Capítulo 23

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"Buscamos la felicidad, pero sin saber dónde, como los borrachos buscan su casa, sabiendo que tienen una"

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"Buscamos la felicidad, pero sin saber dónde, como los borrachos buscan su casa, sabiendo que tienen una".

Voltaire.

RAILANE VICINI

Abrí los ojos y esperé a que mi vista aclarase para mirar a mi alrededor, estaba en mi habitación sintiendo una punzada leve de dolor en mi hombro el cual estaba vendado, llevé mi mano libre hacia allí y lo acaricié recordando el disparo. Me puse de pie con cuidado y fui al baño donde lavé mi cara y vi mis ojos hinchados, fue un largo proceso el de ayer, por un momento pensé que moriría.

—Pendeja —susurré riendo mientras me veía al espejo.

Me causaba gracia recordar como lloraba de dolor, pero hoy me sentía emocionada porque había recibido mi primer disparo. Que demencia. Me desnudé y me di una ducha, había tenido mucho cuidado con la herida porque en verdad no dolía a menos que la tocara o hiciera algún movimiento pesado con el brazo y tenía el presentimiento de que si me lastimaba comenzaría a sangrar y no quería eso. Al terminar me vestí con unos shorts negros y una blusa holgada color zapote con flores, acompañado de unas vans del color del short. Me dejé el pelo suelto porque al tratar de hacerme una cola me dolió mucho la herida y no me arriesgué.

Concluí y salí de mi habitación, bajé las escaleras a lo que escuché que gritos salían de la oficina de papá, me acerqué hasta allá con cuidado y pegué el oído a la puerta para escuchar:

—¿Te imaginas que la bala le hubiese impactado el corazón o la cabeza? —escuché a mi tía gritar e inmediatamente entendí porqué peleaba con papá.

¿Cuándo él habrá llegado?

—Pero no pasó Avery, mantén la calma —contestó papá.

—¡Gracias a Dios que no pasó, Oscar! —exclamó mi tía y me imaginé su gran cara de seriedad. —De hoy en adelante tus problemas los resuelves tú, no mandes a la niña a cargar con tus muertos.

—Sabes que tenía que viajar a Costa Rica y no podía encargarme de eso, aparte Railane está preparada para casos como estos, fue una simple bala, no te preocupes.

Pensé en abrir la puerta y meterme en la conversación, pero imaginé a mi tía gritándome que no me meta en los asuntos de ellos, aunque ésta vez se trataba de mí porque yo era el tema del pleito así que abrí y ellos rápidamente se dieron la vuelta y me vieron:

—Papá tiene razón tía, fue una simple bala, tarde o temprano tenía que pasarme —dije acercándome a ellos.

—Ayer no pensabas así, ayer te retorcías de dolor en la camilla quizás deseando golpearme por haberte sacado una bala a sangre fría —contestó con tanta seriedad que habría sido mejor no entrar—. —Gracias por tu participación no pedida en la conversación y en la misma puerta en que pusiste el frente pon la espalda y sal, que son cosas mías y de tu papá.

NarcotraficantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora