-¿Te ayudó?-la voz de Jack resonó en la cabeza de Alex, haciendo que éste diera un pequeño salto, enterneciendo al alto chico que lo veía desde la entrada de la habitación, y despegando sus atentos ojos de las pegatinas en el cielo raso.
Jack no pudo evitar que una diminuta sonrisa se escapase de sus labios, Alex era demasiado adorable sin siquiera intentarlo, lograba que sus intestinos se enredarán haciéndolo sentir mareado, de una buena manera, claro está. No esperó una respuesta, pues ninguna palabra había abandonado su boca desde hacía casi un mes ya, por lo que procedió sin más a arreglar el cabello de su amigo y ponerle sus zapatos, ya que Alex no se podía agachar, de hacerlo, tendría que doblar su abdomen, lo que le provocaría un punzante dolor.
La habitación de Jack era lo que se podría llamar como un desorden ordenado, todas las superficies estaban abarrotadas de artículos aleatorios, libros apilados descuidadamente en una silla, uñas de guitarra esparcidas sobre el suelo, viejos juguetes acostados sobre repisas polvorientas. A Alex le impresionaba lo fácil que Jack encontraba las cosas que necesitaba con tanta naturalidad en los lugares menos pensados, como su cepillo, ubicado debajo de una torre de ropa doblada que el chico no se molestó, ni molestaría, en guardar.
Jack tomó asiento al lado derecho de su amigo, oyendo a su corazón temblar al sentir el calor que irradiaba el cuerpo de Alex, el aire se volvía cada vez más denso, haciéndosele difícil enviarlo a sus pulmones. De la ventana perpendicular a la cama, salía disparado alguno que otro rayo de sol, reflejándose en el precioso y brillante cabello color miel de su acompañante, el chico era hermoso sin tratar de serlo, tanto que hasta le robaba la respiración. Los ojos de Jack se enfocaron en un punto del edredón debajo de ellos, pues de seguir admirando a Alex, probablemente su corazón explotaría, sus manos se sacudían y, en un intento por evitarlo, el chico mordió su labio inferior. Alzó el cepillo pasándolo con cuidado y delicadeza por las casi doradas hebras que caían desde la cabeza de Alex, enredando sus dedos entre su cabello, acomodándolo y, ¿por qué no? acariciándolo. Su pelo era delgado, ligero y suave, era difícil aguantarse las ganas de jugar con él, trenzarlo o simplemente tocarlo mientras masajeaba su cabeza con la yema de sus dedos, Jack daría cualquier cosa por tener a Alex acostado en su regazo, con sus ojos achocolatados fundiéndose con los suyos, viendo cómo los músculos de su cara se movían haciendo que su rostro proyectara distintas expresiones al sentir las caricias y alguno que otro cosquilleo escurridizo filtrarse por sus nervios.
Las mejillas de Alex ardían al rojo vivo, su amigo era tan gentil y dulce al manejar su cabellera, pasaba las cerdas del cepillo con extremo cuidado para no lastimarlo, el roce de los dedos de Jack con su piel, hacía que un pequeño destello de electricidad bajara por su columna depositándose en su abdomen bajo, detonando agradables y burbujeantes sensaciones. Sus párpados se hacían pesados y soltó un silencioso bostezo, sus huesos se encontraban relajados, desearía caer rendido en los brazos de Jack mientras esté seguía haciéndole cariños en su cabeza, durmiendo a salvo...
-Listo, Lexi-la voz de Jack era tranquila y tersa, pero eso no evitó que Alex cayese de la nube en la que se encontraba, golpeándose de nuevo con la fría y dura realidad, tal fue el impacto que no se dio cuenta de lo nervioso que Jack se había puesto al dejar salir ese apodo tan sugestivo.
El larguirucho chico se puso de pie, dejando el cepillo donde anteriormente yacía sentado, hincándose enfrente de Alex, sacando un par de desgastados y sucios tenis de debajo de la cama, unos converse de color negro, con la suela despegada y alguno que otro hoyo en la tela. Tomó el tobillo de su amigo, introduciendo su pie dentro del zapato correspondiente, ajustando las agujetas grises y carcomidas con la misma suavidad con la que lo había estado tratando, no estaba seguro si era nada más por sus heridas o si sus sentimientos se habían interpuesto, Alex era un chico que exigía cuidados y un trato delicado, como Jack había dicho, era un muñeco de porcelana que debía proteger. Abrochó las agujetas murmurando una tonta canción sobre un conejo que Joyce le había enseñado a los cinco años, de no ser por esa melodía infantil, probablemente no sería capaz de anudar sus zapatos. Alex al oírlo tararear, sintió un grupo de mariposas estamparse contra las paredes de su estómago, Jack era realmente adoradorable.
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Roses || Jalex
FanficTom se fue, llevándose con él la sonrisa de Alex. 12•11•18 #1 en All Time Low y Jalex Barakarth el 23•10•20 #1 en Jack Barakat el 08•11•20