1: La verdad

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______ POV:

Como siempre, me levanto treinta segundos antes de que suene el reloj que marca un nuevo día en el orfanato, a las seis en punto de la mañana.

Cuando quedan tres segundos para las campanadas, me tapo las orejas con la almohada, preparada para el grito matutino de mi hermana mayor Emma.

— ¡Chicos, despertad! ¡O llegaréis tarde al desayuno!

Poco a poco, mis hermanos y hermanas se van levantando de sus camas. Unos con pesadez, otros con energía. Llevo nueve años, diez meses y dieciséis días viviendo en este orfanato. Lo cual significa que tengo diez años, diez meses y dieciséis días dado que con un año me trasladaron a Grace Field. Desde ese momento vivo la misma rutina de siempre.

De fondo escuchaba los murmullos y gritos de mis hermanos. Es un poco molesto escucharlos cada mañana, pero aun así los quiero a todos.

— ¡Espera! ¿A dónde crees que vas?

— ¡Nunca me atraparás!

— ¡Hey! ¡Dejad de hacer el tonto y vestiros de una vez!

—Emma... ¡No me puedo poner los zapatos!

— ¡No puedo atarme los cordones!

—Esperad, os ayudaré. Tranquilos, no lloren.

Me vestí y pasé por el lado donde Thoma y Lannion jugaban mientras que Gilda los seguía regañando.

Al estar frente a la puerta de la habitación, Eugene llegó justo a tiempo. Se colocó a mi lado y agarró mi mano. Todos mis hermanos nos miraron con sonrisas en sus rostros. Y como todos los días, Eugene y yo nos inclinamos sesenta y cinco grados ante los demás. Ellos, a coro, nos dieron los bueno días. Eugene les sonrió alegremente y yo regalé una pequeña sonrisa. Después de eso, tomada de la mano con Eugene nos fuimos a los baños a cepillarnos los dientes.

Al ver a mis hermanos menores darse los buenos días me di cuenta de que el tiempo pasa volando. Parece como si fuera ayer que mis hermanos mayores me palmeaban la cabeza cada vez que me veían, todo porque creían que era una niña de cinco años muy tierna. Ahora yo soy de los mayores.

Mis hermanos correteaban sin control por los pasillos y parecía que hubiese más gente de lo que aparenta, pero en realidad somos en total treinta y nueve hermanos. Todos de diferentes edades, personalidades y orígenes. Es obvio que no existen lazos de sangre, pero somos hermanos.

Al entrar al comedor, Norman y Ray estaban poniendo la mesa junto con algunos pequeños. Les sonreí y Norman me deseó los buenos días a la vez que Ray me devolvía la sonrisa. Eugene se dispuso a ayudar llevando los platos a la mesa.

Unos segundos después, Emma entró causando otro alboroto.

— ¡Fuehnohs guiahs, Norman, Ray! —Phil estaba montado en la espalda de Emma, agarrándole con una mano su boca e impidiendo que articulara correctamente las palabras.

— ¡Buenos días, Emma! —saludó Norman.

—Fuehnohs guiahs, Emma —se burló Ray.

— ¡Cuánta energía! Y eso que aún no has desayunado —comentó Norman.

— ¿Cuántos años tienes? ¿Cinco años? —Ray tan molesto como siempre.

— ¡Tengo once! ¡Los mismos que vosotros!

Decidí dejar de prestar atención y ayudé a los pequeños a subirse a las sillas.

— ¡Buen provecho!

Aunque no seamos hermanos biológicos, ellos son mi familia y el orfanato mi hogar. Tenemos camas mullidas y cómodas, comida rica, uniforme blanco pulcro, números de identificación en nuestro cuello... y exámenes cada día. Estos exámenes son unos sustitutos del colegio, para que cuando nos adopten no estemos retrasado en las clases.

Cambiemos el Mundo [Rayis x The Promised Neverland]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora