14. A la pelea en Pijama, cuidado con mis gatitos tiernos.

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Ver un lacer rojo salir de la antena no podía ser bueno.

Aunque... quería que lo fuera.

Mientras corríamos hacia las puertas de metal me figure que aquello en realidad era el visto bueno de que Sunny subió con éxito al cielo junto con su madre y que en realidad la luz era la gratitud de la diosa.

Pero no, el rojo siempre significa malo.

Llegamos al banco que daba al corto camino y nos detuvimos por la enorme masa de tierra que había crecido en el césped frente a la antena. Si algo había aprendido en los meses desde que comenzó todo, era que si algo malo pasaba "algo" me atacaría.

Y en esa pila de tierra acumulada y creciente estaba ese "algo".

—Eh, Fryssa—comenzó Carsten a mi lado, retrocediendo por instinto y mirando lo mismo que yo con los ojos muy abierto.

Tambien retrocedí apretando los dientes con fuerza.

—¿Qué?.

Intenté recordar por qué no me quede en la casa, donde la tranquilidad me dejaría dormir toda la noche y despertarme sana y salva para ir a la escuela al dia siguiente.

Cierto, el destino del mundo...¡Demonios!.

—Creo que es un pésimo momento pero—chasqueó la lengua, inoportuno, y soltó una risita tonta—, perdí mi espalda.

Lo miré como si fuera mi nuevo objetivo. Los rayos comenzaron a resonar en todo el cielo en respuesta a mi sorpresa y nueva indignación por su falta de profesionalismo.

Apreté los dientes y los puños, conté hasta diez para que un rayo no le caiga encima de la cabeza y me volteé hacia el lugar de donde veníamos buscando algo con que defendernos.

El dragón se había entretenido jugando con un caimán embalsamado, golpeándolo con la garra y saltando cual gato con su bola de estambre. Retrocedí otro paso casi tropezando, lo llamé y él alzo la cabeza buscándome.

—¿Tienes un plan?—preguntó el chico a mi lado.

Volví a mirarlo, indignada y furiosa.

—Dijiste que no sirvo como dios si no tengo mi estúpido martillo, ahora piensa tu como salvarnos, diosecito.

Me miró incómodo y convenientemente arrepentido.

—No hablaba en serio.

Claro que no hablaba en serio. Cuando su estúpido trasero necesitaba mi ayuda se retractaba de tratarme como una idiota.

Estaba furiosa y muy herida.

Sí, quizás Jasper me había engañado, quizás uso el hecho de que sentía algo por él para robarme el martillo y despojarme de mi seguridad y dignidad, pero eso no significaba que yo valia menos y eso lo aprendí en años de ser una tonta huerfana.

Nadie podía quitarme lo que era, ni siquiera si ya no tenia el poder del martillo de Thor.

Aún seguía siendo Thor.

El cielo destello en una víbora de luces que se sintió como el fuego corriéndome por las venas. Mire a la masa de tierra sobrepasar los dos metros y derribar el banco casi encima de nosotros.

Retrocedimos fuera de su alcance y exhalé con resignación, si a él le sucedía algo Loki me perseguiría hasta Hell.

—Hablaremos de eso mas tarde—gruñí, cuando pudiera romperle las piernas sin que una montaña de tierra me rompa la espalda.

Del medio de la masa comenzó a asomarse una diminuta bola de blanca que parecía gritar con voz apagada:

¡ASGARDIANOS!.

El Cuerno del Fin del Mundo [#2] ✔️.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora