Capítulo 38

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"Siempre duerme con un ojo abierto

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"Siempre duerme con un ojo abierto. Nunca des nada por hecho. Tus mejores amigos pueden ser tus enemigos".

—Sara Shepard.

RAILANE VICINI.

Tengo que hablar contigo, nos vemos a las 4 en el centro comercial.

Contesté con un "está bien" y luego puse mi celular a un lado, traté de concentrarme en lo que estaba haciendo, pero mi celular volvió a sonar avisándome una llamada entrante. Resoplé y puse mi arma sobre la mesa ya que la estaba limpiando, y contesté:

—¿Qué quieres Ezra? —dije sosteniendo el celular con mi hombro para continuar en lo mío.

—Hola mi amor ¿Cómo estás?

—Bien, estoy ocupada ahora ¿Qué deseas? —cuestioné porque las veces que llamaba solo era para decir cursilerías y hoy no estaba para eso.

—Tenemos que vernos, necesito decirte algo.

—¡Al parecer todos se pusieron de acuerdo para decirme algo! —exclamé con sarcasmo.

—¿Quién más te ha dicho eso?

—Marcella —respondí—. —Me juntaré con ella esta tarde en el centro comercial.

—¿Puedo acompañarte?

—No Ezra, hablaremos cosas de chicas.

—¡Vamos amor! —insistió. —Sabes que desde que se fue del país no la he vuelto a ver y casi no hablamos.

Dejé de limpiar el arma para luego mirar fijamente algún punto indefinido de mi habitación, colmaba mi paciencia de vez en cuando. Le había mentido a Ezra diciéndole que Marcella se había ido a pasar un tiempo para Estados Unidos cuando en verdad ella estaría en casa de Quintanilla, pero es obvio que no puedo comentarle nada de esto a él porque mi confianza hacia él no llega a ese límite.

—No Ezra, nos vemos en la noche.

No podía aceptar que él me acompañe porque no sabía con exactitud lo que Marcella me quería decir, aunque es obvio que se trata sobre Quintanilla porque sabe perfectamente que no podemos mantenernos en comunicación a menos de que sea algo extremadamente importante.

—No Rai, debemos vernos antes.

—No puedo ahora Ezra, luego de verla voy a tu casa y ahí hablamos, sino te puedes esperar dime ahora.

—No, te voy a esperar, no te preocupes.

—Está bien, hablamos luego tengo cosas que hacer —dije dispuesta a colgar.

—Rai —me llamó y su tono de voz era extraño.

—¿Sí?

—Te quiero... te quiero mucho.

NarcotraficantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora