6. Hoy leemos Romeo y Julieta un tanto más trágicos que de costumbre.

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Cuando cayó la tarde, a eso de las cinco y tanto, decidí que era mejor irme. Y no por no preocupar a mis nuevos padres sino porque Sunny era irritante de una manera que ni siquiera podía pensar.

Subí las escaleras por tercera vez en el día con Carsten siguiéndome y me detuve en la puerta para espiar que no haya nadie husmeando.

Salimos a la planta baja de la casa y me guíe hacia la conocida cocina para llevarme comida antes de encaminarme hacia el patio trasero.

-¿Tienes alguna misión?-preguntó Carsten con el ceño fruncido.

Negué metiéndome un bocadillo de cebolla a la boca, salí al suave y húmedo césped y caminé, por respeto, hacia el cráter de plantas quemadas donde había aterrizado la primera vez.

Saqué el pato de hule de mi bolsillo y lo lance a la tierra para que vuelva a su forma original.

-¿Cómo es que siempre tienes hambre?-se quejó mí amigo sosteniéndome la bolsa con pan y mostaza que me había preparado para el viaje.

El dragón abrió sus ojos, enormes y amenazantes, en dirección a Carsten. El chico lo miró con ironía e ignorando mi mirada le lanzó el contenido de la bolsa. Ya llevaban meses intentando entablar una forzosa amistad con la comida como soborno.

Mi estómago gruñó en protesta, pero no dije nada cuando vi al dragón deborar todo como si no comiera lo suficiente.

Todos los días le daba comida para perros o sobras de la heladera pero no estaba seguro de que aquello le hiciera bien. No sabía que comían ese tipo de... Animales y Wikipedia no decía nada hacer a de dietas para lagartos extintos.

Me aparte para dejarlo terminar en paz y mire al cielo casi oscureciéndose.

-Vendré para el Alba-informé pensando en la nueva mentira que debería decirle a mis nuevos padres. Cómo siempre, no lo merecían, pero no tenía más opciones.

Carsten asintió con un frío extraño en sus ojos y oímos como la puerta de cristal que había cerrado volvía a abrirse.

-Deberías quedarte a protegerme-Sunny, además de ser la hija del sol, era una pulga insufriblemente mandona. Ambos soltamos aire evitando mirarla y ella camino hacia donde nos encontrábamos-, sus dioses lo harían.

-Vete con los dioses entonces-gruño Carsten harto.

-Ustedes son los dioses-escupió la niña a la vez que en mi cabeza la idea de Carsten apareció como un pergamino para leer:

¿Podemos matarla?.

Era tentador, mirándola mejor era casi un sueño... pero destruiríamos el mundo, así que no.

Su rostro reflejo la decepción y asentí. Aquellos eran sacrificios verdaderos.

Sunny, ignorándonos, camino hacia el dragón y lo miró con asco.

-¿Viajaras en esto?.

La enorme bestia alzó la cabeza para mirarla de arriba a abajo y le bufó lanzando moco, como si devolviera el gesto.

La niña retrocedió asqueada y me reí.

A veces amaba ese bicho.

-¿Espera, tu no vas con ella?-

Preguntó Carsten con asombró. La niña lo miró con inocencia y negó haciendo que mi amigo gimoteé.-¿Por qué?.

Le lance una mirada de odio.

Si lograba que esa niña vaya conmigo juro que haría que todos los días de su vida llueva ácido encima de su cabeza.

Aunque no fue necesario porque Sunny tampoco quería venir conmigo.

El Cuerno del Fin del Mundo [#2] ✔️.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora