Capítulo 01

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"El peor dolor no es el que te mata, sino el que te quita las ganas de vivir"

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"El peor dolor no es el que te mata, sino el que te quita las ganas de vivir".

RAILANE VICINI

Flashback

Una noche cálida de agosto, mientras veía una película en mi habitación, escuché como caían al suelo los cristales y utensilios de la sala acompañados de disparos. Estaba de más decir que estaba asustadísima, pero papá siempre nos enseñó a mi hermana y a mí a mantener la calma y a defendernos, en momentos como estos agradezco las clases de Taekwondo y Artes Marciales que mis padres me obligaron a tomar desde pequeña.

Me puse de pie con cuidado y abrí la puerta para ir a la habitación de mamá donde estaba ella junto con mi hermana. Corrí hacia las escaleras del tercer piso ya que mi habitación estaba en el segundo nivel y la de mis padres en el tercero. Recorrí con cuidado el pasillo mirando a todos lados para tratar de entender lo que pasaba, pero no alcancé a ver nada. Entré a la habitación de mamá y tampoco vi a nadie allí, me acerqué a la gran ventana de cristal donde logré ver todos los escoltas que nos cuidaban, sin vida.

Me pegué de la pared y llevé una mano a mi pecho porque sentía que el corazón se me iba a salir de puesto y la otra a mi boca. Unas ganas inmensas de llorar me invadieron por el miedo que crecía en mí, pero lo que hice fue salir corriendo de allí para buscar a mi madre y a mi hermana menor. Con cautela las busqué por todas las puertas habidas y por haber, odiaba las casas extremadamente grandes como la mía ¿Cuál es la necesidad de tener una casa tan grande cuando solo necesitas habitaciones, cocina, sala y baños? Y ahí me acordaba de por qué tenía una casa así de grande, por ser hija del creador del Cartel de Las Serpientes, el narcotraficante más grande de toda Colombia.

Abría las puertas lo más rápido y silencioso posible:

—¡Renesme! —susurré el nombre de mi hermana, si no las encontraba rápido podrían hacerle algo a ellas o a mí. —¡Mamá! —llamé, pero nadie respondió.

Cerré la puerta y paré de seguir buscando en ese piso, corrí hasta la próxima escalera y la subí con cuidado, abrí la primera puerta que había en el pasillo y al entrar la cerré tras de mí. Corrí hasta la pared cubierta por una cortina y al levantarla puse mi huella sobre el escáner, al instante la puerta secreta se abrió mostrando la gran cantidad de armas de diferentes tipos que allí guardaba papá en caso de emergencias.

Tomé el arma que mayormente estaba acostumbrada a usar a pesar de saber manejarlas todas, una Glock gen 5 color negro, revisé el cargador donde yacían 10 cartuchos. Cerré los ojos por un momento y llevé el arma a mi frente recordando lo que papá siempre me decía:

NarcotraficantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora