Love Happens (LIH #2)

Capítulo 40: Sentencia final

El día tan esperado llegó antes de que pudieran darse cuenta y Charlie se encontraba temblando de pies a cabeza en la entrada del juzgado, más nerviosa que las dos últimas veces porque sabía que esa era la última, todo dependía de ese día y del criterio de un juez que al parecer no le tenía demasiada simpatía después de que mintiera. Además, ese día Samuel iba a testificar y eso estaba aterrada ante la idea de revivir todo lo de su accidente desde su perspectiva.

Nick por su parte, estaba confiado como siempre que realizaba su trabajo. Había pedido una cita extra con el juez y aunque no era el conducto regular, Joseph Furton, a pesar de ser catalogado como un auténtico hijo de puta, tenía cierta debilidad por el que había sido uno de los mejores estudiantes que había tenido en sus años de docente.

—Que conste que esto no lo puede saber nadie —le advirtió mientras lo recibía en su despacho un día domingo, no habían testigos de que hubiesen estado ahí—, si te he recibido hoy es porque te respeto y porque necesito una explicación coherente a todo lo que pasó en el segundo juicio, ya sé que me dijiste que la amenazaron y te creo, pero también sabes muy bien que sin pruebas no puedo hacer nada.

Nick sacó la grabadora de su bolsillo y se la entregó.

—Es por eso que he venido, te dije que no iba a exponerla para conseguir pruebas pero terminó haciéndolo por su cuenta y aquí está toda su confesión.

Joseph le dio play y Nick deseó poder taparse los oídos para no volver a escuchar esa maldita grabación. Unos minutos después, el juez soltó un pequeño silbido y dejó la grabadora sobre la mesa.

—Tiene agallas la chiquilla.

—A veces más de las que me gustaría —eso último salió de su boca antes de que pudiera detenerlo y el juez lo miró con una ceja enarcada—. Me refiero a que ese tipo es peligroso y podría haberle hecho cualquier cosa.

—Mira, a mí no me interesa el tipo de relación que lleven fuera del juzgado, lo que sí me importa es lo que la prensa pueda decir de eso y más que nada por tu carrera. Cuando el juicio termine a nadie le va a importar si mantienes una relación o lo que sea con tu clienta, pero ahora están en la mira, sobretodo después de las últimas confesiones de la chica.

—Eso también era mentira.

—Claro que lo era, después de escuchar el informe de la psicóloga creo que la mayoría de los presentes nos dimos cuenta.

—¿Entonces, la grabación sirve?

—Chico, ese hijo de puta está más que acabado.

Así que ese día, Nick entró al juzgado con una sonrisa y cuando ya estaban dentro esperando que el juez apareciera, solo intentaba tranquilizar a Charlie pero ya con una cara más seria, acorde al lugar en que se encontraban porque debía mostrarse profesional. Aun así, eso no fue impedimento para que su mano buscara la de ella por debajo de la mesa y oculta de todas las miradas curiosas que pudieran haber.

—Quédate a dormir conmigo esta noche —susurró mirando hacia el estrado vacío, nadie de los presentes pensaría que hubiese hablado—, pase lo que pase en el juicio, quédate conmigo.

La mano de Charlie se tensó, sabía que lo que estaba pidiendo era difícil pero al final, mirando también hacia el estrado, sonrió antes de responder.

—Esta bien, me quedaré contigo. Lo prometo.

—Y yo te prometo que todo saldrá bien ahora.

Se giró hacia ella por una milésima de segundo y le guiñó un ojo antes de volver a su posición original. La conversación terminó ahí, con la aparición del juez y del imputado junto con su abogado, dando comienzo al último juicio por la denuncia de secuestro y abuso sexual realizado por Franklin Harrison. Luego de todas las formalidades, Samuel Anderson es llamado al estrado y comienza a caminar con su bastón, todavía cojeando a causa de ese accidente. Nick se puso de pie una vez que el chico hizo el juramento y esperaba a ser interrogado. Se habían reunido antes y habían ensayado todo tipo de preguntas, sobretodo las que podría hacerle el otro abogado, al que conocían por ser bastante malintencionado.