Capítulo 23. Dulce y Amargo

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Ruth

Mike me tomaba con fuerza por la cintura, me había terminado de arrancar la ropa y en un abrir y cerrar de ojos nos encontrábamos hecho uno sobre la cama. Con Mike todo era increíblemente sensual, me sentía como una novata bajo el roce de sus manos, todo lo que creía saber no había sido más que una ilusión pasajera. Michael Roger era todo un experto con sus manos, su boca y todo su cuerpo.

El sudor perlaba nuestro cuerpo y Mike recorría con detenimiento cada parte de mí, tomó uno de mis senos con su boca y suavemente mordisqueo el pezón haciéndome enloquecer de placer. Podría pasarme toda la vida con la boca de este hombre devorando mi piel, era el más exquisito de los placeres y estaba al punto de explotar.

—Dámela— dijo entre gemidos —Sabes que es mía así que no te resistas y dámela —Abrí los ojos y lo mire fijamente, mordí su labio inferior y explote, mi mente se nublo y sentí que se desprendía un fuego desde mi vientre.

Tómala —Susurre y sus embestidas se volvieron aún más intensas, sabía que estaba alcanzando el clímax y cuando ocurrió sus ojos se iluminaron de una manera extraordinaria, no pude evitar sonreír, me encantaba saber que le hacía sentir tanto placer.

—No hay nadie como tú Ruth McCartney —dijo mientras se acomodaba a mi lado, me abrazo y luego escuche su pesada respiración. Sentí paz, sentí que al fin se completaba mi mundo, aunque aún no bajaría mis defensas.

***

Mike se despertó temprano aquella mañana, dejo un beso en mis labios y me dijo que llevaría aquella chica a casa, sentí una sensación extraña en la boca del estómago, pero me dije a mi misma que debía confiar en él, entonces volví a besarlo y deje que se marchara.

Regresar a casa significaba volver a lidiar con todo el asunto de Joe y me negaba a dejar que la magia se esfumara, porque a pesar de todos los hechos del fin de semana estar en los brazos de Mike había sido mágico, único e inigualable. Volver a la rutina no era algo que me interesara por ahora, pero con Mike resolviendo su asunto con esa chica solo me quedaba esperar pacientemente.

— ¿Y quién es esa? —Billy me había sacado de mi ensoñación y cuando mire al frente no podía creer a quien veían mis ojos.

—Es mi hermana —dije caminando con premisa hacia ella.

— ¿Tú hermana? —Dijo Billy extrañado, pero hice caso omiso a su ironía.

Gina se puso de pie en cuanto me vio pues se encontraba sentada en el primer escalón en la entrada de los apartamentos, estaba extraña, diría que algo descuidada. Mi hermana siempre había sido hermosa, todo lo contrario a mí, siempre se preocupó por su peso y verse perfecta era su lema, ahora la mujer frente a mi parecía un fantasma.

—Lo siento Ruth no quería presentarme sin avisar —la note inquieta y eso disparó las alarmas.

— ¿Que pasa Gina? ¿Pasó algo en casa? —Se quedó en silencio por un momento, acomodo los lentes oscuro que llevaba puesto, pero de todas formas note la lagrima que rodo por su mejilla.

—Es mamá —dijo al fin con la voz quebrada —se está muriendo Riri —Gina solo usaba aquel apodo cuando se sentía triste y quería sentirse protegida por mí. Entonces sentí un fuerte dolor en el pecho y allí supe que estaba perdiendo a mi madre. Lo dulce y amargo compartían una línea muy estrecha.

Mi Segundo Primer Amor (Chicas Gordas #5) BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora