Cambiemos el Mundo [Rayis x The Promised Neverland]

21: La información de Krone

Después de lavar los platos, Norman, Emma y yo quedamos en visitar a nuestra nueva aliada por la noche. Tocamos su puerta y ella nos abrió.

—Adelante, pasen. ¿De qué es lo que queréis hablar?

— ¿De verdad vais a ir? —preguntó Gilda muy preocupada.

Inmediatamente después de entrar a casa nos reunimos con Ray en la biblioteca para reorganizarnos.

— ¡Pero es la hermana Krone! ¡A lo mejor es una trampa!

—Estaremos bien, ya sabemos lo que el enemigo quiere —tranquilizó Norman.

—Su objetivo es acercarse a nosotros para descubrir alguna pista y jugar en nuestra contra —dije yo.

—Exacto. Nuestro deber es prevenir que eso pase —acordó Norman—. No confiaremos en ella y no le dejaremos obtener ninguna prueba. En cambio, nosotros cogeremos nueva información.

—Tenemos que aprovechar cualquier ventaja, chicos. No se preocupen —dijo Emma agarrando los hombros de Gilda y Don.

—Recuerden que no hay garantía de que ella os diga completamente la verdad —advirtió Ray.

—Lo sabemos —respondí—. Tal vez diga alguna mentira, pero hay que exprimir la oportunidad al máximo.

Obtendremos información y diremos mentiras. Solo hay que evitar darle pruebas.

—Vamos, chicos. Pueden preguntar lo que quieran —inquirió con una sonrisa genuina.

— ¿Responderás a cualquier pregunta? —se aseguró Norman mirando de reojo a la puerta.

— ¡Claro! Cualquier cosa. De la granja, la sede, los transmisores...

—También preguntas como... ¿Qué se siente al ser un adulto que asesina niños?

Norman, como líder de la misión, se colocó en frente de la hermana Krone, de forma que nos protegía a las dos y empleaba su papel de mediador. Las preguntas que respondería Krone ya estaban anteriormente preparadas. Es imposible que la hermana nos atrape. Y, aun así, ella quiere integrarse con nosotros, ser nuestra aliada. Pero la verdad es que la hermana Krone solo nos quiere ver muertos.

—Sí. Puedo responder eso y cualquier cosa que quieran saber —los movimientos de Krone eran muy exagerados, se estaba burlando de nosotros.

—Entonces... Enséñanos esa cosa —dijo Emma extendiendo la mano—. Enséñanos el aparato que utilizan los adultos para localizarnos.

—Oh. Claro —aceptó ella sacando su reloj de bolsillo y entregándoselo a Norman.

Norman lo abrió y nosotras nos acercamos a ver.

—Es bastante simple, ¿no crees? No puedes identificar individualmente a un niño con solo mirarlo —ella se cruzó de brazos—. Estoy impresionada de que sepan sobre esto.

El reloj tiene la misma forma que mi reloj de bolsillo. En cambio, cuando lo abres, en vez de mostrar la hora, había una pantalla que demostraba un mapa de la casa con varios puntos de luces.

—Mamá nos lo mostró una vez —dije yo—. Pero no sabemos dónde están ni cómo destruirlos.

Ella me miró con una ceja levantada. Tendré más cuidado cuando mienta.

—Y por eso no pueden escapar...

—Tú lo sabes, ¿verdad, hermana Krone? —inquirió Emma.

—Sí. Lo sé. Se localizan aquí, en la oreja izquierda, por esta parte —se señaló ella misma la oreja—. No sé cómo destruirlos, pero no se los aconsejo. Si lo hacen, el rastreador saltará la alarma y avisará a los cuarteles generales.