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  — mierda, mierda, mierda...

se aferra contra el escritorio con una sola mano con fuerza, su cuello tenía una leve capa de sudor y sus labios estaban apretados el uno contra el otro.

— hostia puta...

su brazo se movía de un lado a otro con rapidez haciendo chirriar la silla bajo su peso. sus piernas estaban sumamente tensas al igual que su abdomen y sus brazos. en la pantalla, luzu también parecía estar por llegar aunque mucho más ruidoso que auron, había que decirlo.

ahogó cualquier ruido que pudiera salir de su garganta pero solo lograba que salieran chillidos ahogados que rebotaban en la habitación. respiró sonoramente por la boca y en aquél momento apretó los dientes y se curvó hacia adelante. un escalofrío le recorrió todo el cuerpo haciéndolo temblar por varios segundos hasta que se contuvo.

— ya, ya, ahora a trabajar.

(...)

los nervios carcomían a luzu por dentro. ¿lo habrá visto? claro que lo vió, ahí mismo dice debajo del mensaje. ¿pero por qué no dijo nada? ¿sabrá que fue a propósito? imposible, no tiene por qué sospechar, ¿o si? bueno, si es cierto que nadie comete un error así dos, técnicamente tres, veces y con la misma persona, pero, ¿qué más podía hacer? no podía quitarse a auron de la cabeza aunque sabía perfectamente que a él le iban las chicas, esta era su forma de enviarle una señal para que diera el primer paso, era una forma bastante extraña pero ya que había tomado de se rumbo involuntariamente, no tenía otra cosas más que hacer.

comenzó a sopesar bien sus actos y la idea sonaba cada vez más ridícula en su cabeza a medida que la iba analizando. dios, ¿qué había hecho? tenía que ir a ver a auron, hablar con él y, si auron no le creería, le confesaría lo que estaba pasando, tal vez así él pudiera ayudarlo o como un amigo o un psicólogo, cualquiera de las dos opciones le parecían la correcta.

volvió a mirar el móvil y nada, auron había abierto el mensaje pero no parecía que fuera a responder. necesitaba hacer algo para solucionar las cosas y lo mejor que podía hacer era enfrentarlo cara a cara, así que salió de su casa y se dirigió a la casa en forma de tridente de su vecino.

era un trayecto ínfimo pero lo siento más largo de lo normal y cada paso que daba parecía hundirlo en la tierra más y más profundo. suspiró con pesadez hasta que se vió en la puerta de auron. sus torretas estaban desactivadas desde hace unos días así que no se preocupó. llamó a la puerta y esperó hasta que vió a monica del otro lado con sus cejas muy alzadas.

— miren quien viene a visitar, si es el señor berrinches —, se mofa monica apoyando su hombro en el marco de la puerta —. ¿qué te trae por aquí, alcalde? ay, ¿dije alcalde? lo siento, me confundí.

y sí, seguía siendo una víbora, tal y como la recordaba.

— vengo a ver a auron.

la expresión de monica cambio drásticamente de una mueca juguetona a una expresión frívola e incluso asqueada. se irguió en la puerta y le miró con disgusto.

— no está.

— ¿cómo que no está? —, le interroga luzu exasperado, monica se encoge de hombros —. ¿y dónde está?

— ¿me ves cara de que me importa donde esté? —. suelta un risa completamente falsa para volver a su expresión frívola —. salió esta mañana apresurado y no ha vuelto desde entonces, mas que eso no se ni me interesa saber.

— bien, gracias monica.

una mueca de disgusto fue lo único que apareció en el rostro de la mujer antes de que cerrara la puerta. se dió media vuelta y salió de los terrenos de la casa de auron. ahora ya entendía mejor porque su relación con monica iba por ese rumbo, esa mujer era intragable no como... lana. sus ojos subieron inconscientemente hasta la muralla que bordeaba su casa, por algún lugar detrás de esas murallas estaba lanita, la mujer que en algún minuto pensó que sería el amor de su vida, pero ahora... no, ¿qué estaba haciendo? estaba arriesgando su relación con la mujer a la que más a amado en su vida por un simple capricho. seguramente ni siquiera le iban los chicos, solo que estaba en una etapa donde empezaba a cuestionarse experiencias que jamás había tenido, eso debía ser. pero no, no volvería a caer, no podía perder a lana, ella era la persona con la quería pasar el resto de sus días y jamás sería capaz de hacerle daño. jamás.

wrong number; luzuplayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora