CARSTEN.
Fryssa era un imán de problemas. Ya se que lo dije, y varias veces, pero nunca falta el momento para decir que literalmente los problemas caen frente a ella, y como si fuera poco ella responde de la peor manera posible, atacando.
Cuando llegamos a Savrtalfheim ya estaba harto, no podía dejar de pensar que me había metido en un enorme problema solo por seguirla y tenía el estómago revuelto a punto de salirse por mis ojos. Odiaba los viajes entre mundos.
Lance todo lo que tenía dentro a el suelo y sentí el sudor bajar por mí rostro. La sensación de presión en mí cabeza me hacían pensar que con cada arcada el cerebro y los órganos ibas a salirse por mis oídos como plastilina. Deseaba que lo hiciera.
El mareo era insoportable.
Cerré los ojos con fuerza, respiré profundamente varias veces y luego... Más arcadas. Oh dios, cuando iba a terminar.
—Tranquilo—una mano dura y grande dio varias palmadas en mis hombros y sentí que me seguían exprimiendo los órganos—, ya llegamos.
—Claro—dije alzando el dedo, casual—, dame un minuto, mis intestino está enrrollándose.
Le lancé una mirada a Fryssa enderezándose y volviéndose a doblar en dos por las arcadas, todo su rostro estaba rojo por el esfuerzo y sus ojos permanecían cerrados con fuerza. Inhaló, exhaló y alzó la cabeza tan sorprendida que me enderece solo para mirar como movía la nariz olfateando y sujetaba su estómago.
Conocía esa sensación compartida en la boca del estómago y no pude evitar lanzarle una mirada incrédula.
¿¡En serio tenía hambre!?.
Se volteó buscando la procedencia del olor que ahora identificaba como carne a la parrilla y sus ojos miraron enloquecidos al hombre de metro y medio con barba y una envoltura en sus manos.
Se acercó a él.
—¿Eso es shawarma?.
El hombre la miró como si estuviera loca.
—¿Si?—respondió apartando la envoltura por si ella decidía arrebatárselo.
—¿Dónde...?—se detuvo dándose cuenta que parecía desquiciada y aliso su falda con falsa calma—¿Podría indicarme dónde puedo comprar uno?.
El hombre la miró confundido y me acerqué caminando como Bambi recién nacido, tenía que intervenir pero mí estómago aún no volvía a su sitio anatómicamente natural.
El hombre me miró con una ceja alzada y termino por entrecerrar los ojos.
—¿Qué haces?—pregunté intentando no vomitar frente al pobre hombre.
Fryssa rodó los ojos.
—Le pregunto al hombre dónde venden shawarma.
—¿Para que quieres shawarma? No estamos aquí para comer.—El hombre comenzó a mirarnos de hito en hito, claramente buscando una vía de huida, pero cuando lo intento Fryssa lo detuvo poniéndose en medio.—Déjalo ir. No es momento.
—¿Es broma? Siempre es momento para comer.
—Yo...—comenzó el tipo con una mueca—, debo irme.
—Muy bien, pero señálame donde venden el shawarma—y luego frunció el ceño como si hubiera recordado algo importante. Me miró—¿Crees que haya descuento para dioses? No tengo mucho dinero.
Encogí los hombros, aunque no estaba seguro también me causaba curiosidad saber que clase de beneficios teníamos por salvar el mundo. Aunque irónicamente yo debía destruirlo, pero de eso nadie se tenía que enterar.
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El Cuerno del Fin del Mundo [#2] ✔️.
FantasyComencemos por el principio, en vacaciones, durante aquellos calurosos días de Enero, mi hermano pequeño encontró un elfo herido dentro de una cueva extraña, me pidió ayudarlo y encontré un anillo. Yo creo que fue ahí cuando se desenlazo la historia...