llegaron a casa de auron, por el camino, auron no había parado de vacilarlo con los chocobos pero mientras avanzaban no podía dejar de notar que algo iba cambiando en lolito, lentamente se iba apagando más y más, como si algo mal hubiese ocurrido, auron intentó fingir que no notaba eso, tal vez solo estaba desanimado por no encontrar chocobos, seguramente era eso, sabía que lolito moría por tener uno, ¿debería darle uno de los que estaba criando? tal vez ya se había pasado y debía decirle la verdad. se detuvieron en el puente que atravesaba la laguna frente a su entrada, auron estaba por desbloquear la puerta con lolito dice su nombre suavemente haciendo que se volteara.
— ¿qué pasa? de pronto te has quedado muy callado.
— tengo... tengo que contarte algo —, menciona lolito suavemente —. pensaba decírtelo después pero esto ya no puede esperar.
— ¿qué has hecho ahora? ¿has vuelto a matar a todo el pueblo de karmaland? ¡joder, lolo, que tú nunca aprendes! —, exclama auron apoyando su mano en el hombro del pelirrojo —. mira, el otro día he visto un pueblo lejos, traemos a la gente de allá y ya está, eso si, será un po...
— auron, no es eso —, niega lolito alzando la vista para mirarle a los ojos y, por primera vez, notó una mirada llena de tristeza en el rostro de lolito —. auron, yo... me marcho.
— ¿a dónde? ¿planeas que nos fuguemos unos días? hombre, yo feliz acepto, necesito unas vacacion-
— no, auron —, menciona con suavidad casi sin poder mirarle a los ojos —. me marcho de karmaland.
y algo dentro de él se rompió inmediatamente. intentó mantener la compostura pero sus manos empezaron a temblar, presionó sus dientes intentando evitar el temblor de su mandíbula y frunció el ceño con fuerza pero en cuanto hizo esto, involuntariamente sus cejas se curvaron y sus ojos se empañaron por las lágrimas. apartó la vista de lolito y miró al horizonte intentando desviar su mente del tema pero no pudo. tenía que hablar pero las palabras no cedían, sentía su garganta apretada y lo único que pudo articular fue un tembloroso y casi inteligible "¿por qué?".
— necesito irme, auron, lo he estado pensando muchísimo y este pueblo me hace mal, tengo que salir de aquí antes de que acabe conmigo sobre todo desde que mangel se marchó... debo ir en busca de mangel, no se si lo entenderías porque no estás enamorado pero no puedo vivir sin él, debo ir a buscarle —, suelta apresuradamente intentando disminuir el daño pero cada palabra era como una flecha yendo directamente hacia auron. estiró su brazo e intentó tocarle pero auron se apartó —. entiéndeme, por favor.
negó repetidamente con la cabeza. no lo comprendía y jamás podría, ¿por qué se iba? ¿qué tenía de malo la ciudad? ¿cómo era capaz de hacerle eso? ¿en serio un simple enamoramiento era suficiente para que le abandonara? ¿cómo podía ser tan egoísta? sentía que todo aquello era un sueño, un sueño muy muy malo y solo quería despertar, quería que lolito le dijera que era una jodida broma y que le acompañara a algún sitio, a cualquiera.
— ¿algo que diga te puede hacer cambiar de parecer? —, pregunta con su voz al borde de quebrarse, lolito suspiró sonoramente y le miró.
— ya tomé mi decisión.
respiró con fuerza y sentía como un sollozo silencioso se apoderaba de su garganta. sus ojos ardían y no había nada en ese momento que pudiera hacerlo cambiar de parecer. estaba enfadado, muchísimo.
— eres un egoísta —, escupe con rabia, lolito acepto aquel insulto —. un gilipollas que no piensa en nadie más que en si mismo, un psicopata sin sentimientos, un alcalde corrupto y...
le miró fijamente al borde de explotar. lolito le miró con sus ojos verdes, lucía verdaderamente apenado.
— y el mejor amigo que pude haber deseado.
y rompió en llanto tras pronunciar esas palabras sin poder aguantarlo más. sus piernas temblaron junto al primer sollozo y cayó de rodillas sobre el puente de madera sacudido por la fuerza de sus sollozos. las lágrimas caían por el rostro de lolito silenciosamente mientras miraba a auron, se agachó frente a él y apoyó su mano en su hombro, por un segundo auron alzó la vista para mirarle a los ojos y un segundo después se abalanzó contra él en un abrazo. en su último abrazo.
— siempre serás mi mano derecha.