seis

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El pasillo se encontraba en penumbras, únicamente alumbrado por una pequeña porción de luz que emanaba desde la última puerta. La pintura se desprendía de las agrietadas paredes, un montón de arañas habían dejado su rastro por las esquinas, polvo y vidrios rotos se acostaban sobre el antiguo y humedecido piso de madera. Alex divisó una foto que con dificultad se sostenía en la pared, el marco estaba despedazado, y con la escasa luz que se filtraba pudo descifrar la escena, era su familia, su familia entera, su papá se hallaba hasta atrás, con una postura firme y severa, llevaba su gesto vacío, uno de sus brazos rodeaba posesivo la cintura de su madre, ella se encontraba en la misma posición, con una mirada triste y algunas cicatrices casi invisibles que Alex pudo observar fácilmente por el vicio de la costumbre, frente a ambos se ubicaban sus dos hijos abrazándose por detrás, el mayor, Tom, llevaba una hermosa, pero discreta sonrisa, se veía como uno de esos niños que aparecían en comerciales, perfecto; el menor, tenía sus ojos  rojos e hinchados, además de una mueca triste siendo reprimida. Alex suspiró, recordaba ese día, su papá lo había amenazado, para que se presentara en dicha foto, él no quería estar cerca de su progenitor después de presenciar por primera vez cómo golpeaba a su madre en la mañana de aquel día. En ese momento era muy pequeño pero ahora se preguntaba cómo Tom pudo haber vestido una sonrisa después de ver tan terrible escena.

—Hermanito—clamó una distorsionada voz que a penas podía aguantarse la risa—. ¡Alex!

El castaño, sin siquiera preguntárselo siguió el llamado, conocía muy bien al dueño de este. Entró al último cuarto, el que alumbraba el pasillo. No estaba la puerta, no se percibían colores, habían desaparecido por lo limitada que era la iluminación.

Ahí estaba él, sentado en la cama y mirando hacia la ventana, un chico alto de cabello marrón claro y desordenado, complexión delgada y tez caucásica, ojos casi negros y labios sin volumen, era como una versión mejorada de Alex, al menos él lo veía así—. Hermanito—giró su cabeza y se levantó en busca del otro chico.

Tom caminaba con dificultad, como si no pudiera calcular la distancia a la que se encontraba el suelo cuando daba un paso, Alex igualmente se percató que en una de sus manos llevaba una botella de Whiskey. Trató de regañarlo, de impedir que siguiera tomando pero no podía abrir su boca, no podía moverse. Antes de alcanzar a su hermano, Tom colapsó en el suelo rompiendo la botella junto a él y regando el líquido ámbar por todo el lugar. Alex trató de gritar pero nada salía de su boca.

Cerró sus ojos fuertemente tratando de contener las lágrimas y al abrirlos nuevamente se encontraba en su cama, en la casa de Baltimore, mirando hacia el blanco techo obscurecido por la noche. Trató de levantarse, mas, al tratar de divisar su propio cuerpo, lo vio, desparramado sobre él, su hermano yacía muerto siendo iluminado por un repentino rayo seguido de un estruendoso relámpago.

•••

Alex despertó de golpe levantándose y agarrando su pecho en un intento por evitar que su corazón saliera de tórax. Inspeccionó la habitación y no encontró rastros de Tom. Había sido sólo otra terrible pesadilla. Aún cuando no era la primera vez que tenía sueños como ese, no se podía acostumbrar a ellos por lo que se le dificultaba volver a caer dormido. Sabía que la muerte de su hermano había sido culpa suya y su mente no paraba de atormentarlo con ello. Entre lágrimas, retiró su almohada de su lugar en busca de aquella pieza de vidrio ya sin mucho filo que había tomado del charco de whiskey aquel fatal día, bajó su pantalón y la encajó sobre lo que quedaba de su muslo ahogando sus gritos.

A la mañana siguiente, Alex lucía peor que como cotidianamente lo hacía, de sus ojos colgaban negras bolsas que resaltaban de la superficie rojiza en la que estaban, su piel, más que pálida, adquirió un leve tono amarillento que se iba incrementando con los días que pasaba sin ingerir una comida decente, su cabello carecía completamente de brillo y se encontraba desordenado. Ese día optó por sustituir sus pantalones ajustados por unos pants del mismo color, negro, para evitar el contacto de la tela con sus heridas frescas. Vistió una playera lisa blanca y se colocó su sudadera usual poniéndose la capucha para cubrir su masacrado cuerpo.

Roses || JalexWhere stories live. Discover now