1: La verdad (Parte 2)

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Ninguno de nosotros vivirá aquí por siempre. Todo está preparado para que una familia nos adopte antes de cumplir los doce años.

Cuando Norman consiguió ganar de nuevo en Las Traes, decidimos descansar y pasar el rato en la biblioteca. El tiempo se nos pasó volando y la hora de la recogida de Conny se acercaba. Fuimos todos juntos a ver a Conny.

— ¡Conny! ¿Ya estás lista? —Emma abrió la puerta bruscamente.

Algunos de nuestros hermanos ya estaban en la habitación. Anna y Marnya sonreían. Don y Dominic la miraban orgullosos.

Ella estaba vestida con la típica ropa que los adoptados utilizaban al encontrarse con sus futuros padres por primera vez: Chaqueta azul marino y chaleco color canela formales encima de una camisa blanca. Falda color café y un sombrero blanco con una cinta azul rodeándolo.

— ¿Cómo me queda? —preguntó ella un poco insegura.

— ¡Te queda genial! —Emma halagó.

—Estás preciosa, Conny —completé yo.

—Seguiré esforzándome mucho, aunque deje Grace Field. ¡Estaré bien! Después de todo siempre tengo a Little Bunny conmigo —abrazó a su conejo de peluche—. ¿Sabéis una cosa? Little Bunny es único en el mundo. Mamá hizo este tesoro solo para mí. Soy algo lenta, no soy tan lista y tampoco soy tan valiente y genial como ustedes... ¡Pero quiero convertirme en una Mamá cuando crezca, tan buena como nuestra Mamá! ¡Y luego, nunca, jamás, me separaré de mis hijos!

Emma se emocionó y apretó a Conny en un abrazo de oso. Luego la abracé yo y le susurré al oído.

—Tú también eres increíble, Conny. Nunca lo olvides —ella me agradeció abrazándome más fuerte.

Siempre he pensado en lo que haré cuando salga del orfanato, pero no tengo muy claro lo que quiero ser. ¿Doctora? ¿Ingeniera? ¿Artista, científica, escritora, maestra? No tengo ni idea. Por eso intento pasarla bien en los años que me quedan aquí, ya me preocuparé de lo que quiero ser cuando crezca. Pero si fuera posible, me gustaría quedarme aquí, en el orfanato. Ya soy feliz y no necesito nada más.

Ninguno de nosotros conoce el lugar donde nació, ni los rostros de nuestros padres. Para la gran mayoría de nosotros, encontrar una familia con la que quedarnos es una idea emocionante... Pero al ver como Mamá y Conny cruzaron esa puerta, me recordó que las despedidas son muy dolorosas.

Llevo nueve años despidiéndome por última vez de mis hermanos. Tengo diez años, pero Norman, Emma y Ray tienen once. Les queda poco para tener doce años, la edad máxima. Les queda poco tiempo para abandonar el orfanato.

Ya había caído la noche y los hermanos mayores limpiábamos los suelos del comedor, todos menos Don, quien era el más afectado por la marcha de la pequeña y se encontraba en su cama. En un momento dado, Emma dejó caer la escoba al suelo y luego gritó.

— ¡Conny! ¡Te lo has dejado aquí! ¿Cómo pudiste? ¡Después de contarnos lo importante que es para ti, te lo has olvidado! —dijo sosteniendo a Little Bunny— Conny vivía más en las nubes que en la tierra, pero, aun así, ¡esto es una locura! ¿Qué deberíamos hacer?

— ¿Se habrá ido ya? —preguntó preocupada Gilda.

—No lo creo —dijo Ray—. Hace poco vi luces encendidas cerca de la gran puerta desde la ventana del baño. Mamá llevó a Conny y aún no ha regresado, así que posiblemente Conny no se ha ido todavía.

—Vamos a llevárselo —sugirió Norman—. También podríamos decírselo a Mamá y ella se lo enviaría. Aunque estamos hablando de Conny y lo mejor para ella es que cuanto antes lo tenga, mejor.

Cambiemos el Mundo [Rayis x The Promised Neverland]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora