Ruth
Estaba aterrada, las manos me sudaban y sentí la tensión en mis hombros. Mike se había quedado conmigo después de lo sucedido con Joe y habíamos pactado no decir a la policía lo que realmente había sucedido, porque aquello solo le valdría unas pocas horas detenido y luego le asignaría una fianza. Luego de que me contará lo de la revelación de April, fue el momento justo para entender de qué descubrir su fraude y sumarle el allanamiento de morada haría que Joe Miller pasará un largo tiempo tras las rejas.
Sabía que debíamos reforzar lo de las conversaciones de April y mi abogado tenía sus sospechas sobre el representante de Joe. Aquel hombre parecía todo menos un abogado y teníamos razón era un estafador de primera. La juez Julieth miraba su reloj de correa y luego nos miró a nosotros. Esperaba que Mike tuviera razón y que el ego de Joe fuese más grande que su sentido común y aparecía en la corte.
—Tiene veinte minutos de retraso señor Miller —dijo la jueza con malestar.
—Lo siento su señoría —contestó el falso abogado con sobrepasada simpatía.
—Bueno esta es la última audiencia en la demanda del señor Miller hacia la señorita McCartney por el reclamó de sus bienes mancomunados después de su matrimonio. Alguna de las partes tiene algo más que alegar en el caso —Mi abogado se puso de pie, tomó la carpeta de las pruebas y se las facilitó a la magistrada.
—Con estos documentos su señoría queda más que claro que mi cliente no tiene ningún tipo de vínculo u relación con el demandante y también en el mismo queda claro la clase de ciudadano que es el demandante y mi colega —miré a Joe quien parecía confundido.
La expresión de la Juez Julieth lo decía todo y yo comenzaba a sentir que solo faltaba un pequeño paso para llegar al final de todo esto. La jueza le hizo un gesto al guardia que se encontraba junto a ella para que se acercara, le dijo algo en voz baja y luego procedió a mirar en nuestra dirección. El corazón me latía a mil por hora, esperaba que aquello fuera más que suficiente para alejar de una vez por todas, aquel monstruo de mí.
—Esto es muy grave abogado —dijo dirigiéndose a Gale.
—Así es su señoría—contestó con diplomacia.
— ¿Qué está pasando? —Preguntó Joe exasperado.
—Cálmese señor Miller, la situación no es muy favorable ni para usted, ni para la persona que está sentada a su lado —miré a Joe desafiante, ya no era tan osado como antes, ya no lo tenía tanto miedo.
La jueza comenzó a detallar las pruebas una por una y parecía que Joe se volvía más pequeño con cada acusación, incluso intento salir huyendo de la sala, cosa que le fue impedida por los miembros de la policía que se habían congregado en el lugar y al fin comenzaba a despertar de aquella pesadilla, al fin podría sufrir la muerte de mi madre en paz, al fin la tiniebla comenzaba a disiparse.
***
Me senté en mi oficina aquella mañana pensando seriamente en tomarme unas vacaciones. Necesitaba despejar la mente, los últimos meses habían sido toda una locura, algo que nunca imaginé en mi vida, siempre me mantuve al margen, nunca fui atrevida y mi peso fue una de las razones, pero aprendí a convivir con ello, ahora necesitaba darme una sacudida.
—Es la primera vez que solicitas tú las vacaciones —dijo el jefe Ruffos de pie frente a la entrada de mi oficina.
—Ha sido un tiempo difícil jefe, necesito sacar todo esto —Ruffos asintió, dio unos golpecitos en la puerta, me dio la espalda, pero se giró nuevamente hacia mí.
—Eres la mejor McCartney, no solo en el trabajo. Eres una mujer que vale mucho y ese chico lo sabe.
Ruffos era de pocas palabras, pero siempre decía lo correcto, en el momento preciso y con aquellas palabras entendí muchas cosas, una de ellas lo que realmente yo significaba para Mike. Él había hecho muchas cosas que no entendía, había llegado hasta el fondo de todo y nunca se lo pedí, nunca me comporte como una damisela en apuros y aún así el me rescató. Y esa era la forma en la que siempre quise ser amada, Mike era el amor que mi corazón anhelaba, era la calma en medio de la tempestad, era el equilibrio que necesitaba mi balanza y ahora debía demostrarle cuanto lo amaba.
ESTÁS LEYENDO
Mi Segundo Primer Amor (Chicas Gordas #5) BORRADOR
RomanceSIN EDITAR Ruth McCartney siempre pensó en dejar Texas y se visualizó con una vida en la ciudad, pero sus cachetes sonrojados y su pelo rubio tostado por el sol, no eran la típica imagen de una chica urbana y ni hablar de su enfermedad y aquellos k...