siete

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—Qué asco—pensó a la par que observaba su cuerpo en el espejo de su madre. Su reflejo lo mostraba casi desnudo, únicamente cubierto por la holgada tela de su ropa interior que con dificultad se atoraba en los huesos de su cadera, su piel parecía un papel manchado, pálida y llena de marcas, embarrada en su esqueleto, sus costillas sobresalían de su pequeño torso, y sus piernas pareciese que se partirían en donde el vidrio dejó cicatriz—. Odio mis ojos, mi boca, mi nariz, mi cabello, mi cuerpo—derramó una lagrima—. Odio ser como soy, odio ser tan débil, tan poca cosa, tan extraño, odio sentir, odio estar triste, odio no sentir nada—suspiró—. Me odio muchísimo.

Tomó su toalla y secó su cabello, prosiguiendo a terminar de vestirse.

—¿Te sientes mejor?—Jack lo recibió sentado en su cama, la imagen era por lo menos curiosa, el alto chico se hallaba tenso con las piernas casi pegadas entre sí, sus manos sobre sus muslos y una auténtica cara de incomodidad. No acababa de procesar lo que había pasado aquel día y haber terminado en esa casa era algo que no se le había pasado por la cabeza al despertar, además, el inmueble se sentía tétrico, como si lo pudiese observar por sus paredes, como si todo lo que se ubicaba allí estuviese muerto.

Alex negó con su cabeza y se tiró encima de su cama—, nunca había traído a nadie a mi casa—. Se limitó a decir. Jack aún se sorprendía al oír la voz del castaño, no se podía acostumbrar en un par de horas, también le impresionaba el origen del chico, era inglés y sólo lo había notado por ese acento que cargaba. Odiaba admitirlo, pero le gustaba la voz de Alex, era tan suave, tan melodiosa, aún cuando estuviese quebrada, se sentía ¿cálida?

—Está bien—levantó las comisuras de sus labios—, ¿quieres escuchar música?—mencionó sacando un reproductor de su bolsillo. Después de todo lo ocurrido aquel día, pensaba que Alex podía encontrar un poco de paz, era un gusto que tenían en común y serviría para aligerar la tensión e incomodidad de ambos, incluso después de la escena en el baño.

Alex se sacudió, como si su cuerpo entrase en un estado de alarma, sus ojos se quedaron en blanco y casi se atraganta con su saliva. Jack le recordaba vagamente a su hermano, no por su apariencia, sino por sus ¿acciones? Al crecer, Tom se obsesionó con algunas bandas y le transmitió el gusto al hacerlo escucharlas cuando Alex se sentía mal, como una especie de distracción, oír a Jack proponer tal actividad hizo que la imagen de su hermano se apareciera en su mente, de hecho, horas atrás en la escuela, la forma en la que el chico estuvo ahí para él cuando colapsó, era algo que Tom hubiera hecho sin dudar. Viendo tantas similitudes entre ambos, Alex se empezó a preguntar si había sido buena idea dejar entrar a Jack a su casa, o a su vida.

—¿Entonces?—sus gigantes ojos obscuros se posaron sobre él sacándolo de sus pensamientos. Debía admitir que Jack, aún con ese estilo, tenía rasgos lindos.

Alex meditó su respuesta por un momento, quería oír música, quería tener a alguien con él, a alguien a quien le importara, a Jack, pero le aterraba, se imaginaba que de permitirlo,  su reciente compañero se convertiría en un remplazo para su hermano, no quería perder a alguien más y menos con el mismo nivel de conexión. Al final, sus impulsos lo llevaron a optar por la primera opción, la que le funcionaba en aquel momento, en un futuro lidiaría con las consecuencias.

—Sí—se encogió de hombros.

Durante aquella tarde, los fantasmas que cargaba Alex se desvanecieron, las paredes de la casa parecieron tomar un tono más alegre y los recuerdos de la pesadilla se escondieron. Todo el tiempo las voces de Billie, Mark, Tom y Justin estaban presentes, algunas veces acompañando los chistes inapropiados de Jack que le sacaron a Alex alguna que otra sonrisa, y otras veces como protagonistas del momento, mientras ambos chicos tirados en el suelo y compartiendo audífonos miraban el techo inmersos en sus propios pensamientos y disfrutando la compañía del otro. Jack se dio cuenta que el chico de la butaca de atrás no era tan imbécil, ni tan misterioso, de hecho era bastante agradable, a pesar de estar roto; Jack se había comprometido con él mismo a ayudar a Alex, sabía que había pasado por cosas terribles que no le desearía ni a su peor enemigo, de esa manera Jack podía ser útil y conseguiría un nuevo amigo. Alex descubrió que Jack, a diferencia de sus compañeros en Essex, era confiable, que estaba dispuesto a brindarle una mano, sin contar su personalidad colorida y vivaz que le llamaba la atención y podría contagiársele, su pequeña semejanza con su hermano, que lo dejaba intranquilo, así como le daba seguridad. Sin darse cuenta comenzaron con una amistad en aquel momento.

Roses || JalexWhere stories live. Discover now