28: Escondido en el bosque

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—En teoría es imposible saberlo en circunstancias normales, pero tú lo sabías. Entonces... ¿Cómo fue que descubriste la verdad?

Presté más atención a Ray. Yo también quiero saber cómo llegó a esa conclusión.

—Ah, bueno. Sobre eso... —Ray tapó su rostro con su flequillo— Solo... Lo sabía... Yo lo sabía desde el principio.

¿Qué? ¿El principio?

—Es cierto, Norman. Bajo circunstancias normales es imposible saberlo. Sonrisas, felicidad, alegría, diversión y una vida pacífica te nublan la vista ante la verdad. ¿Habéis oído hablar sobre la amnesia infantil?

—Nop.

— ¿De qué se trata?

— ¡Oh, me suena mucho! —levanté la mano entusiasmada, pero la bajé tímidamente— La verdad es que Michelle y Olivia me lo explicaron una vez, pero no recuerdo bien qué me dijeron...

—Está bien. De eso se trata la amnesia infantil —Ray se sentó a orillas de la cama y yo me senté de nuevo en la silla—. ¿Qué tan atrás en vuestros recuerdos podéis llegar? ¿Cuál fue vuestro primer recuerdo de la infancia?

—Pues... —pensó Norman colocando una mano bajo su barbilla—. Creo que alrededor de los tres o cuatro años.

— ¡Yo también!

— ¡Digo lo mismo!

—Eso pensé. Generalmente la gente pierde los recuerdos de cuando era un bebé. A eso se le llama amnesia infantil. Pero a veces hay raras excepciones y pocas personas mantienen esos recuerdos.

—Ray... —susurró Norman.

—Eso significa... —Emma abrió los ojos en grande.

—Increíble... —murmuré impresionada.

—Aún recuerdo cosas de cuando era un bebé.

Esto es impresionante. Ray es parte de esa minoría que aún conserva sus recuerdos. Desde ese punto fue que logró iniciar este plan desde el principio.

—Mi primer recuerdo es estar en agua caliente, en un lugar muy oscuro. Recuerdo la voz de mi madre cantando vagamente una canción de cuna cada vez que podía. Nunca conocí a mis padres... Colocaban nuestras cunas en fila, como una fábrica de bebés. También había otras Mamás que cuidaban de nosotros hasta que cumplíamos un año. Ahí es cuando nos enviaban al orfanato. Recuerdo a una mujer mayor, con arrugas y moño de abuela. Todos esos fragmentos me ayudarían en el futuro a descubrir la verdad.

Los tres estábamos en silencio escuchando atentamente a Ray.

—Luego, esa misma mujer nos organizaba para implantar los rastreadores en nuestras orejas. Nos dividieron en cinco grupos. Recuerdo que ella me llevó al orfanato por un túnel oscuro y me entregó a los brazos de Mamá.

— ¿¡Recuerdas el año anterior de tu llegada al orfanato!? —preguntó Emma sorprendida.

— ¿Y eso te impresiona? —pregunté incrédula— ¡Ray incluso recuerda cosas desde antes de nacer!

—Sí —contestó Ray.

—Entonces, lo que quieres decir es que más allá de la gran puerta no está el mundo exterior... —razonó Norman.

—Sino los cuarteles generales —completó Ray.

—Pues vaya suerte —dije yo—. Si escapamos por ahí, la seguridad será máxima.

—Así es. Una vez que llegué al orfanato, no entendía por qué mis recuerdos no coincidían con la realidad de esta vida. Tan pronto como aprendí a leer, comprendí lo que estaba pasando. Mis recuerdos no eran invenciones mías. Habían pasado de verdad. Las reglas de no acercarse a la valla ni a la gran puerta, las ventanas enrejadas, números de identificación en el cuello, comida exquisita, ropa pulcra, comodidades... Es la realidad del orfanato en que vivimos lo que es una mentira. Finalmente, a los seis años decidí preguntarle a Mamá. Por un momento dejó esa expresión cálida y amorosa que siempre nos muestra. Ahí supe que estaba en lo correcto y decidí hacer ese trato con Mamá. Pasaron los años y aquí estamos. Eso es todo.

Cambiemos el Mundo [Rayis x The Promised Neverland]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora