2. Que bueno que es viernes, no aguantaría si fuera lunes.

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Tomé a Maura del brazo y la empujé dentro del salón con tanta fuerza que cayo al suelo entre los pocos compañeros que se habían quedado viendo el pasillo. Oí como alguien ahogaba un grito y me llamaba, pero lo ignore cerrando la puerta del salón con tanta fuerza que el vidrio de en medio se quebró.

Me volteé invocando el martillo en mi dedo y apreté los dientes buscando dentro mío aquel frágil interruptor de poder. Carsten camino hacia donde esa cosa se estrello con cautela, había desenfundado su espada negra y podía sentir como todo su cuerpo emanaba poder. Se detuvo en la figura pequeña y brillante al final del pasillo y mire el agujero en la pared con frustración.

Hace algunos meses que tenia que lidiar con los problemas de ser un dios peleando con los monstruos que se creían con la capacidad de derrotarme, pero siempre intentaba limitar la destrucción a algo que nadie notara demasiado. Ahora, mirando el agujero del tamaño de una auto en una pared de hormigo pensaba si realmente podría convencer a alguien de que no estaba ahí.

Y pensaras, seguro nadie sabe que eso lo hiciste tú, Fryssa, cálmate. Pero como si fuera poco sentí un chispazo detrás y al mirar vi a mis compañeros de clase apuntando sus teléfono en mi dirección y empujándose por ver lo que sucedía en el pasillo.

Y ahí va mi mala fama. No es quien te cree, es quien te vio.

Fruncí el ceño y con un parpadeo freí todos los teléfonos a la vez. Lo lamentaba, seguro a sus padres les costaría un buen dineral pagarlos, pero a mis nuevos padres les costaría mucho explicar como yo hice estallar una pared.

Suspire, miré el techo cubierto de luces blancas y también las hice estallar mientras caminaba hacia Carsten que se había quedado parado mirando la figura y pasando el peso de su cuerpo de un lado al otro.

-¿Qué es?-pregunté mas para que decir algo por encima de los gritos de indignación que por no ver la figura.

Frente a nosotros había un luz poderosa y blanca, tan difícil ver porqué quemaba así que debía entrecerrar los ojos. Estaba suspendida en a pocos centímetros del suelo iluminando todo el pasillo que yo deje a oscuras y ni siquiera parecía moverse o...esta viva.

Era tan extraña que me quede mirándola de reojo para entender.

¿Por qué algo así cruzo la pared si ni siquiera parecía tener solidez?.

Y luego, la respuesta llego como un gruñido rasposo a nuestras espaldas que prácticamente me hizo saltar del susto.

-¡ESO ME PERTENECE!.

Me volteé con una oleada de pánico sacudiéndome los huesos y mire una enorme cabeza gris asomar su ojo por el agujero de la pared sin atreverse a entrar por lo estrecho del pasillo.

Trague duro. Cada vez que veía a un gigante tenia que recordarme que era un dios, no podía correr lejos y gritar de pánico.

-Oh, por dios-exclamé apretando el martillo en mi mano.

Carsten a mi lado soltó una risita tonta y lo miré.

-Deberías decir: "oh por mi"-a pesar de estar en la misma situación que yo parecía divertido mirándome con la mano en el mentón-, o "oh por ti".

Le lance una mirada molesta.

-¿En serio consideras que este es el momento de corregirme exclamaciones?.

-Hablas muy mal-se encogió de hombros y sonrió- y me parece correcto corregir cosas como esas antes que se te haga costumbre hablar así.

Abrí la boca para bufar y insultarlo, pero el gigante del agujero perdió la paciencia y grito tan fuerte que el suelo se sacudió.

El Cuerno del Fin del Mundo [#2] ✔️.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora