Capítulo 28

139 18 0
                                    

"Todos caemos al suelo en algún momento

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

"Todos caemos al suelo en algún momento. Es la forma en que te levantas, ese es el verdadero desafío. ¿No es así?"

—Madonna.

MARCELLA GIL

Fui a la cocina por algo de agua debido a una inmensa sed que se había formado en mi garganta por los escasos nervios. Quintanilla estaba encerrado con uno de sus escoltas y me dejó para que termine de ver la casa, estoy segura de que está ordenando que me investiguen. Había caído la noche y sabía lo que se aproximaba, la razón por la que Quintanilla creía que estoy aquí. Eran las 7 de la noche, había sido un buen día con él, nos bañamos en la piscina, bailamos y reímos, aparentemente él tenía buen sentido del humor, disimulaba a la perfección a que se dedicaba realmente.

Al llegar a la cocina me encontré con dos mujeres sentadas de frente mientras hablaban, Evellyn y una señora vestida de empleada. Esbocé una sonrisa la cual fue correspondida por ambas.

—¿Podría regalarme un poco de agua, por favor? —dije mirando a la señora y esta asintió para luego irse por el agua.

Caminé despacio hasta la silla vacía al lado de Evellyn y ella se quedó mirándome mientras me sonreía:

—Perdón por el atrevimiento, pero ¿qué le pasó en el labio? —cuestioné directa y su sonrisa se esfumó.

—Nada de qué preocuparse —contestó con seriedad. —Dime mi niña ¿Cuantos años tienes?

—Veinticinco —mentí.

—Eres muy hermosa y joven para hacer lo que estás a punto de hacer— aconsejó—. Pero me ayudas sin darte cuenta.

Fruncí el ceño y ella dio un sorbo a lo que sea que este bebiendo para luego clavar su vista en mí otra vez:

—¿Cómo que la ayudo? ¿A qué se refiere?

—Tú entretienes a Quintanilla, yo puedo dormir en paz —aseguró guiñándome el ojo.

Sentí un apretón en mi corazón porque entendí a la perfección lo que ella trataba de decir, mientras Quintanilla estaba conmigo no la obligaba a ella para que estén juntos. Automáticamente recordé a mamá, lo mucho que fue violada por aquel señor día tras día. Las lágrimas no tardaron en aparecer y bajé la cabeza, ¿por qué tenía que recordarla justo ahora?

Flashback.

—¡No por favor! —exclamó mamá desde su habitación.

Hace 10 minutos había llegado aquel señor, estaba muy borracho y al parecer se había drogado, estaba más imperativo que nunca. Me escondí donde siempre solía esconderme cuando esto pasaba, detrás del sofá, tapé mis oídos porque no quería escuchar los gritos de mamá. De un momento a otro hubo un silencio y vi la sombra de aquel hombre entrar y encerrarse en el baño, corrí a la habitación de mi madre donde la vi semidesnuda mientras lloraba:

NarcotraficantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora