EPÍLOGO

94 1 0
                                    

Tomó varias horas pero terminé por contarle todo a Louisa. No porque lo necesitara, ya había comprobado que cualquier signo de magia desapareció de mi ser y podía sentir el frío abrazándome los hombros. También me había pinchado un dedo con una aguja y encontré que mi sangre nuevamente era roja así que, con ese sentimiento extraño de decepción, tristeza y vergüenza, le narré como descubrí que era una diosa. Al cabo de unos minutos Gesa se unió en el sillón junto a la cama con Carsten en el suelo, Warren y Jasper a cada lado de la puerta. Sunny descansaba en el sillón de abajo. Y a ellos también les conté como había dejado de pertenecer a su mundo.

Fue doloroso, la sorpresa en el rostro de los tres fue como un puñal en corazón, pero terminé por bajar la cabeza resignándome a las consecuencias de mi error y contar como fue que Darod se llevo a Max. Esta vez, no necesite de la ayuda de nadie para que Louisa olvide, Odín se había encargado de borrar a Max de su memoria. Eso fue aun mas doloroso.

Gesa también explico quien era, con algo de vergüenza alzo una diminuta maceta que trajo consigo e hizo crecer una enorme enredadera con mover los dedos. Los capullos se abrieron tan pronto como aparecieron y de repente Louisa estaba cubierta de flores hermosas que perfumaban toda la habitación. Fue tristemente genial. Me hubiera gustado demostrarle mis habilidades también, como quemaba todas las luces de la casa con un parpadeo o como rompía una pared de un golpe, pero ya no las tenía. ¿A quien engaño? Siempre fui mala como dios. Mejor era que solo descubra las grandiosas habilidades de Gesa y ya.

Al final ambas preguntamos si podíamos quedarnos con algo de timidez y ansiedad, mas Gesa que yo (aunque todo era mí culpa), y Louisa solo asintió como si no se hubiera planteado otra cosa y nos abrazo. Las lagrimas volvieron a acudir, ahora era lo único que tenia. Era normal. Una chica de 16 años completamente normal.

Acompañe a Carsten y a Warren a la entrada y, con mas agradecimientos de los que di nunca, me despedí de ellos. No los volviera a ver. Ya no me necesitaba, no era mas útil.

—Te llamaré cuando regresemos a Sunny con su madre—dijo Carsten del otro lado de la puerta.

Miré a la niña fregarse los ojos con un puño mientras sujetaba a Warren de la mano, suspiré diciendo:

—No hace falta—y cerré la puerta.

No quería su lastima, quería poder ser la chica normal que nunca fui. Quería sentirme triste y no tener que lidiar con algo enorme y catastrófico con ello. Quería a Max.

Al volver a mi habitación me senté en la cama con los hombros caídos, ya había llorado lo suficiente pero de todas formas deje que Jasper me coloque una campera sobre la espalda, me abracé y me contenga por el resto del día. También supuse que él se iría, volvía junto a Mark y se daría cuenta que yo no lo valía todo el sacrificio que había hecho. Y luego vino Mark.

—¿Qué sucedió aquí?—preguntó con el ceño fruncido. Negué y encogí los hombros en respuesta—Oí que alguien llamó a Gullinkambi, ¿Fuiste tu?.

Volví a negar. Fue Carsten quien, creyendo que la caballería llegaría a ayudarnos a que Darod no se lleve a Max, subió a mi habitación y soplo en él. Pero, como saben, fue en vano.

—Bien, pues todo es un desastre ahí afuera—señalo hacia atrás como si tuviera a los 9 mundos del otro lado de la puerta y rio. Fingí una sonrisa. Quería que se vayan de una vez y poder organizar mi vida normal. Estar sola. Un sentimiento de nostalgia se cerró en mi pecho, extrañaba a Max. Negué para mi y miré como Mark sacaba de su espalda dos manzanas doradas y decía—, les traje un regalo a los enamorado.

Tomé la mía y solo la sostuve frente a mí.

—Gracias, pero eran mías antes de ser de ustedes.

El Cuerno del Fin del Mundo [#2] ✔️.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora