22. Lo llamaremos "El innombrable", como Voldemort.

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FRYSSA.

Ya no se podía confiar en nadie. Pero una cosa era segura, cuando encontrara a Skadi la felicitaría por divorciarse de Njörd, luego, claro, de que aplaste mi cabeza por olvidarme de rescatarla en primer lugar.

Las cosas podrían haber salido mal, eso siempre es una opción, pero de la manera que salieron tampoco me dejo muy satisfecha.

Pero volvamos al origen del problema, el momento en que el dios de los mares y los pies bonitos salió de la habitación y nos dejo a Carsten y a mi en un cuarto del terror, y para colmo había huido como una rata embustera.

Carsten se reía. Lo sentía detrás mío blandir su espada y contener las palabras "te lo dije" como si buscara el momento indicado para recordármelo. Y sí, también fue mi culpa confiar en el dios que me secuestro, me trato bien y me dio comida, cualquiera pensaría que secuestrar perros sería mas fácil pero no. Yo era aun más fácil de secuestrar.

Muy bien, la cosa fue que aquel sonido parecido a un elefante golpeando el lateral de la cabaña a la que nos habían llevado termino siendo el complicado engranaje de una jaula hecha especialmente para nosotros, porque en cuanto intentamos salir por donde vinimos un par de barrotes cayeron desde el techo y, ¡plaf!, dos dioses servidos y sazonados para el fin del mundo. Carsten dijo algo que provocaría que cualquier madre le lavara la boca con jabón y desinfectante y yo... bien, puede ser que también haya dicho groserías. No éramos los mejores modelos a seguir, era quizás la tercera vez en un año que nos metíamos en un jaula a voluntad.

Muy idiotas, ya se.

Nos quedamos cerca unos minutos, caminando por la jaula como leones a punto de destrozar todo. Quizás Carsten no pero yo, rayo sí. Iba a volar todo, a perseguir a Njörd como la bruja de Salem a Scooby Doo y luego iría por shawarma para llevar.

Carsten me lanzo una mirada ceñuda.

Bien, sin el shawarma.

—¿Muy bien, genio, ahora que hacemos?—preguntó él.

Lo miré ofendida.

—Te parece que es el momento para echarme en cara que esto es mi culpa.

Él alzo los brazos junto con los hombros y los dejo caer con un bufido.

—Es que no veo mejor momento, luego se me olvida.

Rodé los ojos y me volteé para ir a probar otra salida. Estaba en todo su derecho de mofarse de mi pero la preocupación de que Louisa muera por mi culpa era mas importante. Njörd me había mentido, seguramente ni tenia la dichosa cura para la flecha envenenada, así que tenia que buscar a quien la tenga, dársela para que sobreviva y luego perseguirlo hasta los mas recónditos lugar de los 9 mundos.

Exhalé y miré la puerta por donde Njörd se fue con cierto recelo, también habían caído barrotes ahí así que no podíamos huir, pero si podíamos ver como tres personas de baja estatura se acercaban con palas, martillos y picos en las manos. Y aparte, el dios del mar permanecía a un lado. Era cauto, estaba lo suficiente lejos para que electrocute su trasero pero no tanto para descuidarnos.

—¿Por qué lo haces?—pregunté cuando giro el rostro en mi dirección.

Tragó saliva, estaba muy segura de que temía a algo o dudaba. Junto las manos y jugo con el anillo en sus dedos antes de voltearse hacia los hombres señalándonos indirectamente.

—¿Entonces esta jaula puede retenerlos?.

Uno de ellos, el de barba extremadamente larga y pala mas alta que él, me miró con irritación y luego al dios a su lado.

El Cuerno del Fin del Mundo [#2] ✔️.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora