuego, podríamos decir que esta en una situación peliaguda.

Ahora mismo le gustaría poder salir de allí y llevarse a Igneel dejando a Lucy y Natsu allí dentro o simplemente explicarle la situación.

— Por favor majestad, no se exalte con lo que le voy a decir — advirtió la blonda haciendo que el peli roja alzará una de sus cejas con duda ya que no comprendía a que se refería — No estaba espiando a su hijo, o no directamente, si no que mi ahijada la cual está con su hijo.

— ¿Una elfa? — cuestionó el dragon confuso alzando una de sus cejas con duda.

— No, de hecho si te lo digo dudo que me creas — susurró la albina entre cerrando sus ojos mientras desviaba la mirada.

— Por amor de dios, no me digas que mi hijo se ha implicado con una humana — exclamó con cierta indignación el dragon el cual estuvo al borde del grito.

— ¡Por los dioses! ¡Claro que no! Menudo horror—exclamó con falso horror la albina, Mirajane conocía que Natsu estaba saliendo con una humana, al fin y al cabo ella sabía todo por ser una gran chismosa, pero Natsu le mencionó que quería terminar con ella por que no era la indicada según él — Estoy segura de que Natsu nunca se metería de manera romántica con una humana — mintió la albina

— ¡¡Mira-san!!

Se escuchó el grito de una mujer la cual era conocida para la albina era Juvia la cual era seguida por Ultear, Meredy y una molesta Michelle la cual estaba con su aspecto de ataque, sobre todo por su desconfianza.

— Ouh, Levy-san — dijo la ninfa comenzando a ralentizar su paso.

La blonda bajó su mano hasta la espalda de el peli rosa acariciando su espalda con cuidado de no tocar el inicio de las alas del peli rosa además de tener cuidado de no clavarse los cuernos de el en la cabeza.

Desde hace un rato podía escuchar una discusión fuera de aquella habitación, pero entre tanto susurrós con un tono de voz bastante elevado, pero la verdad eso no le importaba mucho.

— ¿Por qué siempre me metes en éstos líos? tu estupido dragon