once

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—¿Nos vamos?—Jack le preguntó a su amigo que apenas estaba saliendo del salón, en ese momento los demás alumnos ya estaban cruzando la puerta de entrada.

—Casi—contestó sacando los libros que dejaría en su casillero a la par que caminaba.

—Por Dios, Lex, eres muy tardado—se quejó mientras lo acompañaba—. ¿A dónde quieres ir?

—A donde quieras—dijo deteniéndose en frente de una puerta metálica, su locker estaba cerca del salón de lingüística, la última clase de la semana.

—Ese no es un lugar, Lex—suspiró cruzándose de brazos y apoyando su cuerpo en los casilleros vecinos al de Alex—. ¿Qué tal al centro comercial?

—Suena bien—dijo sin darle mucha importancia, Alex estaba más concentrado en la tarea de organizar sus cosas que en la de pensar en un lugar, no era como si hubiese salido en lo que llevaba viviendo en Baltimore. Su mente estaba distraída con los restos del desayuno que le había dado Rian, no había cumplido su promesa y no sabía dónde dejarlos, no quería desperdiciar, no quería que Jack se diera cuenta y sabía que de dejarlos en el locker este apestaría el lunes, al igual que de meterlos en su mochila, Alex era olvidadizo y descuidado.

—Lex, hazme caso—se quejó—. ¿Dónde prefieres?

Alex gruñó aventando la bolsa de las sobras en su casillero cerrándolo y volteando a ver a su amigo, lidiaría con el olor después—. Es en serio, no sé—torció los labios—, no conozco más allá del aeropuerto, la escuela, tu casa y mi casa.

—¿Lo dices de verdad?—su rostro pareció despojarse de toda frustración y adquirir una expresión ligeramente triste—, ¿por qué no me dijiste antes? Debo llevarte a algún lugar especial, ¿dónde podría ser?—monologó caminando en currículos frente a Alex—. ¡Lo tengo! Claro, es perfecto.

—¿A dónde iremos?—le preguntó posando sus manos en las correas de su mochila, ahora sí dándole toda su atención.

—Es una sorpresa—sonrió Jack con un plan en la mente, entusiasmándose por ambos—. ¿Listo?—le preguntó a Alex al ver que ya no estaba haciendo nada.

—Listo—dijo él negando con la cabeza, le encantaba la emoción de su amigo y su forma para hacer planes, que, de ser otra persona, Alex no estuviera dispuesto a seguir.

—¡Vamos!—exclamó tomando la muñeca de Alex y casi jalándolo hasta la salida, Alex lo siguió lo más rápido que pudo.

Caminaron hasta la parada del autobús, fuera de la escuela, en la calle donde se encontraba la entrada principal y se sentaron en una pequeña banca en medio de la señal de parada y de un escaparate  anunciando una película animada. Alex estaba nervioso, nunca había salido por su cuenta, sin ningún familiar, menos en un continente completamente ajeno, sí, en Essex caminaba a lugares cercanos de su casa solo, pero alejarse lo suficiente para tener que tomar transporte público, no, de hecho desde la muerte de Tom, no recordaba haber salido con el único fin de divertirse. Su terror era visible en la postura encorvada en la que estaba sentado y en el energético movimiento de su pie izquierdo

—Creo que ese es el nuestro—rompió el silencio Jack. Se levantó y se acercó al borde de la acera donde pudo divisar el autobús que oyó estando sentado—. Sí es ese—afirmó acercándose a su amigo dándole una palmada en el hombro para que se levantara.

—Uh Jack...—balbuceó.

—Lex, vamos—le indicó a la par que detenía el autobús para que ambos subieran.

Alex se quedó inmóvil, por más estúpido que sonase no sabía cómo utilizar autobuses, en qué consistía el proceso. Sus ojos parecían más grandes de lo normal y se encontraban fijados a su compañero, como suplicándole que lo ayudara, era demasiado tímido para pedirlo con palabras, además su lengua parecía estar entumida. Jack entendió, lo tomó del hombro y lo subió al vehículo, pagando su pasaje.

Roses || JalexWhere stories live. Discover now