7. Nunca, nunca, dejen que Loki los ayude a escabullirse en una casa.

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Dos horas antes de que el alba comience a aparecer me escabullí por la ventana de mi habitación y volé con el dragón hacia la casa de Carsten.

No lo habíamos acordado pero yo suponía que debíamos juntarnos antes de la hora para ir a ver a Warren. En serio comenzaba a serie que necesitaba un teléfono con urgencia. Pero en cuanto llegue y me detuve a sobrevolar su casa me di cuenta que no había ni una sola luz encendida.

Eso podría significar dos cosas, o estaba en el sótano con Sunny o se había dormido. Rogué que fuera la segunda.

Le indique al dragón que aterricé y ambos saltamos del susto cuando las luces con sensores de movimiento se encendieron de golpe. Oí ruidos y por último un gruñido proveniente de la ventana más alta de la casa.

Mire como la luz se encendía y dos siluetas se levantaban contra la cortina. Enfoque mí atención en la luces, sentí un leve cosquilleo en la nuca y las apagué con un simple parpadeo buscando alguna señal de los padres de Carsten.

Oí voces y las luces de la cocina se encendieron de repente. Había alguien. Retrocedí indicándole al dragón que se esconda detrás de un arbusto y me coloque de manera que pueda cubrirlo con mí delgado cuerpo. Era una broma si alguien no lo veía pero debía intentarlo.

Me asombré por el arbusto mirando la puerta abrirse antes de volver a esconderme con el corazón acelerado. Los padres de Carsten no sabían nada de los dioses, eran normales y ordinarios ¿Por qué creí que simplemente podría aterrizar y tocar su puerta?.

Puse la mano sobre mí boca para que no se oigan mis respiraciones aceleradas y le hice señas al dragón para que se mantenga en silencio.

—¿Qué ves?¿Un ladrón?¿Un asesino?—esa era la voz de madre de Carsten, chillona y alta. Si hubiera un asesino ella lo espantaba con esos gritos de opera que tenía.

Me asomé para verlos desde mí escondite y encontré que ambos estaban en batas y sostenían objetos como un bate y una zapatilla.

El padre suspiró e intentó encender las luces de nuevo. Apreté los dientes sin permitir que la energía avance y lo oí gruñir tecleando con insistencia.

—No hay nada—dijo al cabo de un rato—, las luces debieron fallar.

—¿ Y sino?¿Y si hay alguien?—preguntó si esposa paranoica.

—Oh por dios, Marie, quien querría algo de nosotros—mire de nuevo justo para encontrarme con el padre guiando a su esposa nuevamente adentro y suspiré agudizando el oído por si volvían—. Si quieres pongo la alarma.

—Si, es lo mejor—oí decir a la mujer antes de que un leve ruido llene cada eco en toda la casa.

Espere en silencio que las luces se apagaran y solté aire sintiéndome la más novata de todos.

Tendría que andar con cuidado por las alarmas. Genial. Y la mejor parte era que no fue la primera vez que cometí ese error.

Exhalé y me acerqué al dragón para indicarle vuelva a su forma de pato. Sería más sencillo si no tenía un cocodrilo gigante pisándome los talones.

Lo tome del lugar donde cayó al transformarse y caminé hacia la casa metiendomelo en el bolsillo de la campera con tanto sigilo como podía.

Me acerque a la ventana de la cocina con cuidado de no encender las luces no activar la alarma, sentía los nervios de punta y la energía de la casa vibrando bajo mi piel como hormigas asesinas. Las cortinas blancas estaban corridas por lo que no me dejaban ver nada, el ventanal cerrado con pestillo y la puerta dudaba que esté abierta para mi.

El Cuerno del Fin del Mundo [#2] ✔️.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora