veinticinco

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El fondo era blanco y extremadamente reluciente, atrás de lo que parecían sombras amorfas con bordes borrosos que se movían alrededor de su campo de visión. Los únicos sentidos que seguían intentando funcionar eran su vista y su oído, era como si estuviese fuera de la realidad, sin cuerpo, existiendo como una simple conciencia que recolectaba información de formas limitadas. Podía escuchar alguna que otra frase, como una conversación cortada y lejana, con voces tan distorsionadas que era difícil de descifrarlas o siquiera identificarlas.

-¡Llama a una ambulancia!

-¿Al 911?

-¡Lo que sea, pero hazlo ya!

-Oigan, creo que se está quedando dormido, ¿es una mala señal?

Y en efecto, los ojos de Alex se rindieron, bajando sus párpados y terminando de desconectarse del mundo exterior, cortando la plática y sumergiéndolo en un obscuro y solitario abismo.

En cuestión de lo que parecieron segundos, pudo divisar otra escena, era como ver una película en un televisor viejo y desgastado al que no le funcionaban las bocinas, pues esta vez sólo podía oír estática. La imagen era muchísimo más clara, no habían tantos detalles, pero pudo identificar a alguien, Joyce. La mujer estaba molesta, lo que extrañó a Alex, pues ella era su definición de amabilidad, se encontraba gritándole a un sujeto de espaldas, vistiendo lo que asemejaba ser un traje azul. Alex veía todo desde lo que supuso era una especie de caja. Afuera de ella la luz era tan brillante que opacaba lo que fuese que estuviera dentro con él, sus paredes eran sólo una superficie negra y lisa a ese punto.

Los que parecían ser dos personas vestidas de blanco, subieron hasta entrar en el pequeño cuarto, cerrando lo que identificó como dos puertas, volviéndolo a ahogar en obscuridad absoluta, de no ser por una fuerte luz que surgió de la nada, cegándolo, invadiendo sus ojos de un intenso color blanco una vez más. Volvió a quedarse sin manera de contactar al mundo, sabía que estaba acostado, pues la escena que presenció momentos antes la veía en un ángulo que requería que lo estuviera; no obstante, no podía sentir la superficie pegando con su espalda, ni la parte trasera de sus piernas o su cabeza, por lo que le pareció extraño que pudiera sentir un pequeño y cálido apretón en su mano derecha.

Esta vez, pasó un poco más de tiempo para que despertara de nuevo en la realidad, por lo que aprovechó para poner sobre la mesa todo lo que estaba sucediendo, sólo había un minúsculo problema, no lo recordaba. La última imagen que había visto estando en pleno uso de sus sentidos era la sonrisa de Jack, no podía acordarse del contexto, lo que había sucedido antes o después, por qué había terminado así, no, sólo esa bella sonrisa.

Alex no sentía nada, no estaba triste, cansado o molesto, era como estar en el vacío, en un punto medio ni positivo ni negativo, no habían rastros de las emociones que lo habían consumido los días anteriores, ni esos sentimientos cálidos y burbujeantes que siempre surgían al pensar en Jack. Sí, era algo incómodo, por decirlo de alguna forma, esa neutralidad lo carcomía, pero de nuevo, no era como si genuinamente le pudiese molestar algo en ese estado.

-¿Alex?-una lejana voz lo sacó del trance-. ¿Alex, me escuchas?-se oía cada vez más cerca y clara.

Los ojos del castaño se abrieron con torpeza, sentía sus párpados como unidos con pegamento, haciéndosele casi imposible separarlos, pero al final lo logró. Su visión era borrosa, la imagen que lo recibió era bastante parecida a la primera, un fondo brillante y claro contrastando con una silueta negra; no obstante, esta vez, y con mucho esfuerzo, pudo enfocar su visión. La luz se acomodó, haciendo los detalles y formas en la sombra más visibles. Era un hombre de unos treinta años, con la barbilla rasurada, piel obscura y cabello negro rizado

Roses || JalexWhere stories live. Discover now